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EL SIGNIFICADO DE LA NAVIDAD

23 diciembre, 2016

La Navidad es una de las festividades más importantes del mundo cristiano, junto con la Pascua de resurrección y el Pentecostés (La venida del Espíritu Santo y el inicio de las actividades de la Iglesia).
El nacimiento de Jesús en un pesebre de Belén, se celebra en las Iglesias católica y anglicana, en algunas comunidades protestantes y en la mayoría de las Iglesias ortodoxas. En otras iglesias como la ortodoxa rusa o de Jerusalén, que no aceptaron la reforma hecha al calendario juliano de pasar al calendario gregoriano, nombre derivado de su reformador el papa Gregorio XIII, se celebra el 7 de enero.
Los angloparlantes utilizan el término “Christmas”, cuyo significado es “misa de Cristo”. En algunas lenguas germánicas, como la alemana, la fiesta se denomina Weihnachten, que significa ‘noche de bendición’.
Celebrar la Natividad, es pues celebrar el nacimiento de Jesús. Aunque la tradición indica que el nacimiento de Jesús se produjo un 25 de diciembre, en Belén, algunos historiadores creen que la verdadera natividad del hijo de Dios, tuvo lugar entre abril y mayo. Esta teoría se basa en cuestiones geográficas que no se pueden descartar porque, como sabemos, en el hemisferio norte el mes de diciembre coincide con el invierno, lo cual pone en duda que, con tanto frío, los pastores hayan estado al aire libre. Asimismo, que el cielo de esa noche haya sido estrellado por estar nevando.
Sea como fuere, la Iglesia Católica resolvió mantener el 25 de diciembre como la fecha convencional de la navidad y hay que respetar esa decisión. Se cree que se adoptó esta fecha para que coincida con los ritos paganos por el solsticio, que también se realizaban el 25 de diciembre, antes del nacimiento de Cristo, entre estos el Cápac Raymi de los Incas y el Natalis Solis Invicti de los romanos.
El caso es que, desde tiempos remotos, el mundo cristiano celebra la Navidad con un banquete que comienza con la cena del 24 de diciembre y se extiende hasta después de la medianoche, es decir, hasta el día del nacimiento de Jesús.
Días antes, como ya se ha vuelto una tradición, se arman los nacimientos o pesebres, se cantan villancicos y se adorna un árbol.
En algunos países, como en los EEUU, la Navidad tiene también como símbolo a Papá Noel, conocido como San Nicolás y Santa Claus, un personaje inspirado en un obispo griego, que se encargaba de llevar regalos a los niños pobres a las 0 horas del día 25 de diciembre. Lamentablemente hoy, este personaje es utilizado más con fines comerciales que religiosos
En el Perú, esta fiesta se celebra dándole énfasis a los nacimientos que se arman en iglesias y en los hogares. En Cusco la fiesta más importante es el Santuranticuy, que tiene lugar en la plaza de armas donde los visitantes adquieren artesanías vinculadas a la Navidad. Los artistas más destacados se preparan para exhibir y vender sus obras de arte. Se visita todos los templos para admirar los nacimientos y también algunos hogares privados donde también se armas los más bellos nacimientos.
En Ayacucho y otras regiones, sucede lo mismo. En Abancay, capital de la Región Apurímac, se vive la Navidad con especial alegría. Recuerdo que hace ya más de medio Siglo, las familias católicas abanquinas, entre ellas la mía, seguían a pie juntillas todas las tradiciones religiosas, particularmente la Semana Santa, y la Navidad, sin dejar pasar por alto el día de la virgen del Rosario, Patrona de Abancay y las celebraciones en honor de todos los santos y vírgenes.
Días antes, luego de la primera misa de adviento, mi abuela y sus hijas, entre ellas mi madre, se reunían para planificar la Navidad. En el programa no podía faltar la misa en la Catedral y luego la adoración al Niño.
En la cena no faltaba el tradicional pavo, el rey de las aves, y al horno, debido a su abundancia, porque la diosa naturaleza le regaló a Abancay un clima ideal para la crianza de aves de corral. Por eso, en la casa más humilde o en la residencia con amplios jardines, jamás faltaba un ave de corral, entre los que destacaba el famoso pavo, sentenciado a morir antes del 25 de diciembre.
