Una de las noticias que ha pasado casi desapercibida en los últimos días es la alusión que hizo el Papa Joseph Alois Benedicto XVI en su gira a Portugal, en el sentido que los casos de abusos sexuales cometidos por curas y obispos y otros problemas de la Iglesia serían parte de las revelaciones hechas por la virgen María a los tres pastorcitos de Fátima el 13 de mayo de 1917 donde, entre otras cosas, también se da a entender que el fin del mundo podría estár próximo. Se le notó preocupado y a la vez mortificado.
La interpretación del Tercer Secreto de Fátima dado a conocer todavía el año 2000, podría vincularse con el sufrimiento que la Iglesia viene soportando como resultado de la crisis de los abusos sexuales descubiertos últimamente.
«Es realmente terrible el sufrimiento actual que padece la Iglesia por sus propios pecados. Hoy en día las mayores persecuciones que padece no provienen de afuera, sino de sus propios pecados» declaró Benedicto XVI al llegar a Lisboa. No podía ocultar su indignación.
El Vaticano siempre había mostrado prudencia sobre estos secretos. El Papa Pío XII al enterarse de algunos casos similares los ocultó para no sembrar terror. Eso mismo hizo el papa Juan XXIII porque, según sus propias declaraciones, era “algo terrible”. La Santa Sede de manera oficial tampoco dio cuenta de estos secretos prefiriendo callarlos en todos los idiomas.
Sin embargo, en los últimos años, los investigadores y buscadores de secretos religiosos y expertos en temas del Vaticano, sacaron a luz algunos textos vinculados a estas revelaciones guardadas bajo siete llaves en la Santa Sede. Estos manuscritos son realmente como para poner los pelos de punta.
Lo que siempre se supo fue que los secretos revelados a los partorcitos de Fátima, Lucía Do Santos y sus primos Francisco y Jacinta, eran tres, pero jamás se dió a conocer la versión exacta, mucho menos los textos complementarios. Siempre fueron un misterio, un secreto del estado vaticano.
Y bien, el primero de estos textos dice: “Ustedes han visto el infierno (seguramente después que los tres pastores vieron algunas imágenes dramáticas) a donde van las almas de los pecadores, Por eso Dios desea establecer en el mundo, devoción a mi inmaculado corazón”.
“La guerra se llevará a cabo con armas mortales, hechas por el hombre, que destruirá extensas partes del globo en tan solo unos minutos. Esta guerra provocará terremotos, inundaciones y un frío glacial. Habrá un terremoto tan poderoso que desplazará a la tierra 23 grados de su órbita, para después volverla a su lugar”.
Esta revelación se la vincula con una guerra nuclear que por cierto sería devastadora o, quizás, con algún accidente en una de las plantas de energía nuclear sembradas en los países adelantados. No sería nada raro, ya pasó en Japón y anteriormente en Chernobil.
El segundo secreto guardado bajo siete llaves revela lo siguiente: “Cuando ustedes vean una noche iluminada por una luz desconocida, sepan que este será el gran signo que Dios les da. El mundo será castigado por sus crímenes, a través de las guerras, el hambre, la persecución de la iglesia y del Santo Padre. Yo vendré a pedir la consagración de Rusia a mi inmaculado corazón. Si mi petición es acatada Rusia se convertirá y habrá paz”. Sobre esta revelación se dice que ya pudo haber ocurrido con la Segunda Guerra Mundial y los cambios en Rusia.
El tercer secreto guardado mostraba al Papa, Obispos y Sacerdotes rampando hacia el Gólgota, en cuya cumbre eran asesinados a tiros por un grupo de soldados. Ratzinguer acaba de decir en Portugal que quizá esta tercera visión se refiera a los problemas actuales de la Iglesia y a los abusos de los pederastas católicos.
Si fuera así, la existencia de la Iglesia estaría en peligro.
