Los aretes de la abuela

Ismael a sus 16 años se había convertido en el alumno más aplicado de su clase y en un auténtico pívot del baloncesto. Cursaba el cuarto año  de Secundaria en el colegio Miguel Grau de Abancay y Ruth el tercero en el Santa Rosa. Ella, estaba a punto de cumplir sus 15 años y sus padres le tenían una sorpresa: darle una fiesta donde también luciría por primera vez los aretes y el anillo que la familia guardaba celosamente bajo siete llaves porque eran herencia de la abuela quien, a su vez, las había heredado de la.

La abuela, salteando al sucesión, dejó en herencia a su bisnieta con la condición que le entreguen el día que decida casarse con el hombre que verdaderamente lo ame.

Al menos eso es lo que contaban ellos a sus amigos en sus reuniones sociales, con la frente erguida porque creían que por sus venas corría todavía algunas gotas de sangre azul.

Las joyas nunca las sacaban porque destinadas a la nieta, de acuerdo al testamento firmado en una notaría y cuya copia la tenían en el mismo cofre donde estaban los aretes y el anillo de marras. Los aretes y el anillo tenían un gran valor sentimental para la familia, no solo porque habían pasado de generación en generación sino por su origen y peculiar diseño. Se creía que eran de la Reina Isabel de España, en la época en que tuvo que deshacerse de sus alhajas para financiar el viaje de Cristóbal Colón.

En el testamento, firmado por la abuela tres días antes de su fallecimiento y cuando Ruth apenas tenía un mes de nacida, figuraba claramente que solo se le entregaría el día que contraiga matrimonio con el hombre que ame. Esa era la condición.

Sin embargo, los padres de Ruth querían que por esta vez las luzca en su fiesta de quince años, por más que alguien les advirtió que eso le traería mala suerte. Pero la ostentación pudo más que la superstición.

Ismael, tal como acostumbraban los estudiantes de esos tiempos, todas las tardes iba con sus compañeros a la plaza de Armas antes de entrar a sus clases, para sentarse en los muros que dividían por entonces la plaza de la calle y contemplar a las chicas que pasaban luciendo sus uniformes color azul.

Dicen que, de tanto ir el cántaro a la fuente, termina rompiéndose, y eso mismo ocurrió con el corazón de Ismael, quien de tanto ir a ver a las chicas se prendó de Ruth rompiéndole el corazón. En cambio la muchacha, por más que le gustaba Ismael aparentaba no importarle porque sabía que esa relación no podía darse ya que sus padres la tenían más vigilada que a una doncella destinada a convertirse en la consorte del heredero del trono.

Era consciente que sus padres, quienes se creían la divina pomada, jamás permitirían que el hijo de un humilde artesano y una vendedora de aznapas, se conviertan en sus consuegros, por más honestos y trabajadores que sean, Eso ni de vainas porque su única hija merecía un príncipe azul.

Sin embargo del semejante prejuicio, Cupido logró dar con su flecha en el corazón de Ruth y en la primera ocasión que Ismael tuvo le declaró su amor. No fue fácil convencerla por el qué dirán de la gente y la férrea oposición de los padres de la bella quinceañera. Pero cuando el amor ataca no hay barreras que lo contengan y, justo antes de su cumpleaños número 15, el más esperado por todas las adolescentes, le dio el sí.

A partir de ese momento, sus citas eran clandestinas para que los padres de Ruth no se enteren de esa relación de novela entre “una princesa y un poblano”, Nadie podía enterarse, excepto sus amigos más íntimos, de ese amor imposible, como los que relataba Corin Tellado en sus novelas o esas tiernas historias de amor que están en el imaginario colectivo. Ese amor que nos hace perder el aliento y nos arranca la vida, parecido al de Romeo y Julieta narrado por el gran William Shakespeare, donde dos jóvenes de familias contrarias: los Capuleto y los Montesco, se enamoran.

