El Escudo Nacional del Perú

A pocos días de la celebración del Bicentenario de nuestra Independencia, este 28 de julio-2021, los peruanos tenemos suficientes razones para sentirnos orgullosos de haber nacido en este maravilloso país. Al mismo tiempo tenemos el deber de rendir homenaje a nuestros héroes por haber logrado la Independencia Nacional. Y, en esta fecha tan especial, asimismo es importante reafirmar nuestro respeto a los símbolos patrios porque son parte de nuestra identidad nacional.

Tenemos pues suficientes razones para sacar el pecho y gritar con todas nuestras fuerzas: ¡Gracias Perú, bendita tierra que nos vio nacer!

¿Por qué estar orgullosos?

Por haber nacido en este bendito suelo que tiene un mar maravilloso que baña nuestras costas y alberga una gran riqueza ictiológica. Por la inmensa selva que poseemos, considerada por científicos de todo el mundo como una de las reservas ecológicas más importantes del planeta. Porque tenemos, además, una sierra con una infinidad de microclimas y ecosistemas que facilitan la vida de miles de especies animales y vegetales que no dejan de sorprender y, al mismo tiempo, un subsuelo muy rico en minerales como el oro, la plata, cobre, y grandes reservas energéticas de gas y petróleo, por mencionar algunas riquezas naturales. Y, como si esto fuera poco, la naturaleza nos ha regalado una costa de cerca de 2 mil kilómetros de largo donde están asentadas ciudades modernas, entre las que destacan la Capital-Lima y el Callao, uno de los puertos marítimos más visitados de América del Sur y con un aeropuerto internacional que permite el ingreso de miles de turistas para visitar los más importantes monumentos arqueológicos como Machu Picchu. Tenemos una costa cuyas tierras, es verdad, aún no se aprovechan en su totalidad por la falta de sistemas de irrigación que eviten que el agua dulce proveniente de los andes se pierdan en la inmensidad del mar, así como no se ha logrado todavía mayores éxitos en el proceso de desalinización de las aguas del Pacífico para consumo humano y riego. No exagero, tenemos suficientes razones para sentirnos los seres más privilegiados del planeta. Pero, para que nuestra felicidad sea completa, solo nos falta despojarnos de la taras heredadas desde el virreinato como el egoísmo, la corrupción, discriminación, desigualdad, inequidad y, lo que es peor, la degradación moral que corroe a la clase política y a los medios de comunicación.

Una publicación de la agencia de noticias Andina, hace días, sobre los símbolos patrios, me hizo meditar en algo que tampoco hemos sabido cultivar a cabalidad: el deber cívico y amor por nuestro país.

Recuerdo que, cuando era niño, en el Jardín de la Infancia, allá en Abancay, mi profesora María Julia Contreras, nos dio como primera tarea en el salón de clases colorear nuestros símbolos patrios: La bandera, el escudo, la escarapela. Y algo más importante, a esta edad aprendí a cantar el Himno Nacional. Esa experiencia jamás olvidaré porque fue mi primer contacto con los símbolos patrios y las letras de nuestro himno nacional, como también jamás olvidaré que fue mi madre, quien me enseñó, a esa misma edad, a rezar el Padre Nuestro y el Avemaría y seguir la misma religión que ella profesaba.En la primaria, nuestros profesores siempre nos inculcaban el amor por la patria y gracias a ellos logré saber el significado y características de los símbolos patrios, al detalle, así como los nombres de los principales héroes, los nombres de las tres regiones naturales, de los departamentos y regiones del Perú, sus ubicaciones y hasta los principales ríos y lagos.

Pienso que fue una forma inteligente del Ministerio de Educación, de inculcar en los estudiantes el amor por el Perú.

La secundaria, lo que antes se llamaba “la media”, lo hice en el Colegio Nacional Miguel Grau de Abancay, hasta el cuarto año, para terminar en Lima. Para los estudiantes de mi plantel, Miguel Grau era nuestro máximo héroe y lo sigue siendo, nos sabíamos de memoria el Himno en su honor que cantábamos cada lunes después del Himno Nacional, pintábamos su nombre en la cumbre el cerro Quisapata y lo iluminábamos la anterior al 8 de octubre. Tratábamos de seguir los pasos el héroe de Angamos porque para nosotros era y será, después de Dios el personaje que más respetamos.

