Muerte al Atardecer

Hace 50 años, aquel 9 de agosto de 1970, el reloj de la Catedral del Cusco marcaba las 10.30 de la mañana. En el templo de la Compañía de Jesús, el padre Montero, terminaba de celebrar la misa de nueve y los feligreses empezaban, unos para ir a tomar el desayuno en la cafetería El Astro, otros en el restaurante Roma o El Paititi, o simplemente para dar una vuelta en la plaza de Armas.

La juventud, en grupos, se congregaba en la heladería ubicada en los portales, a unos pasos de la esquina con Mantas.

Cuando llegué, Norman Kalafatovich y Camucha conversaban con algunos amigos. Ella debía viajar en horas de la tarde a Lima. Al saludarlos, Camucha me dijo que le había extrañado no verme en la despedida que un grupo de amigos le había dado la noche anterior. Días después me enteré que habían sido trece los asistentes, número fatídico para los supersticiosos.

Las horas pasaban velozmente, al menos a todos nos parecía porque, además del viaje de Camucha Kuon, estaba programado el clásico del fútbol cusqueño: Cienciano VS Garcilaso. Y, yo, como integrante del programa deportivo Adalid, de radio La Hora, tenía que estar de todas maneras n el estadio, junto al equipo encargado de esta transmisión dirigida por Edmundo Montesnos.

Percy Vargas y yo estábamos a cargo de los comentarios, Alfredo Febres en la locución comercial y el narrador, si mal no recuerdo, era Denis Vargas, porque también figuraban en la plana de locutores Denis Vargas, Manolo Salas y Foster Urtecho,. El reportero de la planta baja no podía ser otro que el mejor, el popular Raúl “Chapu” Herrera, uno de los periiodistas deportivos más informados de aquella época.. El coloso del Garcilaso estaba repleto, Denis Vargas narraba el partido que terminó con el triunfo de Garcilaso por uno a cero, con un estupendo gol del popular Rodolfo “Lomo” Gonzáles, valuarte del equipo, fallecido a los pocos años en un acidente en la Av. Sol, arrollado por un vehículo luego de caer a un hueco cuando caminaba por el lugar.

En medio de la transmisión, en horas de la tarde, desde la cabina vimos despegar de la pista del aeropuerto de Quispiquilla el avión de la compañía Lansa que, a los pocos minutos, se perdió de nuestra vista por la atención que poníamos en el partido.

De pronto, se vio una intensa humareda a la altura de San Jerónimo. El público se arremolinaba en la parte alta, Ninguno de nosotros relacionó en ese momento aquella humareda con un posible accidente del avión porque frecuentemente se producían incendios en los cerros de esa zona. Pasaban los minutos hasta que los vehículos que llegaban de la zona trajeron la fatal noticia: El avión de Lansa se había precipitado a tierra. El partido seguía y la transmisión también. Al final salimos para dirigirnos al lugar junto con Wilbert Pizarro que se unió al grupo.

Rato antes había llegado Norman Kalafatovich al lugar del siniestro, quedando estupefacto al ver aquel cuadro dantesco. Es fácil imaginar que su dolor fue indescriptible. Rato antes había salido en su carro del aeropuerto para dirigirse a la Zona del desastre. Después llegaron Henry Aragón en su jeep, junto con Pepe Teves. La policía ya estaba allí. A unos 800 metros.

Entretanto, parte del el equipo de Adalid, concluida la transmisión del clásico llegamos en la camioneta VW de Edmundo hallamos y a unos 200 metros del lugar donde se hallaba la nave siniestrada encontramos el aspa de una de las hélices y la cargamos a la camioneta. Vimos asimismo algunos fierros retorcidos desparramados en los alrededores.

Todo era un caos, seguía la humareda y la nave Lockheed L-188A Electra Registro OB-R-939 estaba totalmente destrozada. Los 91 pasajeros y toda la tripulación había perecido, menos uno, el copiloto Juan Loo Lock.

Después de perder uno de sus motores el turbohélice de Lansa se precipitó a tierra y no pudo llegar a Lima.

Excepto uno, todos los ocupantes murieron a causa de las lesiones sufridas por la fuerza del impacto. Dos agricultores que realizaban sus tareas habituales en tierra también fallecieron.

 La investigación realizada por el gobierno llegó a la conclusión de que el accidente fue causado por el manejo incorrecto en la maniobra de despegue por parte de la tripulación de vuelo, la falta de mantenimiento y la sobrecarga. La empresa LANSA fue multada y sus operaciones fueron suspendidas durante 90 días. Hasta que, luego de otros lamentables accidentes, dejó de operar definitivamente.

En el accidente de Cusco, más de la mitad de los pasajeros pertenecían a un mismo grupo de jóvenes de un programa de intercambio de la International Fellowship, compuesto por 49 estudiantes estadounidenses de secundaria, junto con sus profesores, familiares y guías, que regresaban de una visita al santuario de Machu Picchu hacia sus casas de acogida en la ciudad de Lima.