Un amor imposible como la del joven Werther, quien  por enamorarse de Lotte, una bella joven comprometida con un hombre 11 años mayor que ella sufre lo inimaginable, en la magistral obra escrita por Johann Wolfgang von Goethe,

Una unión dolorosa como es el caso de María, quien padece de una extraña enfermedad que se agrava con la ausencia de su amado Efraín, quien tuvo que partir de su lado para estudiar en otra región, narrada maravillosamente por Jorge Isaac.

Una historia distinta, pero igualmente desgarradora, como la que describe Gabriel García Márquez, en su obra Del Amor y otros Demonios, uno de sus libros más entrañables donde cuenta la historia de Sierva María de todos los Ángeles, una pequeña niña que fue mordida por un perro, el cual se cree que tiene rabia. Sierva, al no morir, es considerada como una mujer a la que el demonio ha poseído. En la América esclavista del siglo XVIII, su padre la lleva a un convento para que curen a la pequeña niña.

Como el padre de la pequeña es hija del marqués de Casalduero, el obispo le encarga a su hombre de confianza, el padre Cayetano Delaura el exorcismo de la niña. En un giro inesperado, el cura Cayetano se obsesiona con Sierva María, ambos se enamoran y se encuentran cada noche para besarse y acariciarse en un éxtasis absoluto. Sin embargo, un día, las monjas lo acorralan y lo mandan a cuidar leprosos de por vida. Sierva María es sometida al exorcismo y muere de tristeza.

Lolita, es otra obra de un amor imposible escrita por  Vladimir Nabokov, llevada al cine, trata del amor de un hombre de mediana edad que se obsesiona con su hijastra de 12 años, es, además de un clásico, una historia escalofriante. Humbert debe cuidar a su nueva hija, a quien desea poseer tras la muerte de su madre. La niña renuncia a la inocencia de forma precipitada para convertirse en lo que ella considera que debería ser una mujer, todo ello con fin a obtener los privilegios reservados solo a los adultos.

Lolita conoce a un joven llamado Quilty con quien escapa a Alaska y, años más tarde Humbert encontrará a la pareja y los convierte en partícipes de un final poco feliz.

Lo que el viento se llevó, escrita por  Margaret Michel, es uno de los libros más vendidos de la historia, probablemente debido a su adaptación cinematográfica que lo convirtió en un ícono de la cultura contemporánea. La novela cuenta la historia de una joven llamada Scarlett, quien proviene de una familia aristócrata sureña en la época de la Guerra de Secesión y vive enamorada de Ashley Wilkes. Sin embargo, Ashley se casa con otra mujer que más adelante se convertirá en la mejor amiga de Scarlett.

Y, así podemos mencionar muchos casos de amores imposibles. A mí particularmente me cautivó la historia de Ismael y Ruth, cuyos nombres fueron cambiados para evitar conjeturas.

Y bien, los preparativos para la fiesta de quince años, estaban prácticamente culminados. Todo se había previsto, incluido la lista de invitados, donde aparecían en primer lugar los hijos de los amigos de los padres de Ruth, incluidos sus papás, y en segundo lugar algunos compañeros de Ismael, menos él.

-Pero mamá, Ismael es del grupo de mis amigos. Todos estudian en el Colegio Grau.

-Nada de peros, tu padre no quiere saber nada con él, no sé por qué, ni yo tampoco quiero saberlo.

-Entonces, si él no es invitado, no quiero ninguna fiesta.

-Ni lo pienses, ya el gasto está hecho, Tu padre, haciendo miles de sacrificios, ha contratado a la orquesta de los Hermanos Giraldo del Cusco, los vestidos han costado un ojo de la cara comprados en la casa Vestilux y los zapatos en la Casa Paredes del Cusco, la señora Hortensia Trujillo se encargará de los bocaditos, la fiesta será en la piscina Cristal, ya hemos hablado con el Dr. Díaz. Tu padre botará la casa por la ventana y ahora me sales con que no quieres fiesta porque no está en la lista de invitados el mequetrefe de tu amiguito Ismael.

Ruth, no le contestó una sola palabra a su madre y se fue a su cuarto para llorar como María Magdalena.

Y en la primera ocasión que tuvo, citó a su enamorado para decirle que no sería invitado.