Lamentablemente, la historia del Perú, narrada en los libros escolares no siempre nos cautivaban porque no utilizaban un lenguaje que fascine o despierte interés en el estudiante de acuerdo a su edad. Había pasajes no muy fáciles de aprender, y peor aún, perdía el interés si al profesor se le ocurría darle más importancia a las fechas y otros detalles capciosos al tomar los exámenes. La historia es fascinante siempre y cuando se la sepa contar.

Al respecto, quiero compartir con ustedes un hecho que nopuedo olvidar. Cuando trabajaba en Panamericana Televisión, Jenny Vásquez me permitió conocer al Dr. Jorge Basadre porque alguien tuvo la buena idea de grabar la historia del Perú en discos, narrados por un locutor, en este caso se me había escogido a mí, y claro que lo más interesante era que gran parte de los pasajes los contaba el propio Dr. Basadre.

Lamentablemente cuando ya todo estaba listo para empezar con el proyecto, el famoso y el mejor historiador de nuestro país, enfermó y falleció y todo quedó trunco.

Esta idea, decía el Dr. Basadre, tenía como objetivo hacer que los estudiantes y población en general se interesen más por la historia.

En un espacio, entre ensayo y ensayo, me contó algunos pasajes de hechos que no se habían escrito. Pero lo que más me impresionó fue su sinceridad para decir que “quizás las mejores historias se quedaron en el tintero”. Ahora me pregunto, cuántos secretos se habrá llevado el historiador al más allá, sobre todo aquellos vinculados con la corrupción de la clase política y también de los militares de entonces.

Hoy, que estamos en las puertas de cumplir el Bicentenario de nuestra Independencia Nacional, lo recuerdo a este brillante historiados tacneño y le rindo mi homenaje. Y por eso en recuerdo a su figura decidí escribir esta nota sobre el Escudo Nacional:

En 1822, después de la renuncia de San Martín al cargo de protector, llegó al Perú una expedición militar liderada por Simón Bolívar. Como se sabe, en 1824, estas fuerzas vencieron a los últimos ejércitos españoles en la batalla de Junín y la batalla de Ayacucho, respectivamente. Bolívar convocó un Congreso constituyente en el cual uno de sus diputados, José Gregorio Paredes, propuso un nuevo diseño del escudo nacional. El 25 de febrero de 1825 se aprobó esa modificación, de cuyo diseño volvió a participar Francisco Javier Cortés. La resolución de 1825 establecía que el escudo debía estar dividido en tres campos: uno celeste, a la izquierda, con una vicuña mirando hacia el interior, otro blanco, a la derecha, con un árbol de la quina; y otro rojo, inferior y más pequeño, con una cornucopia derramando monedas.

El 31 de marzo de 1950 el gobierno de Manuel A. Odría ratificó este diseño con una leve modificación. El decreto firmado por Odría aclaraba que el escudo debía quedar cortado en mitades exactas y que el campo inferior debía ser mayor que los otros dos.

De esta manera quedó definida la versión actual del escudo del Perú, la cual es utilizada por todas las instituciones públicas del Estado peruano.

¿Y por qué la vicuña, el árbol de la Quina y una cornucopia?

La vicuña destaca como símbolo de la fauna autóctona peruana. Es motivo de orgullo porque posee una de las fibras más finas del mundo. Este camélido silvestre es de gran importancia socioeconómica y cultural para la población altoandina de nuestro país, desde tiempos ancestrales. Por eso está protegido por la legislación nacional e internacional.

La vicuña es el camélido más pequeño en relación a la alpaca, llama y guanaco, dado que tienen una altura solo de 1.80 metros en posición erguida, una longitud de 80 centímetros y pesa entre 40 y 50 kilos. Su color característico es beige o marrón claro, con el lomo blanco en la zona central y las patas, con variaciones que depende de las zonas geográficas donde habitan. Tienen las patas largas y delgadas, terminadas en almohadillas, aptas para caminar sobre varios tipos de superficie. Vive a más de 3,200 metros sobre el nivel del mar, en climas secos y fríos. Es herbívoro y se alimenta de las plantas que crecen en la puna. Según el último censo de vicuñas, realizado en 2012, existen 208,899 ejemplares en el territorio peruano. Se estima que esa cantidad se haya duplicado en la actualidad. Las regiones donde habita la vicuña son Áncash, Apurímac, Arequipa, Ayacucho, Cajamarca, Cusco, Huancavelica, Huánuco, Ica, Junín, La Libertad, Lima, Moquegua, Pasco, Puno y Tacna.