De acuerdo a las investigaciones, el vuelo 502 estaba previsto inicialmente para despegar desde el Cusco a las 8:30 AM, pero dado que muchos de los miembros del grupo americano querían visitar el mercado de artesanía de Písac antes de partir hacia Lima, la aerolínea aplazó la hora de salida hasta las 2:45 PM.

Alrededor de las 2:55 PM, el avión comenzó su carrera de despegue en dirección hacia el este. En algún momento durante la carrera de despegue o el ascenso inicial, el tercer motor falló y se incendió. La tripulación continuó con las operaciones de despegue y ascenso según el procedimiento establecido, utilizando el poder de los otros tres motores. El piloto llamó por radio a la torre de control para informar acerca de lo que estaba sucediendo y la torre de control autorizó al piloto a realizar de inmediato un aterrizaje de emergencia.

Mientras el motor número tres estaba totalmente envuelto en llamas, el piloto retractó los flaps (lo que se considera un error, máxime si pensaba intentar un aterrizaje de emergencia y requería la mayor sustentación posible) moviendo el avión hacia la izquierda de la pista de aterrizaje. La aeronave ascendió a unos 30 o 40 grados, luego rápidamente perdió altura y se estrelló en un terreno montañoso aproximadamente a 4 km al este de la pista, encima del pueblo de San Jerónimo.

Todos a bordo fallecieron excepto el copiloto, que fue encontrado en estado de shock entre los restos del avión, habiendo sufrido quemaduras graves en gran parte del cuerpo. Como señalamos, dos campesinos que se encontraban en tierra también fallecieron.

Según testigos, el avión intentó aterrizar en un claro, y luego trató de volver a la pista de aterrizaje. Lamentablemente se golpeó con una arboleda de eucaliptos, para finalmente estrellarse en la meseta de “Mamahuasi”, en la localidad de San Jerónimo. Se fragmentó por completo, salvo la cola y la cabina de mando que resistieron el violento choque. Así lo muestran las reveladoras imágenes del fotógrafo cusqueño Alcides Lechuga, reportero gráfico de El Comercio.

La nave la pilotaba el comandante Carlos Callegari Morin, de 44 años, quien dejaría de ver para siempre a sus siete hijos. Había, además, un copiloto, dos ingenieros de vuelo y tres aeromozas. Además de ellos, hubo un “copiloto extra” en preparación, Juan Loo Lock, de 31 años, casado y con una hija de cinco años.

Tras el colapso, los cuerpos, muchos de ellos mutilados, quedaron regados a lo largo de un kilómetro, entre los arbustos, el barranco y un riachuelo cercano a la meseta.

Entre los desafortunados pasajeros figuraban el Dr. Jorge Kuon Cabello, Catedrático de la Universidad San Antonio Abad y su hija Carmen, el profesor del Colegio Ciencias Santiago Guillén y su menor hijo del mismo nombre, así como 67 estudiantes norteamericanos que estaban pasando vacaciones en el Perú y habían llegado al Cusco el miércoles 5 de agosto para conocer las ruinas de Machu Picchu. La mayoría era del programa de intercambio cultural International Fellowship.

También había un pequeño grupo del colegio Sophianum, de Lima, se trataba de dos alumnas norteamericanas del mismo programa de intercambio, Paula Hankis y Ann Stancell, quienes habían llegado al Perú el 20 de julio, así como dos alumnas del mismo colegio, Amada Bell Gamero (3er. año) y María Luisa Puyó (5to. Año), así como la hermana de esta última, también ex alumna del Sophianum.

Cuatro días después del accidente, se habían identificado 35 cadáveres, gracias a las fichas de odontogramas llegadas desde Estados Unidos. El proceso de identificación se realizó en la Morgue Central de Policía, donde también identificaron a tres peruanas: Delia Chanco Estela, Patricia del Solar y Milagros Urbina.

Asimismo, se informó del fallecimiento de la hija menor del ex alcalde de Lima, Luis Bedoya Reyes, Marisol Bedoya de Vivanco, de apenas 16 años. Su cuerpo fue identificado y velado en el Cusco, en la casa de Alfredo Díaz Quintanilla, ex alcalde de la ciudad imperial , y amigo personal de la familia.

Como señalamos, hubo un hombre que se resistió a morir: Juan Loo Lock. Estuvo en coma en el Hospital Regional del Cusco, resistiendo a la muerte con quemaduras de segundo y tercer grados en el cuerpo y en el rostro. Loo tenía cerca a su madre, doña América Lock, y a su joven esposa Patricia, ambas esperanzadas en su recuperación. El capitán trabajaba para Lansa desde hacía algunos años, pues se había titulado de piloto en la Escuela de Aviación Civil de Collique, y ya había realizado algunos vuelos hacia el Cusco. Ingeniero de profesión, Loo se estaba preparando para pilotar un avión similar al modelo Electra.

Felizmente, Loo se curó rápidamente no obstante de las graves quemaduras. Al cabo de unos meses, volvió a ser casi el mismo, pero se recluyó en el silencio. Nunca quiso declarar a la prensa. Ni aun hoy. Actualmente, sus hermanos viven en La Molina, en Lima, pero él decidió emigrar y hoy vive en la ciudad de Miami, Florida, tratando de olvidar su propia pesadilla.