-Si tú no vas, no quiero ninguna fiesta.

-Ruth, por favor, te pido que deseches esa idea. No te preocupes por mí, estarás en mi pensamiento y en mi corazón en todo momento. Te lo prometo. Es posible que tus padres ya sepan de nuestra relación, por eso tomaron esa decisión.

-Será como tú digas, pero esto es injusto.

El día de la fiesta, los chicos y chicas, reunidos en un aparte murmuraban por la ausencia de Ismael. No podían explicarse las razones de su ausencia. No obstante, con los primeros cócteles y la buena música se olvidaron de todo, salvo los amigos más íntimos de la pareja.

Ruth estaba radiante de belleza. Su traje color melón hacía juego con su rostro angelical tostado por los brillantes rayos solares abanquinos. La maquilladora no tuvo mayor trabajo para darle el toque final delineando sus labios con un color rosa, mucho menos para hacerle el peinado adecuado para que destaquen los aretes de la abuela que rato antes le habían entregado sus padres. Hasta el anillo hacía juego con su indumentaria. Se la veía más esbelta con los zapatos de taco alto y su cintura de avispa.

En medio de fanfarrias ejecutadas por la orquesta Giraldo, ingresó al salón del brazo de su orgulloso padre, ambos sonreían, no obstante que ella tenía un dolor oculto por la ausencia de Ismael. Hubiera preferido verlo bajo esa carpa artísticamente arreglada.

A su ingreso, una lluvia de rosas cayó sobre ellos y a medida que avanzaban al centro del salón los invitados los aplaudían de pie. Los cuatro costados de la piscina Cristal estaban iluminados y al centro flotaba un hermoso ramo de rosas. Luego de un breve discurso, el orgulloso padre dio inicio a la fiesta bailando con su adorable hija el Danubio Azul.

Chicos y chicas se divertían como nunca, mientras los mozos pasaban cócteles elaborados con las más variadas frutas y poco alcohol, hecho que obligó a algunos jóvenes a darle una propina al mozo para que carguen sus copas, porque les parecía un simple jugo de frutas.

Luego de la algarabía de las primeras horas, entre ritmos movidos al estilo de la Sonora Matancera. Los rock and roll de Elvis Presley y Enrique Guzmán, los twist de Chubby Ckecker y los merengues pegaditos, la orquesta interpretó una balada que Ruth no quiso bailar y se fue donde estaban sus amigos más cercanos.

Ante las insistentes preguntas de sus amigas, Ruth les confesó que estaba muy apenada por la ausencia de Ismael y qué no daría para bailar siquiera esa pieza con él. El run run de su aflicción corrió como reguero de pólvora hasta llegar a los oídos de los amigos de Ismael quienes ya estaban muy animados con los cocteles “especiales” que los mozos les habían preparado.

-¡Carajo, esto no puede ser, me saca bronca! Gritó uno de ellos golpeando con el puño la mesa donde estaban las copas, haciéndolas saltar.

-tranquilo Javier, tienes razón, reconozco que sus amigos somos una mierda y eso duele.

Luego de un momento, Valeria se acercó a la dueña del santo y le dijo al oído.

-Por favor, Roberto te espera en los jardines, dice que es urgente.

Solo así, Ruth se animó a salir del salón mientras sus padres se hallaban bebiendo y comiendo opíparamente en un apartado con unos familiares y amigos.

Roberto, apenas la vio a Ruth la tomó de la mano y se pidió que lo acompañara hasta afuera, justo a orillas del Marino, cuyas aguas circulaban raudamente por la temporada de lluvias.

Allí estaba Ismael, vestido elegantemente, como un invitado más y la recibió con un hermoso ramo de flores.

-No podía dejar de verte, le dijo mientras se abrazaron y besaron ardorosamente.

En ese instante, a pedido de uno de los chicos, la orquesta empezó a tocar un rock lento que se escuchaba nítidamente en las afueras del salón de baile. Era la canción de ambos, y sin decirse una sola palabra empezaron bailar a orillas del río. La noche estaba bellamente estrellada y daba la impresión que el rumor de las aguas del Mariño también seguía el ritmo de la canción y hasta el pisonay que los cobijaba parecía batir sus ramas, lleno de felicidad.