La fibra de vicuña está considerada entre las más finas del mundo. El pelaje de este camélido es denso, formado por fibras delgadas que crecen muy juntas, con lo que el animal se protege tanto del frío como de la lluvia y el viento. El gobierno estableció el día 15 de noviembre de cada año como Día Nacional de la Vicuña, con el propósito de reconocer su importancia por ser una especie representativa y emblemática del Perú que se encuentra simbolizada en el Escudo Nacional. La Resolución Ministerial destaca que la vicuña tiene una importancia estratégica por ser el Perú el primer productor mundial de fibra de este camélido.

La comercialización de vicuñas está prohibida por ley. El kilo de fibra de vicuña se vende en el mercado internacional a más de 400 euros, llegando hasta los 600 euros. Uno de los primeros esfuerzos del Perú por conservar la vicuña fue la creación, el 18 de mayo de 1967, de la Reserva Nacional Pampa Galeras, ubicada en la provincia de Lucanas, en el departamento de Ayacucho. Tiene una extensión de 6,500 hectáreas; sin embargo, su zona de influencia se calcula en cerca de 60,000 hectáreas que incluye a diversas comunidades campesinas que contribuyen a la conservación y al aprovechamiento sostenible de este noble auquénido. Desde del año 1994 se realizan actividades oficiales de captura y esquila o “Chaccu” en idioma quechua, que es una práctica ancestral, en comunidades autorizadas para ello, bajo supervisión y control del Estado. Precisamente uno de los más emblemáticos tiene lugar en la Reserva Nacional Pampa Galeras. Una vicuña se esquila cada dos años y por cada esquila puede producir, en promedio, alrededor de 200 gramos de fibra. Se estima una vida productiva de 12 años, lo que significa 6 esquilas. Perú, posee el 80% de la población mundial de esta especie. Lo más relevante de la producción de fibra de vicuña es la calidad, la cual es una de las mejores del mundo. La esquila se realiza entre mayo y noviembre, con el objetivo de tener una mejor vigilancia. Entre los productores de este camélido están las zonas ubicadas a una altitud entre 3800 y 4800 msnm, con temperaturas que descienden hasta -10 °C. Está en la cultura inca y preinca, ya que se han encontrado pinturas rupestres que la representan. Con su preciada lana se vestían los antiguos monarcas incas y sus más altos sacerdotes, y castigaban su caza con la pena de muerte.

En Apurímac, como en la mayoría de regiones del Sur, hasta hace poco las hilanderas y tejedoras se dedicaban a la confección de finos ponchos de lana de vicuña que, en el caso particular de los abanquinos los lucían y los siguen usando orgullosos en las tradicionales fiestas de los carnavales. Ahora son muy pocas las hilanderas que utilizan este material por los altos costos de la lana y las restricciones gubernamentales. Se ha convertido en un lujo. Prefieren confeccionar prendas para la exportación. Antes, no había abanquino que no tuviera su poncho de vicuña para bailar en las comparsas. En Cusco, en las fiestas del Inti Raymi es un bello espectáculo ver a los cusqueños lucir el poncho, la mayoría de hilos de vicuña. Eso mismo ocurre en Ayacucho y otras ciudades de los andes.

Con la finalidad de mejorar y fortalecer la cadena productiva de la crianza y el manejo adecuado de alpacas y vicuñas, el Gobierno Regional de Apurímac adquirió un moderno equipo digital computarizado para medir el espesor de la fibra de estos camélidos, oriundos del Perú. El equipo, denominado Fiber EC-V 4.0, es un densímetro-fibrómetro que permite medir la fibra para fijar su precio en el mercado, según su categoría: fina, semifina y gruesa. Este equipo está al servicio de los criadores y productores alpaqueros, para cumplir con los estándares exigidos en el mercado. La adquisición se logró gracias al proyecto regional “Mejoramiento del nivel competitivo de la cadena de fibra de alpaca y vicuña”, que lleva adelante el gobierno regional de Apurímac.

«La protección de la vicuña en Perú empezó en la década de los 60, cuando se estimaba una población de entre 5.000 y 10.000 ejemplares, como consecuencia de una caza furtiva indiscriminada», explica Hugo Castillo Doloriert, investigador de la Universidad Nacional de San Marcos y del Instituto de Investigación y Desarrollo de Camélidos Sudamericanos (CONOPA). Según proyecciones, puede estar acercándose a las 800 mil vicuñas. En el resto de países, los últimos datos disponibles señalan la población de vicuñas en 112.249 en Bolivia, 127.072 en Argentina, 12.103 en Chile y 7.185 en Ecuador (censo de 2016).Más allá de las cifras, lo que parece fuera de duda es que la recuperación de esta especie ha sido un éxito.