En la cena de Navidad, tampoco faltaban los famosos dulces de nísperos, duraznos, membrillos, peras, es decir, los dulces de algunas de las frutas que crecen en las fértiles tierras abanquinas, por consiguiente en la quinta de mis abuelos.
Días antes de la Navidad, los chicos salíamos a recoger musgos y piedras pequeñas de las orillas de los ríos, paja de las alturas del Quisapata y otras plantas y flores, para armar el nacimiento.
En la Noche Buena, antes de irnos a acostar los niños teníamos que dejar nuestros zapatos en las puertas del dormitorio o en las ventanas, para que el Niño Jesús nos deje un regalo, y rezar hasta el cansancio para que no se olvide de nosotros.
En mi época, no lo conocíamos a Papa Noel porque su trineo nunca pasaba por Abancay. No lo hacía seguramente porque allí no había nieve, sino todo lo contrario, un agradable calor, tanto en el ambiente como en los hogares.
Claro, a veces llovía, pero jamás caían copos de nieve, como en el hemisferio norte. En esa época, Tampoco se acostumbraba dejar los regalos al pie del árbol. Al día siguiente los encontrábamos junto a nuestros zapatos. Y, a veces, un sobre con una buena propina.
Es cuando recién se armaba el verdadero jolgorio porque empezábamos a divertirnos con nuestros regalos. La Navidad era una fiesta dedicada casi exclusivamente a los niños, hoy es de todos, quizás más de los adultos que de los niños porque son ellos los que se compran los juguetes más caros.
Mi abuela y sus hijas, entre ellas mi madre, se encargaban de preparar el desayuno que consistía en una taza de chocolate caliente, biscochos, panes de pasas, rejillas y taparacos, que los untábamos con nata o la exquisita mantequilla de La Florida- Huancarama. Y mientras los chicos jugábamos, los grandes se quedaban haciendo una larga sobremesa. El día continuaba con el almuerzo familiar del día 25 preparado por las damas. Los caballeros se encargaban de buscar los mejores vinos de Villa Gloria, la Chaucalla de Arequipa, y de Ica.
Hoy, la Navidad es distinta, allá, aquí y más allá. En algunos casos, muy poco tiene que ver con la tradición cristiana, el amor y la unión familiar.
Ahora los festejos son más pomposos, pero con una lamentable ausencia espiritual. Se centra en el consumismo, la abundante bebida, una opípara comida y los regalos. Se arman llamativos árboles de pino y son más los que adornan sus casas en clara demostración de opulencia. Los que más tienen se han apoderado de la Navidad de los pobres.
Se iluminan calles y jardines y organizan fastuosas reuniones. Se revientan cohetones y se lanzan fuegos artificiales Y los establecimientos comerciales se llenan de compradores en un derroche incontrolable, que hasta el mismo niño Jesús, nacido en un humilde pesebre de Belén, se debe sentir afectado por la descomunal manifestación material que opaca la esencia espiritual de la Navidad.
No obstante, esta fecha es oportuna para limpiar nuestros corazones y hacer renacer propósitos e ilusiones. Es una buena y gran oportunidad para mostrar una actitud reflexiva y positiva.
Y como dice el Papa Francisco “el regalo debes ser tú porque dentro de ti está el más preciado regalo: El amor que, complementado con un abrazo sea capaz de transmitir afecto y compresión”
La Navidad es el tiempo de reflexión, de unión familiar, pero también de reencuentro con nosotros mismos y con los demás. Es el tiempo para dejarnos llevar por los sentimientos de solidaridad, entregando afecto, cariño y comprensión a alguien que necesita un poco de nosotros.
Queridos amigos y seguidores de mi blog, deseo que esta Navidad sea el comienzo de una nueva y maravillosa etapa en vuestras vidas. Que los buenos sentimientos que encierra la Navidad, se queden en vuestros corazones y los acompañen a vivir cada día con fe y esperanza. Reciban mi afectuoso abrazo.
Feliz Navidad