Haciendo alusión al nombre de la película «La carta que no se envió», conmovedor drama de guerra de Mikhail Kalatozov, estrenada en 1959, el presidente de la República Bolivariana de Venezuela Hugo Chávez escribió una carta a sus colegas de UNASUR que pasó desapercibida como si no se hubiera enviado porque simplemente nadie le dió pelota, pero sirvió para que sus fanáticos seguidores se regocijaran. Ahora surge una nueva carta, que sí se envió y seguramente sacará ronchas, de Condoleezza Rice, ex secretaria de Estado de los EEUU, dirigida a Hugo Chávez. Lo valioso de esta nueva misiva es la sinceridad con que fue escrita, así como el hecho de haberla enviado a su salida de tan importante cargo, para que no diga que se estuvo aprovechando del puesto. Con este documento lo coloca en su sitio al dictador venezolano. No debemos olvidar que la 66 Secretaria de Estado, tiene profundas convicciones democráticas. Estuvo a punto de dimitir al Gobierno de Bush cuando se enteró que se había decidido instaurar las famosas Comisiones Militares en Guantánamo. Es también defensorac del medio ambiente. De acuerdo a la biografía, que saldrá en los próximos días, considera como un error que USA no haya ratificado el Acuerdo Climático de Kioto.
Con el cambio de gobierno, Condoleezza fue reemplazada por la actual Secretaria de Estado Hillary Clinton, otra de las mujeres más preparadas e influyentes de los Estados Unidos. Bueno, sin mayores preámbulos, aquí la misiva que me llegó para contribuir a su difusión:
Sr. Presidente Chávez:
Había estado esperando mi salida del gobierno, a que transcurriese un tiempo prudencial para enviarle esta misiva. Aunque desde el punto de vista geopolítico sus expresiones desconsideradas contra mi persona fueron deleznables, por lo cual no fueron respondidas oficialmente, no puedo negar que me produjeron malestar. Ningún ser humano puede dejar de molestarse cuando alguien se refiere a él o ella en términos procaces y desconsiderados. En el caso que nos ocupa ello estaba magnificado por el hecho de que: (1) usted era el presidente de un país con el cual mi país tiene relaciones diplomáticas; (2, usted violó el viejo dicho español que reza: “a la mujer, ni con el pétalo de una rosa”y, (3), sus comentarios tenían un componente racista que en mi país es ya definido como “politicamente incorrecto”, pero que usted aún practica con entera impunidad en el suyo.
Se refirió usted a mi escasa cultura y a una pretendida atracción que yo sentiría por usted. En primer lugar, debo decirle que anoche tuve el honor de tocar con la Orquesta Sinfónica de Filadelfia, como solista, el concierto número 20 para piano de Wolfang Amadeus Mozart, K.466 (sabe usted el significado de K.? No lo creo). Soy una de las más destacadas concertistas no-profesionales de los Estados Unidos. Estudié piano al mismo tiempo que me graduaba de politóloga en la Universidad de Denver. Y usted, Sr. Chávez? Me dicen que aparte de haber sido un estudiante mediocre de la Escuela Militar de Venezuela, aparentemente el refugio de quienes no dan la talla en la universidad, usted no tuvo otra educación formal. Parece ser que ello es la razón por la cual insiste en que 8×7=52 y que el hombre llegó al planeta Tierra hace 2000 años. Sin olvidar que su ortografía parece dejar bastante que desear. Sus pomposas citas son cursilonas y con frecuencia inexactas. Fíjese que solo es ahora que le digo esto, ya que jamás le hubiera echado a usted en cara su incultura y patanería, a no haber mediado su agresión a mi persona.
En segundo lugar, no creo que sentiría atracción por alguien como usted. No me refiero a su aspecto físico, el cual ciertamente no es de concurso sino, digamos, simplemente sub-standard. Me refiero a sus maneras, a la pobre calidad de su lenguaje y a la agresividad que muestra hacia el sexo femenino. Estoy informada de su manera de tratar a su ex-esposa, hasta en público, de sus ofertas machistas por televisión acerca de ‘darle lo suyo” y de la violencia que usted utilizó contra las mujeres con quienes tuvo relación en el pasado. Afortunadamente hoy no se le conoce relación con fémina alguna, excepto alguna que otra zalamería ocasional hecha a algún travestís brasileños. Por ello no podría sentir atractivo alguno por alguien que, más bien, me causa repulsión. Tampoco me sentiría muy a gusto con alguno de sus acólitos, llámese Cabello o Istúriz, apenas marginalmente más aceptables.
Usted se mofó de mi nombre, Condoleezza, relacionándolo con condolencias y tristeza. No es tal cosa, Sr. Chávez. Mi nombre es derivado de la expresión musical italiana “con dolcezza”, es decir, con dulzura. Se lo explico porque es evidente que sin esa explicación usted no tendría la menor idea de su verdadero significado. Los idiomas no son su fuerte, como lo recuerdo bien de su intento de insultar al Presidente Bush en una curiosa versión del idioma Inglés, algo que sonaba como “iu ar a donki”.
He tenido la suerte de llegar a los más altos niveles del gobierno de mi país debido a mi formación intelectual. No me hice notoria liderando un golpe de estado sangriento que dejó más de 200 venezolanos muertos, algo de lo cual usted se ha jactado, al decir “yo si estuve en un golpe, echando plomo de verdad”. En mi país generalmente (hay excepciones) la gente intelectualmente sólida entra al gobierno buscando reconocimiento y no tiene necesidad de robar. Entiendo que en regímenes como el suyo, ustedes llegan al poder sin muchas credenciales intelectuales y lo usan para enriquecerse o, como dicen algunos, “para comer completo”. Fíjese que no compartimos filosofías de la vida y que mientras yo toco a Mozart con la Orquesta Sinfónica de Filadelfia usted canta rancheras mexicanas a capella, es decir, a palo seco. Mientras yo doy conferencias en las universidades usted cuenta sus peripecias peristálticas, sus retortijones en un túnel.
Bien, creo haber puesto las cosas en su sitio. Usted ha elegido su camino, junto a los estados forajidos y grupos terroristas y narcotraficantes del planeta. Esa ha sido su decisión. Pero ella lleva consigo responsabilidad indelegable. Usted ha podido ser un discípulo de Mandela y eligió ser un discípulo de Mugabe. Ha podido sentirse orgulloso de José María Vargas y decidió sentirse orgulloso de Ezequiel Zamora. Usted eligió su camino. Su régimen terminará, como decía T.S. Eliot (un poeta de mi país, Sr. Chávez) acerca del fin del universo: “no con una conmoción sino con un susurro”. No tendrá donde esconderse.
Traducción y Versión libre de Gustavo Coronel