«En 1967 se oficializa la creación de la Reserva Nacional Pampa Galeras a partir de tierras cedidas por la comunidad campesina de Lucanas, en el departamento de Ayacucho, donde habitaban más de un millar de ejemplares» La reserva, fue rebautizada posteriormente para añadirle el nombre de la periodista y naturalista italiana Bárbara D’Achille quien fue asesinada en 1989 por Sendero Luminoso. Cumplió 54 años. En el 50 Aniversario, el embajador alemán Jörg Ranau fue nombrado guardaparque honorario, junto al entonces presidente del país Pedro Pablo Kuczynski, en una ceremonia en que se reconoció «el apoyo del Gobierno alemán, cuyo proyecto permitió la erradicación de la caza furtiva de esta especie y la capacitación de la población para un adecuado aprovechamiento de este recurso».

“Los especialistas en vicuñas reconocen el trabajo realizado por la cooperación técnica alemana en la década de los 70, liderados por Rudolff Hormann, con el que se generó mucha información científica que fue la base para el sistema de manejo de la especie», aclara Hugo Castillo Doloriert.

La comunidad campesina de Lucanas produce 1.300 kg de fibra al año, lo que supone unos ingresos directos de más de 500.000 euros anuales (2 millones de soles) y un beneficio de unos 100 mil euros anuales. Una bufanda cuesta 2.500 euros y está hecha con 500 g. de tejido de fibra de vicuña. Una ley del gobierno en 1995 dio en propiedad y usufructo de las vicuñas a las comunidades campesinas, reconociéndolas como responsables de su control y vigilancia. «Esto fue un hecho clave, porque involucró en la conservación de la especie a las comunidades campesinas altoandinas, que comparten hábitat con la vicuña», afirma Castillo. La suiza Christine Losser, fundadora de la marca de alta costura especializada en lanas de lujo Aqvarossa al respecto señala: «Actuaron para cambiar la mentalidad de la gente, para que se dieran cuenta de que un animal vivo tiene mucho más valor que uno muerto».

«La gente suele creer que la mejor lana es la de cachemir, pero la de alpaca y, sobre todo, la de vicuña, es mucho más fina y más escasa», explica la propietaria de Acvarossa. Añade que otras características son su impermeabilidad al agua y al viento, además de resultar antialérgica. Ella conoció la lana de vicuña durante un intercambio de estudios en Perú. Al regresar, compró prendas tradicionales para regalar a familiares y amigos, y se preguntó por qué en un lugar tan frío como Suiza «esa lana tan fantástica para los cambios de temperatura y tan agradable de llevar no era muy conocida». Entonces ahí vio un nicho de mercado y empezó a trabajar en la conocida firma alemana Hugo Boss con la intención de montar su propia marca especializada en lanas de lujo. «Mi proyecto era transformar esa lana tan lujosa en un estilo moderno para un cliente que no necesariamente busca los diseños tradicionales», recuerda.

EL ARBOL DE LA QUINA

Otro importante elemento que contiene el Escudo Nacional es el árbol de la Quina. Esta especie oriunda del Perú cobró fama mundial por sus cualidades para disminuir la fiebre y para el tratamiento eficaz de la malaria. El árbol de la Quina en el Escudo Nacional simboliza al reino vegetal y la riqueza natural del Perú. Se trata de una especie forestal oriunda de nuestro país que cobró fama mundial por las propiedades farmacológicas y medicinales presentes, sobre todo, en su corteza, y que ayudaron a salvar muchas vidas frente a enfermedades epidémicas como la malaria.

El árbol de la Quina pertenece al género Cinchona de la familia Rubiácea. Se localiza de manera silvestre en la ceja de selva, que va desde los 500 metros hasta poco más de los 2,000 metros sobre el nivel del mar. Puede llegar a crecer hasta 24 metros y su tronco puede alcanzar los 60 centímetros de diámetro. Sus hojas son pecioladas, opuestas, lanceoladas u ovaladas, mientras que sus flores son de cáliz tubular.El nombre de Cinchona o Chinchona con el que fue bautizado al árbol de la quina responde, según una tradición, a que gracias a la quinina se curó la condesa de Chinchón, esposa del virrey del Perú, Luis Jerónimo de Cabrera y Bobadilla, conde de Chinchón, quien gobernó de 1629 a 1639.