La cita solo duró el tiempo que duró la balada, pero lo suficiente como para hacerles olvidar a ambos los malos momentos que habían pasado. Bastó ese sublime instante para hacer de la fiesta la más inolvidable de sus vidas.

Con los primeros rayos de luz y al ritmo de una marinera y el remate de un carnaval abanquino, bailado por todos los invitados, la fiesta acabó. Todos estaban felices. Los chicos retornaban a sus casas a pie, cantando a capela los temas de moda y las chicas en los vehículos de sus padres.

En el Salón, de pronto la madre de Ruth exclamó:

-¡El arete! ¿Ruth, dónde está el arete?

Fue cuando la muchacha se tocó ambas orejas y recién se dio cuenta que le faltaba un arete, el famoso arete de la abuela que tanto cuidaban sus padres.

La búsqueda fue infructuosa en todos los rincones del salón, los jardines y en todos los lugares donde ella estuvo. Hasta que recordó de su salida para verse con Ismael, pero se resistió a comentarlo para guardar el secreto de su cita.

Al día siguiente el escándalo fue mayor cuando su padre dijo que sospechaba que algún invitado lo pudo haber robado.

-¡Ni te atrevas a comentarlo! Gritó la madre. Todos los invitados se ofenderían. La culpa es de Ruth por no haber tenido cuidado.

-Tú fuiste mujer de la idea que esas joyas las luzca en su cumpleaños. Tú eres la culpable.

A partir de ese momento la vida de Ruth y de su familia  no fue la misma. Su casa era un infierno. Sus padres le sacaban en cara todos sus errores. Ya estaban enterados de su relación con Ismael y no le permitían salir de la casa para nada.

-Mañana mismo pediré tu traslado a un Colegio de Lima. Ahora me doy cuenta por qué ha bajado tu rendimiento en tus estudios. Claro, tienes la cabeza metida en otra cosa. ¿No sabes que el par de aretes tienen un incalculable valor? Uno solo no vale nada, Y el deseo de tu abuela que los luzcas en tu matrimonio se ha ido al agua.

Al escuchar la palabra agua, Ruth se acordó del encuentro con Ismael a orillas del Marino y pensó que el arete pudo haberse caído allí. Pero ella no podía ir porque estaba impedida de salir de la casa. Fue cuando le escribió una carta a Ismael para que, por si acaso, vaya a buscarlo,

Pero eso no fue todo, en la carta también se despedía de él porque sus padres habían decidido trasladarla a un colegio de Lima, donde terminaría la Secundaria. Le ofrecía escribirle. Y así fue.

Durante varios días Ismael buscó denodadamente el pendiente, sin suerte. Cuando pasó la temporada de lluvias, les pidió a sus amigos para que le ayuden a desviar las aguas del río y luego de denodados esfuerzos, cuando ya todos estaban a punto de arrojar la toalla y dar por terminada la búsqueda, uno de ellos escarbó en la arena húmeda y en el puñado que lo tenía entre sus manos apareció el arete.

¡Ampay! Gritó, pero todos pensaban que se había vuelto loco o estaba haciendo una broma.

¡Lo tengo! ¡Encontré el arete!, gritó una vez más.

Ismael, de un solo saltó llegó hasta él y no podía creer lo que sus ojos veían. Ahí estaba el arete que tanto problema había causado, al extremo de perder al amor de su vida.

-Se lo entregaré sus padres para que la dejen tranquila a Ruth.

Ese mismo día se fue a la casa de los papás de la muchacha y al tocar la puerta salió una persona extraña.

-Disculpe, busco a los papás de Ruth.

-Ya no viven aquí. Vendieron la casa y se fueron del todo a Lima. Ahora mi esposa y yo somos los nuevos propietarios.

-No me diga, no puedo creerlo. Gracias por la información, hasta luego.

