Archive for marzo 2011

Democracia y Religión

28 marzo, 2011

En un controversial fallo de hace solo unos días atrás, el Tribunal Constitucional (TC) emitió una sentencia en el sentido que «la presencia de símbolos religiosos como el crucifijo o la Biblia que se encuentran histórica y tradicionalmente presentes en un ámbito público, como en los despachos y tribunales del Poder Judicial, no afecta la libertad religiosa ni el principio de laicidad del Estado», declarando así infundada la demanda de amparo interpuesta por el abogado Jorge Manuel Linares Bustamante, que reclamaba el retiro de los crucifijos y la Biblia de los juzgados y tribunales del Poder Judicial.

Esta resolución coincide con el fallo de la Corte Europea de Derechos Humanos con sede en Estrasburgo del 18 de marzo pasado que establece que los crucifijos pueden quedarse en las aulas de las escuelas públicas italianas porque no violan el derecho de los padres a educar a sus hijos de acuerdo a sus convicciones, ante un reclamo de un grupo de ciudadanos no católicos, para retirarlos.

“Nosotros tenemos un estado aconfesional o laico como regla, pero la propia Constitución ha establecido en el artículo 50 que dentro de este régimen de independencia que tiene el estado con la Iglesia, la Iglesia forma parte del acervo histórico, cultural y moral del Perú y por lo tanto le presta su colaboración». Dijo el juez Eto Cruz y agregó:

«Históricamente, nadie que esté en su sano juicio puede negar la presencia de España en América Latina que vino con el idioma y el acervo religioso. Eso forma parte de nuestra formación cultural», señaló a ACI Prensa.

La Biblia y el crucifijo en un despacho judicial, explicó el juez Eto Cruz, no son un referente de «confesionalidad sino que se refieren al entroncamiento histórico cultural de estos símbolos en el Estado como tal».

Como era de suponer, esta sentencia ha puesto el tema sobre la mesa de discusiones donde unos defienden la posición del TC y otros la rechazan porque consideran que no fue una sentencia democrática sino sectaria y discriminatoria olvidando que hay otras religiones igual de importantes que la católica, como la evangélica que tiene cerca de cinco millones de seguidores en el país. Claro que existen más, entre ellas la protestante, budista, islamita, adventista, musulmana, indú y otras confesiones como los Hare Krhrishnas, anglicanos, mormones, testigos de Jehová y otras más. Tampoco se ha contemplado la posición de los agnósticos y ateos, que tienen todo el derecho del mundo de ser respetados.

Entonces ¿Por qué los seguidores de otras confesiones tienen que jurar ante la Cruz y la Biblia y no ante el Corán o cualquier otro símbolo? ¿Por qué en los salones de los planteles educativos, donde hay alumnos de distintas religiones, se colocan solo símbolos católicos?

Es verdad que en la actualidad el catolicismo es mayoritario, seguido por casi un 75% de la población peruana. En su época, fue la incaica, religión que desapareció con llegada de los españoles en 1532, la más numerosa de nuestra historia. Esto no quiere decir que no haya otras religiones a las cuales hay que respetar si realmente queremos vivir en democracia y deseamos convivir en paz con las minorías. Eso mismo lo propicia la Constitución del Estado que señala claramente que en Perú hay libertad de cultos. ¿Se justifica que en las entidades estatales haya solo imágenes católicas? Si nos jactamos de demócratas ¿por qué no permitir, por ejemplo, que se coloque la imagen de Buda en las entidades públicas?

Recordemos que la religión incaica era seguida por más de diez millones de habitantes y tenían como su máximo dios al sol (Inti), seguido de la tierra (Pacha Mama), la luna (Quilla) el agua, el fuego, y en fin la naturaleza misma. Lo que ocurrió fue que los españoles impusieron su religión atropellando y prohibiendo la incaica. Y quienes no se convertían, porque muchos no sabían el idioma español y no entendían lo que les decían, eran llevados a los tribunales de la santa Inquisición. Allí, después de ordenar su tortura, los ejecutaban y luego se apoderaban de sus bienes. Para recordar este penoso episodio de nuestra historia basta con visitar el convento de san Francisco en el centro de Lima, donde aún se conserva la sede de este nefasto tribunal que funcionó hasta 1822 en que se abolió.