Lucía Dos Santos, la única sobreviviente de los tres pastorcitos se encuentra en un convento de clausura carmelita, al menos hasta el momento de escribir esta nota. Está incomunicada y manteniendo su secreto a la fuerza. Sin embargo le habría confesado a un alto prelado de la iglesia lo siguiente: “Vimos a través de una inmensa luz algo semejante como se ven las personas en un espejo cuando pasan por delante. Era un obispo vestido de blanco. Tuvimos el presentimiento de que fuera el Santo Padre. También a otros obispos, sacerdotes, religiosos y religiosas subir una montaña empinada, en cuya cumbre había una gran Cruz de maderos toscos como si fueran de alcornoque. El Santo Padre, antes de llegar a ella, atravesó una gran ciudad en ruinas. Estaba medio tembloroso, apesadumbrado de dolor y pena, rezando por las almas de los cadáveres que encontraba por el camino. Al llegar a la cima del monte se postró de rodillas a los pies de la gran Cruz y fue muerto por un grupo de soldados que le dispararon varios tiros con sus armas de fuego. Del mismo modo murieron unos tras otros, los obispos, sacerdotes, religiosos y religiosas y diversas personas seglares, hombres y mujeres de diversas clases y posiciones. Bajo los dos brazos de la cruz había dos ángeles cada uno de ellos con una jarra de cristal en la mano, en las cuales recogían la sangre de los mártires y regaban con ella las almas que se acercaban a Dios».
Otro de los textos no revelados que salió a luz fue que “el diablo se pondrá a dirigir al mundo, sembrando odio y cizaña por todas partes. La guerra empezará contra Roma. Habrá conflictos entre órdenes religiosas. Y un hombre ubicado en un alto cargo será asesinado y esto provocará una guerra”. Se cree que este texto revele las luchas religiosas de los últimos años y un posible atentado a un presidente de una nación importante, o la caída del mismo Papa.
¿Serán realmente creíbles estas revelaciones o son solo producto de alucionaciones?
Algunos entendidos en cuestiones de la Santa Sede dicen que los tres vaticinios ya se cumplieron, el primero con el estallido de la Segunda Guerra Mundial, el segundo con la conversión y cambios en Rusia y finalmente el tercero pudo ser el atentado al papa Wojtyla ocurrido el 13 de mayo de 1981 a manos de Alí Agca, teoría cuestionable porque no provocó ninguna guerra y el autor del atentado, luego de haber cumplido su condena en prisión, ya goza de libertad. Otros dicen que la cosa está recién por empezar.
Hace algunos días la agencia de noticias EFE informó desde Ankara que Alí Agca, el turco que disparó contra Juan Pablo II acusó al Vaticano de estar tras del atentado que perpetró. En declaraciones al canal de televisión turco TRT culpó al Cardenal Agostino Casaroli de haber sido el cerebro del intento de asesinato a Karol Wojtyla. «El vaticano lo tenía planeado. Me pagaron 50 mil dólares y me prometieron que iba a ser liberado en dos años» Aseguró Agca. ¡Increíble!
Lo que si es cierto es que en un futuro próximo vendrán cosas peores. Y para predecir esto no necesito ser un santo, un brujo, ni adivino porque, tal como camina el mundo, cualquie cosa puede pasar porque realmente estamos de mal en peor. Dado el avance del calentamiento global, la crisis económica en Europa y el desarrollo de la bomba atómica en países conducidos por mandatarios locos como el de Irán y la proliferación de centrales nucleares en las naciones desarrolladas como Japón, es probable que el fin del mundo esté más cerca que nunca.
Y ojala que cuando llegue nos agarre a todos confesados.
El asunto es que las declaraciones del Papa Benedicto han alborotado el cotarro y hay tema de discusión para rato. Lo que nadie sabe es dónde está «ese diablo» al que se hace mención en las revelaciones. ¿En Irán, Corea del Norte, Venezuela, Afganistán, Estados Unidos, Rusia, Italia, Alemania o dentro del Vaticano? Eso solo lo sabe Dios.