La ilusión de Ismael era entregarle personalmente a Ruth el arete perdido. Algún día será, pensó. Pero con el paso de los años, Ismael y Ruth dejaron de comunicarse por más que en un principio en cada misiva ambos se prometían un amor eterno.

Los dos habían terminado la Secundaria y seguían una carrera, ella en la Universidad Católica de Lima, donde sus padres siempre quisieron que estudie por ser la mejor de la Capital y él en la Universidad San Antonio Abad, la mejor del Cusco, pero donde no se pagaba nada porque, de lo contrario, sus padres no hubieran podido solventar sus estudios.

Y como dice la canción, la distancia es el olvido. Esa misma sentencia se cumplió en parte con ellos, porque al menos Ismael, no obstante de haber tenido dos enamoradas, no pudo olvidarla, su pensamiento siempre volaba al pasado cada vez que veía el arete dado por perdido que lo tenía en su poder y recodando su última cita a orillas del Mariño.

Su estrecha situación económica lo obligaba a trabajar en lo que podía, unas veces ayudando a sus profesores de Ingeniería en las obras que tenían a su cargo en la misma ciudad o en la construcción de carreteras que se hacían en provincias. No tenía absolutamente tiempo para nada sino para dedicarse de lleno a sus estudios y al trabajo. Y en las pocas horas que le quedaban estudiaba inglés por correspondencia, idioma que lo aprendió rápidamente guiando a los mochileros que llegaban del extranjero al Cusco. Y como si esto fuera poco, los fines de semana practicaba con sus amigos el deporte que lo apasionaba, el basquetbol.

Pero, ese sacrificio no fue en vano, tuvo una gran recompensa, lograr una beca integral en una de las mejores universidades de los EEUU. A donde viajó.

En cambio a Ruth no le fue bien. Mientras estudiaba en la universidad, su padre enfermó gravemente con un cáncer y requería de un tratamiento muy costoso. Sus ahorros acumulados en Abancay se habían agotaron en los pagos a una de las clínicas ubicadas en el distrito de San Borja. Lo internaron allí no obstante de estar asegurado en EsSalud por influencia de las amigas de la madre, quienes le dijeron que “la atención en los hospitales del estado no era tan buena y que podía perder la vida”. Por eso decidió internarlo en una clínica privada donde le sacaron un ojo de la cara.

-Hija ¿qué hacemos? Nuestros ahorros se han acabado.

-¿Por qué no lo internamos en EsSalud?

-Mis amigas me han  dicho que en esta clínica están los mejores médicos y además puede recibir visitas a cualquier hora. Mira, tiene un cuarto para él solo.

-Bueno, dejaré la universidad un semestre y me pondré a trabajar. Pero por favor no se lo digas a mi padre.

-Está bien hijita.

La situación económica de la familia se agravaba cada día. Ruth empezó a trabajar en una Notaría como secretaria. A los pocos días que se inició en el trabajo, el hijo del Notario le echó el ojo por su belleza. Y en  la primera oportunidad que tuvo la invitó a salir.

-No puedo, señor Martinez, tengo que trabajar y luego ir a ver a mi padre que está muy delicado de salud.

-No te preocupes, eso lo arreglo yo, hablaré con mi padre, A propósito ¿Dónde está?

-Está en una reunión con el señor Orellana viendo el caso de unos terrenos que los quiere inscribir en Registros Públicos.

-Eso tendrá para rato, cuando hablan de negocios se demoran todo el tiempo que quieren. Bueno será mañana.

El mismo notario estaba interesado en que su engreído salga con Ruth porque lepareció una muchacha muy responsable, trabajadora y honesta, y en la primera ocasión que tuvo le dijo que cada vez que su hijo se lo pida salgan porque “después de todo la juventud tiene derecho a divertirse”

Las citas del hijo del notario con Ruth eran cada vez más frecuentes y los acercamientos de él a ella, cada vez más osados. Hasta que en la primera oportunidad que tuvo, luego de un almuerzo, el hijo de papá, so pretexto de llevarla a la clínica la invitó a subir al auto y le propuso ir a un motel y como ella se resistió intentó besarla a la fuerza dentro del carro, pero ella logró zafarse de la presión de sus brazos y se bajó del vehículo.