Este fallo del TC trae al recuerdo otro privilegio que tiene la religión católica en nuestro país, el Concordato firmado por el gobierno peruano y el Vaticano en la época del Gral. Francisco Morales Bermúdez, donde se establece una serie de beneficios para los obispos y sacerdotes, a quienes se les considera como funcionarios del estado, con jugosos sueldos que son aplicados al presupuesto del Ministerio de Justicia, con derecho a jubilación y pensión. Y como si esto fuera poco, la jerarquía eclesiástica tiene un trato preferencial. La iglesia también recibe fondos para el funcionamiento de sus locales educativos, templos e instituciones de otra índole. Está exonerada del pago de impuestos y nadie controla sus ingresos por los bienes que alquila o vende.

Todo eso puede estar bien, siempre y cuando nos sobre la plata.

Con la ley de Igualdad y Libertad Religiosa aprobada por la Comisión de Constitución del congreso, se quiere legalizar el famoso Concordato firmado por Morales Bermúdez con el pretexto que las otras religiones también tengan los mismos beneficios. La verdad es que ninguna debería de tener estos privilegios en un país donde lo que más se necesita es precisamente de más fondos para bajar la extrema pobreza, prestar mejores servicios de salud y atender la alimentación de los niños desnutridos.

A propósito, a ningún candidato presidencial se le ha ocurrido hablar de estos temas, mucho menos del aborto, del matrimonio de los homosexuales y el combate al narcotráfico. Los candidatos han preferido escoger el camino de la payasada, asistiendo a programas cómicos, espacios faranduleros y recorriendo las calles a ritmo de huayno, cumbias y otros ritmos que ni siquiera lo saben bailar bien. Para colmo, se visten con trajes típicos de todos los lugares que visitan por más que no les quede bien ni para un baile de disfraces. Completando su show, los candidatos a la presidencia desfilaron al Arzobispado para recibir las bendiciones del Cardenal y luego todos, justos y pecadores, salieron felices con su rosario en la mano. Así están las cosas.

Carnaval abanquino ya es Patrimonio Cultural de la Nación

10 marzo, 2011

El carnaval de Abancay fue declarado Patrimonio Cultural de la Nación por resolución del Ministerio de Cultura “por su gran significación tradicional y contribución al fortalecimiento de la identidad regional y nacional”.

La resolución Nº 262-2011-VMPCIC.MC dice textualmente: de conformidad con los dispuesto por la Ley Nº 29565, Ley de creación del Ministerio de Cultura, Ley Nº 28296, Ley General del Patrimonio Cultural de la Nación, su Reglamento aprobado por Decreto Supremo Nº 011-2006.ED, el Decreto de Urgencia Nº 066-2010 y el Decreto Supremo Nº 017-2003-ed, que aprueba el Reglamento de Organización y Funciones del Instituto Nacional de Cultura; resuelve: Artículo Único.- DECLARAR PATRIMONIO CULTURAL DE LA NACIÓN, al Carnaval de Abancay, Región de Apurímac.

No hay duda que esta declaratoria es un justo reconocimiento para todas aquellas generaciones de hombres y mujeres que supieron conservar las tradiciones de la capital de la Región Apurímac. Es un merecido galardón para los forjadores de esa rica cultura abanquina, un premio a la preservación de sus costumbres, sus danzas y su música.

Nuestra felicitación a quienes tuvieron esta brillante iniciativa, a quienes tramitaron este reconocimiento y sustentaron con claridad el valor de nuestros carnavales. Al primer equipo ténico que se formó presidido por el entonces alcalde Manuel Campos Céspedes, al actual alcalde Noe Villavicencio, que continuó con los trámites, a los señores Jorge Ascue, presidente de la Asociación de Artistas Musicales, Lino Ballón, Gilda carrera,al Director de Dircetur Wilbert Oraica, a Rolando Luna, Hermógenes Rojas, Alexis Vargas, Teresa Martínez, Wilfredo Oré y a los que fundamentaron el valor cultural del carnaval abanquino entre ellos a Lucio Castro, Fritz Naveda, Lidia Mendívil, Bonifacio Barazorda y Jorge Valdivia. Sus nombres quedarán tallados en la historia cultural abanquina.