Durante la segunda mitad del siglo XVIII, los naturalistas europeos Carlos Linneo y Alexander Von Humboldt realizaron estudios botánicos de varias especies y variedades del árbol de la quina. La corteza posee diversos alcaloides naturales, entre los que destaca la quinina, que tiene propiedades antipiréticas (disminuye la fiebre), antipalúdicas y analgésicas, por lo que fue utilizada desde tiempos prehispánicos para tratar eficazmente enfermedades como la malaria o paludismo.Otro alcaloide derivado de este árbol es la quinidina, que se utiliza en el tratamiento de la frecuencia cardíaca anormal y otros trastornos del ritmo cardíaco, dado que influye en una mejor resistencia del corazón. Además de los alcaloides, la quinina posee principios astringentes, por su alta concentración de taninos, por lo que ayuda en la medicina tradicional para cicatrizar heridas y úlceras.Las virtudes del árbol de la quina fueron reconocidas en Europa recién en 1631, cuando fue llevada por el jesuita Alonso Messía Venegas a la ciudad de Roma, enviado por el primer farmacéutico del Colegio Máximo de San Pablo de Lima, el jesuita italiano Agustino Salumbrino, quien había observado en el Perú su uso para tratar la fiebre.

Además de sus propiedades farmacológicas y medicinales, el árbol de la Quina posee valores ambientales y forestales, dado que contribuye a la mitigación de gases de efecto invernadero y regula el ciclo hidrológico y climático, lo que permite la preservación de cabeceras de cuenca, además de recuperar los ecosistemas de montaña. También tiene un importante valor económico, lo que permite un aprovechamiento sostenible de los recursos naturales, pues ofrece una madera de excelente calidad para la ebanistería, la construcción de viviendas, postes para linderos, entre otros productos maderables. El Ministerio de Desarrollo Agrario y Riego (Midagri), a través de Agro Rural, está desarrollando un ambicioso plan de repoblamiento del árbol de la quina en 10 departamentos del país. El objetivo es reforestar 145 hectáreas hasta el año 2022. Este plan de acción de repoblamiento de la quina comprende una inversión total de más de 3.7 millones de soles para un periodo de tres años, hasta el 2022. Por su parte, el Instituto Nacional de Innovación Agraria (INIA) ha desarrollado 6,000 nuevos plantones de árbol de la quina que, por su alta calidad genética, poseen resistencia a plagas y contienen adecuadas cantidades de quinina. La producción de estas variedades se realizó en el banco de germoplasma que posee el INIA en la región Cajamarca. Estos nuevos plantones, que provienen de árboles semilleros, fueron desarrollados bajo técnicas agronómicas y fitosanitarias que cumplen con los estándares de calidad. Muestran tolerancia a diversas plagas y enfermedades, buena adaptabilidad a ciertos climas y tienen un desarrollo óptimo hasta de 18 metros de altura, lo que permite una buena producción de la quinina.

El INIA -como parte del Plan Bicentenario del Perú – trabaja en la producción genética de 20,000 plantones adicionales con la finalidad de preservar la especie. Serán instalados en áreas para recuperación y forestación a nivel nacional como parques, centros educativos, y otras áreas de cultivo para que se conozca más este famoso árbol que está en nuestro Escudo Nacional.

LA CORNUCOPIA

Finalmente, la Cornucopia que está en la parte inferior del Escudo Nacional representa la riqueza mineral y simboliza la abundancia de recursos que tiene el Perú por eso está llena de monedas de oro. Su nombre viene del latín cornu: ‘cuerno’ y copĭa: ‘abundancia’, también es conocida como cuerno de la abundancia (en latín cornu copĭae), es un símbolo de prosperidad y afluencia que data del siglo V a. C.

La cornucopia ha sido siempre un elemento recurrente a la hora de emplearse como atributo de diferentes alegorías y deidades: la fortuna, la abundancia, la ocasión, la liberalidad, la prudencia o la alegría. En nuestro tiempo, la cornucopia simboliza, asimismo, la gran riqueza minera que posee el Perú. Es posible que en poco tiempo seamos los mayores productores de cobre del mundo, superando a Chile, meta que tiene que cumplirse con el esfuerzo y buena voluntad de todos los peruanos de bien.

Estas emblemáticas figuras: La llama, el árbol de la Quina y la cornucopia tienen, como vimos, un gran significado y lo menos que podemos hacer es difundirlas para que la población en general sepa por qué están en el Escudo Nacional y tengan un mayor respeto por los símbolos de la patria.