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Con Dakar todos ganamos

15 enero, 2012

Gracias a la impecable organización del Rally Mundial Dakar 2011 que se corrió por primera vez, en los 33 años de su existencia, por los escenarios más bellos y más emocionantes de Argentina, Chile y Perú, todos ganamos y saboreamos del triunfo del francés Stephane Peterhansel conduciendo su poderoso Mini Minor 202 color verde, del holandés Gerard De Rooy al mando de su gigantesco camión Iveco quien, además, destrozó a los campeones rusos que siempre ganaban en esta categoría, manejando junto a su padre, también ganador de la edición 1988 en esta misma categoría, del francés Cyril Despres cabalgando su poderosa moto, luego de un titánico duelo con el español Marc Coma que tuvo contratiempos al buscar una ruta alterna por fallas de su moto, del argentino Alejandro Petronelli, manejando impecablemente su cuatrimoto 272. Ganaron todos los participantes, de todas las categorías, por su demostración de coraje, preseverancia y disciplina, los organizadores, por el éxito alcanzado, las firmas auspiciadoras, los vendedores de recuerdos con el logo de Dakar, los hoteles, restaurantes, los dueños de surtidores de gasolina por la gigantesca movilización de espectadores, los medios de comunicación, el público, por el espectáculo impresionante que disfrutó, en fin, los gobiernos de los tres países porque sirvió para promocionar a nuestras naciones ante más de mil millones de televidentes en todo el mundo. Ganaron incluso quienes, de manera egoista, no colaboraron con este gran rally.

Dakar sencillamente fue una fiesta automotor inolvidable que el público la vivió y disfrutó como nunca. Particularmente en Perú, el paso de los coches fue alentado por millones de espectadores en su recorrido desde Tacna, Arequipa, Ica, hasta su llegada a Lima. Fue motivo para que miles de jóvenes se desplazaran y acamparan en las zonas más difíciles del recorrido. La recepción en Arequipa fue impecable y su culminación en la capital coincidió con la celebración del Aniversario de Lima. ¡Qué mejor homenaje para nuestra ciudad!

Desde temprano, seguramente como los miles de espectadores que disfrutamos de la fiesta, Marithza y yo nos pusimos a alistar nuestras cámaras fotográficas, la cámara de video, los audífonos del celular para chequear las radios que transmitían el evento y luego de tomar un buen desayuno, como para ir a la guerra, salimos vestidos de corto y zapatillas, decididos a vivir una nueva aventura.

Mientras muchos de mis amigos se fueron de viaje para sentir la emoción del rally en las playas del sur, nosotros nos quedamos a vivir la fiesta en el mismo corazón de Lima, la plaza Grau y la plaza de Armas, escenarios donde se celebran los grandes acontecimientos. Aquí tuvimos la oportunidad de ver los vehículos de cerca, sacarnos fotos con algunos de los protagonistas, ser testigos del apoteósico recibimiento a los participantes peruanos, con banderas y aplausos, de la gran ovación para los pilotos, copilotos y sus equipos mecánicos. Sentimos como nuestras las lágrimas de emoción de sus familiares. Vimos cómo todos se estrechaban en un solo abrazo, peruanos, chilenos, argentinos, españoles, holandeses, franceses, árabes, ingleses y de otras nacionalidades. Particularmente yo, escuchaba emocionado cómo transmitían los locutores peruanos, argentinos y chilenos para sus radioemisoras, haciéndome recordar las transmisiones que realizaba con mis colegas de Adalid en el Cusco, cuando recibíamos a los pilotos de la carrera Caminos del Inca.

Nunca se había visto a tantos extranjeros juntos que se confundían con los peruanos. Eran los familiares de los participantes que habían llegado a Lima para recibirlos. Algunos los acompañaron en toda la ruta en sus poderosas 4×4 y el solo hecho de llegar a Lima los llenaba de profunda emoción, como si hubieran ganado la carrera. En la plaza Grau estaban familias enteras de chilenos que habían llegado en sus autos desde Santiago. Allí también estaban bellas chicas argentinas que habían venido por avión la noche anterior para recibir a sus amigos y familiares y decían apenadas que tenían que regresar a Buenos Aires esta misma noche para seguir trabajando, mañana lunes.

Motociclistas jóvenes a quienes se les salía el corazón al ver a sus padres en Lima porque no se lo esperaban. La colonia árabe buscando al príncipe perdido en la multitud, los pilotos africanos blancos que no parecían africanos. Los holandeses declarando que nunca habían visto tantas expresiones de simpatía en ninguna parte del mundo. Los franceses elogiando en un perfecto español la comida peruana. Las manos batientes y el aplauso generoso también para los copilotos y mecánicos, los héroes anónimos de esta competencia. El Mini del ganador francés entrando a Palacio con el presidente Humala de copiloto.

Una fiesta para el recuerdo que ha servido para mostrar la generosidad de todo un país.

No importa quiénes sean los ganadores de las distintas categorías, todos los participantes son tan héroes de esta larga jornada de 15 días. Los que llegaron a la meta y los que se quedaron en la ruta.

Y, como en una gran fiesta no puede faltar la buena comida, mi esposa y yo terminamos la celebración del Dakar 2012 en un chifa de la calle Capón, el lugar donde se come el mejor chifa del mundo.

Felicitaciones para todos. Para el presidente del Rally Etienne Lavinge y todo su equipo, para las autoridades peruanas del anterior gobierno encabezadas por Arturo Woodman que lograron conseguir que Perú sea el destino final de la competencia, para el Ministro de Comercio Exterior y Turismo del actual Gobierno José Luis Silva y todos los miembros que hicieron posible la impecable organización, para los medios nacionales e internacionales que se encargaron de la cobertura periodística del evento, para el público por su entusiasmo y buen comportamiento y, sobre todo por su acogida a los participantes. Como ven, por donde se lo mire, con Dakar todos nos unimos y ganamos.