Esta distinción, estoy seguro, tendrá un efecto positivo e inmediato en el turismo, la cultura y la economía de la tierra de Micaela Bastidas, que no hay desaprovechar. Sin embargo, para que esto se materialice hay que trabajar de manera conjunta, apoyando las buenas iniciativas y poniendo en acción a toda la colectividad porque esta es una fiesta de todos. Que este reconocimiento se convierta en el más grande motor del desarrollo abanquino y regional. Esto, nos obliga, a la vez, a cuidar y mejorar la coreografía de esta bella danza que se caracteriza por su gracia y picardía, igualmente su vestimenta y todo aquello que sirva para hacerla más grande y magestuosa.

En esta tarea deben participar las universidades, investigando, innovando y vigilando que no se salda de su autenticidad. Se debe diferenciar claramente la fiesta popular que se desarrolla en calles y plazas con la presentación artística que se ofrece en las actuaciones culturales o en el escenario, mucho más en las presentaciones en Lima, donde el trabajo debe ser más depurado, cuidando que los movimientos sean muy bien estudiados y ensayados, de ninguna manera improvisados. Igualmente se debe poner mucho cuidado en la selección de los participantes para que las danzarinas muestren la belleza y gracia de la mujer abanquina y los danzantes esa alegría que caracteriza a nuestros jóvenes, que viven orgullosos de su tierra. haciendo que en cada uno de sus movimientos se dibuje el enamoramiento y conquista a sus parejas. El zapateo debe ser una competencia entre las parejas y no una simple y ruidosa presentación grupal. Se debe mostrar a través de esta manifestación cultural la variedad de juegos propios de los carnavales y no solo de serpentinas y mistura. Falta una algoría a las comadres y compadres, al árbol de la yunza. Los participantes, igualmente, deben hacer gala de picardía y burla, sin descuidar sus habilidades para enamorar a su parejatras. Las parejas deben demostrar sus habilidades en el zapateo, una a una, en una franca competencia de estilos y movimientos, sin dejar de burlarse una de la otra y sonreir. No es cuestión de zapatear hasta romper el piso, sino mostrar arte y belleza y variedad de movimientos.

Pienso que la única forma que mejoren las cosas es buscando asesoramiento de coreógrafos profesionales y que sean las universidades las que se conviertan en laboratorios donde se adecúen los ritmos populares para llevarlos al escenario. Todo se puede hacer si hay un buen proyecto y la decisión de materializarlo porque talentos hay, lo único que falta es convocarlos y darles todas las facilidades sobre todo en infraestructura, dirección y tiempo para sus ensayos, sin descuidar los incentivos económicos que se merecen por su trabajo. En las calles el pueblo tiene derecho a manifestarse como quiera, pero en el escenario se debe mostrar el resultado de un trabajo serio, talentoso y profesional.

Y no solo en el baile donde hay mucho por hacer sino también en la música, arte por demás abandonado. No se cuenta ni siquiera con un archivo de toda la producción musical abanquina, ni mucho menos con un centro de estudios donde se investigue esta expresión cultural desde el huayno abanquino, los carnavales, hasta los nuevos ritmos creados por las nuevas generaciones. Se está perdiendo el bordoneo de la guitarra que le da el estilo peculiar al huayno abanquino. Eso mismo sucede con la mandolina, el rondín y la tinya que tienen su propio estilo pero en peligro de desaparecer por la falta de nuevos cultores. Como si estuviéramos todavía a inicios del siglo pasado, todo se deja al entusiasmo de los aficionados y a la buena suerte. A nadie se le ha ocurrido escribir partituras, ni almacenar la gran riqueza musical abanquina.

No desaprovechemos pues este reconocimiento y trabajemos con seriedad para conservar en lo más alto el título de «Patrimonio Cultural de la Nación».