Los días pasaban. el cáncer del padre avanzaba y las necesidades de dinero aumentaban. Un día la muchacha sacó algunas joyas que tenía guardadas, entre ellas el arete de la abuela y se fue a una casa de empeños del Jr. De la Unión, que funcionaba con la fachada de joyería.

-¿Y dónde está el par de este arete? Preguntó el propietario del establecimiento.

-Se ha extraviado.

-Si tuviera el otro par valdría algo más porque se ve que es muy antiguo, pero solo no tiene ningún valor. Le daré 90 soles. Por el resto 550. No olvide que si no los saca en 30 días, además de una comisión del 30%, perderá sus joyitas.

El dinero que Ruth recibió por el empeño de las joyas no era suficiente para solventar los gastos de la familia y no le quedó otra cosa que recurrir a su jefe.

-Señor Martínez, le quiero pedir un favor, necesito un adelanto para comprar unas medicinas para mi padre.

-¿Qué pasa con su padre?

Y es cuando le contó toda la historia…

-Mira hijita, no te preocupes, lo importante es salvar la vida de tu padre. Hagamos una cosa. Mi amigo, el Sr. Orellana, les puede avalar en el banco el dinero que quieran, con tal que tú y tu mamita le firme un papel dando de garantía el departamento donde viven. Esa es la solución, ¿qué te parece?

-No sé, señor Martínez, tendría que consultar con mi madre.

-Está bien. Ah, también consúltale que si desearía ser mi consuegra. Ja Ja Ja. Como te habrás dado cuenta, a mí no se me pasa nada, mi hijo me ha contado que está muy enamorado de ti. Escucha, si formalizas la relación con mi hijo, te prometo que esa deuda que contraigas con el Sr. Orellana pasará a mis manos y todo quedará en familia, ya es tiempo que que Elías siente cabeza y yo y mi mujer tengamos nietos ¿qué te parece?

El chantaje estaba hecho. Y Ruth no sabía qué diablos hacer. Cuando se lo comentó a su madre, ella admitió que la única forma de salvar a su marido era sacarlo de la clínica particular y llevarlo al Instituto de Enfermedades Neoplásicas, pero antes tenía que saldar las deudas con la clínica. De lo contrario no podía pedir su traslado.

-Todo es gasto, esto es de nunca acabar. Hijita, si tú lo deseas hipotequemos la casa y luego que te cases con el hijo del notario lo recuperamos, tal como te ha ofrecido el señor Martínez.

Entretanto, Ismael que ya había terminado un post grado en la Universidad de Harvard y dirigía una empresa multinacional, se había convertido en un hombre de gran solvencia económica y decidió darse unas vacaciones en su tierra natal. Luego de muchos años, decidió retornar a Abancay para reencontrarse con sus amigos y de paso llevar una ayuda económica a sus familiares y a los niños del que era su barrio en la infancia.

El encuentro con ellos fue muy emotivo. Con ellos recorrió los más bellos parajes del Mariño, recordaron todas las veces que fueron a hacer pozas para bañarse y luego recorrer por las orillas hasta llegar a Condebamba, Y en reconocimiento por la donación que hizo para la construcción de un campo deportivo, el municipio le entregó un diploma..

El último día de visita en Abancay, Ismael invitó a un almuerzo a todos sus excompañeros de estudio y algunos amigos. Fue una reunión de recuerdos, bromas y buena comida. Hasta que uno de ellos le preguntó por Ruth.

-¿Sabes algo de ella?

-No, desde que me fui de Abancay no la he vuelto a ver más.

Al escuchar la conversación uno de los asistentes, familiar de Ruth,  intervino.

-Ella nunca te olvidó. Hasta donde sé no volvió a tener enamorado por mucho tiempo hasta que conoció a un tipo que en la familia no le tenemos mucha confianza. Mira, nos ha enviado su parte matrimonial, se casará la próxima semana pero estoy seguro que será por interés porque mi tío tuvo un cáncer que casi lo lleva a la tumba y estuvieron a punto de perder la casa. Ninguno de sus familiares viajaremos para su boda. Si quieres quédate con el parte.

Al día siguiente Ismael retornó a Lima, para continuar viaje a los Estados Unidos. Pero antes de ir al aeropuerto se dio una vuelta por el tradicional Jirón de la Unión para buscar algunos regalos para sus amigos y entró a varias tiendas entre ellas a una joyería.

No podía salir de su asombro al ver en la vitrina de exhibición el arete de Ruth junto a otras joyas que estaban en remate.

-¿Este arete tiene par? Preguntó como quien no le dio importancia. No, por eso lo estamos rematando, lo dejó en empeño una señorita, junto a estas otras joyas, pero no ha vuelto más.

-¿Y cuál es el precio?

-¿Del arete?

-Sí, de todas las joyas que están en empeño.

-Bueno, déjeme calcular, umm, con los interes y moras…más o menos unos tres mil soles.

-Me los llevo, envuélvalos por favor. El arete lo coloca separado en un estuche, el más bonito que tenga por favor.

Cuando Ismael retornó al hotel hizo dos cosas, primero comparar el arete que había rescatado de la casa de empeños con el que él lo tenía, es decir el que se perdió en la ribera del Mariño. Era exactamente su par. Y luego llamó a la compañía de aviación para postergar el vuelo por una semana.

La Iglesia Virgen de Fátima de Miraflores, estaba repleta. Los invitados lucían sus mejores galas. El novio acompañado de su madre esperaba delante del altar la llegada de la novia, quien hizo su aparición del brazo de su padre, repuesto del cáncer que lo había tenido atormentado durante meses. En el rostro de ambos se notaba una pena oculta pero que lo sabían disimular muy bien para evitar las murmuraciones. El camino hacia el altar le pareció a la novia mucho más largo del que imaginó, por las miradas que se clavaban en su figura, revisándola de pies a cabeza.

La ceremonia empezó y llegó el momento en que el sacerdote pregunta, medio en serio, medio en broma si había alguien que se oponía a esa unión.

Desde lejos se escuchó una voz fuerte y segura mientras un hombre vestido de impecable terno oscuro empezó a caminar hacia el altar.

-¡Yo me opongo, reverendo sacerdote, señores invitados. Me  opongo porque esta boda es obligada, no es una unión por amor, es por solucionar el pago de una deuda. Y aquí traigo las pruebas. Este es un recibo del pago de una hipoteca al banco que hice esta mañana por 50 mil dólares. Pero eso es lo de menos. También traigo los aretes de la abuela de la novia que le dejó en herencia con la condición que se case con el hombre que realmente lo ame. Esta es la copia del testamento.

Finalmente, me gustaría que usted le vuelva a preguntar que si realmente acepta a este hombre como su esposo.

Un silencio sepulcral se apoderó de la Iglesia, el sacerdote no sabía qué diablos hacer, nunca le había pasado eso en toda su carrera sacerdotal. Los invitados se miraban uno a otros. Pero no fue necesario que el confundido sacerdote haga la pregunta nuevamente porque Ruth corrió hasta el lugar donde estaba Ismael, lo abrazó entre lágrimas y delante de todos lo besó apasionadamente.

La pareja salió a un taxi que los esperaba y emprendieron viaje a un hotel de Paracas.

Una semana fue suficiente para regularizar la visa, comprar los pasajes y dejar todo en orden.

Hoy la feliz pareja vive en Nueva York junto a sus dos hijos.

Inspirado en esta historia compuse una canción que se la enseñé a mi amigo “El Viejo” Vargas, cuando aún estaba con vida quien, cada vez que se reunía con sus amigos en sus noches de bohemia, la cantaba con visible emoción porque conocía la historia. Finalmente llegó a oídos de la cantante Josefina Ñahuis, quien la grabó en su primer CD, canción que la pueden escuchar buscando en google “Debajo del Quisapata” cantado por Josefina Ñahuis.