El tapado

p

Para los primeros humanos que empezaron a poblar la Tierra, los fenómenos de la naturaleza eran atribuidos a la acción de un ser todopoderoso. Los terremotos, los truenos, el rayo, los tsunamis, tornados eran castigos de los dioses. Es cuando aparecen la superstición, la brujería y la magia.
Y, no obstante de la evolución del hombre, las supersticiones aumentaron en lugar de desaparecer. Quizás algunas hayan desaparecido por las costumbres y el avance cultural, pero siguen latentes, Entre estas, las más comunes de hoy son: Derramar sal o recibir el salero directamente de la mano de otro, dicen que hay que colocarlo sobre la mesa / Cruzar los dedos / La herradura apuntando hacia arriba / Que le cruce un gato negro / El martes 13 / Pasar por debajo de una escalera / Tocar madera y muchas más que cambian de acuerdo a las costumbres de los pueblos..
Del mismo modo, la brujería siempre fue un tema fascinante, ayer, hoy y lo será siempre. No hay nada más sugestivo, atrayente y lleno de misterio. La brujería es un conjunto de conocimientos. prácticas y técnicas que se emplean para dominar de forma mágica el curso de los acontecimientos o la voluntad de las personas. Es una acción realizada por medio de poderes sobrenaturales.
En cambio, la magia se define como un conjunto de trucos y habilidades con los que se hacen juegos de manos y cosas sorprendentes y extraordinarias como por ejemplo hacer aparecer y desaparecer objetos y hasta personas o descubrir cosas ocultas.
Entre los prestidigitadores más famosos destacan el gran Houdini, David Copperfield y, mucho más antes Fu-Manchú,
La magia negra también es un tipo de hechicería, y se define por la supuesta realización de maleficios, ideados para producir infortunio, enfermedades o cualquier otro tipo de daño. Se utiliza como antónimo de magia blanca.​
Durante mucho tiempo los libros de magia y de alquimia estuvieron prohibidos. Igualmente se persiguió a quienes practicaban la brujería.
En los albores de la humanidad, la magia y la superstición estuvieron vinculadas a la religión en casi todas las culturas, pero luego el cristianismo las excluyó y vetó no obstante que religión y magia comparten la creencia en la existencia de fuerzas superiores que pueden obrar en sentido adverso o favorable a los propósitos de los creyentes.
Estas prácticas de tipo paranormal las ha vivido la humanidad a lo largo de su existencia, la misma que ha surgido por un cúmulo de circunstancias políticas, sociales, económicas, a las que se debe añadir las espirituales, mentales y religiosas.
Desde su aparición sobre la Tierra, los seres humanos han sentido la necesidad de buscar respuestas a las preguntas: ¿quiénes somos?, ¿de dónde venimos? y ¿a dónde vamos?, sin conseguir explicaciones plenamente satisfactorias y recurrieron a lo sobrenatural.
Los brujos y brujas han sido, para bien o para mal, una forma de desfogue a ese mundo desconocido. Lamentablemente, estos misteriosos personajes tuvieron que soportar las más crueles e injustas persecuciones y los castigos más inhumanos tal como señala la historia de la brujería europea y latinoamericana. Los mataban quemándolos vivos, crucificándolos y apedreándolos en plena vía pública. La peor etapa para la brujería fue entre mediados de la Edad Media hasta el siglo XVII.
En nuestro país hay muchos lugares donde los brujos siguen siendo los personajes que manejan la vida espiritual de las personas, como en el norte y selva de nuestro país. Son los curanderos del pueblo. Y quienes lo arreglan todo.
Algunos antropólogos definen al chamán como un intermediario entre el mundo natural y espiritual, que viaja en un estado de trance. Una vez transportado a ese mundo de los espíritus, se comunica con ellos para conseguir ayuda en la curación, la caza o el control del tiempo.
Los chamanes creen que han logrado contactar con el mundo de los espíritus y tienen una relación especial con ellos. Aseguran tener la capacidad de controlar el tiempo, profetizar, interpretar los sueños, usar la proyección astral y viajar a los mundos superior e inferior.
Michael Ripinsky-Naxon describe a los chamanes como «personas que tienen fuerte ascendencia en su ambiente circundante y en la sociedad de la que forman parte».
Los chamanes han llegado a dominar la mente de las personas. Así como hay gente que no puede vivir sin la religión, muchos no pueden vivir sin los brujos y adivinos. No hacen nada sin antes consultarles. Por eso no es raro que un grupo de chamanes y brujos peruanos se reúna en las afueras del Estadio Nacional de Lima para realizar un «ritual de florecimiento» cada vez que juega nuestra selección de fútbol. Y si la rojiblanca juega en el extranjero la reunión de brujos es en la plaza de Armas o en el parque de Miraflores.
El expresidente Alberto Fujimori en Año Nuevo se bañaba en Las Huaringas acompañado de brujos para limpiarse de la mala suerte. Igualmente en su juicio estuvo presente una bruja pero, al parecer, no le dio buen resultado porque no lo libró de la prisión.
Eliane Karp, esposa del expresidente Toledo, recurría a los brujos para darle buenas vibras a su “cholo sagrado”. Creía ciegamente en el mensaje de la coca, el plomo y el incienso. Ahora, ambos están afrontando un juicio por haber recibido coimas por más de 20 millones de dólares .
Mucha gente cree más en los curanderos que en el médico, en la lotería más que en el trabajo, en las bolas más que en lo que dice la radio y en los adivinos más que en el consejo de un abogado. Y aquellos que antiguamente confiaban más en el colchón que en el banco, preferían guardar sus ahorros debajo de ese mullido saco que, entre otras cosas, también sirve para dormir.
Los caballeros de antaño tenían muchas dudas antes de decidirse a guardar su plata en las bóvedas de un banco porque pensaban que ,con el tiempo, lo iban a perder todo. Y no estaban del todo equivocados porque el negocio de las entidades bancarias consiste precisamente en eso, en la magia de hacer que el dinero de los clientes, tarde o temprano, pase a sus bóvedas.
Y cómo lo hacen? Muy fácil, pagando los intereses más bajos por los depósitos y cobrando los más altos por los préstamos. Así de sencillo. Eso ocurre al menos en nuestro país.
Por eso el gran temor de mucha gente a los préstamos, sobre todo a los hipotecarios, no solo por los altos intereses sino por la exigencia de poner como garantía la casa. Con esta modalidad, el cliente se convierte en un deudor “hasta la muerte” porque la palabra “hipoteca” viene del latin “mortus”. Para los antiguos griegos significaba “hasta la muerte”.
Lo cierto es que, si usted ha logrado amasar una buena cantidad de dinero, para guardarlo no hay lugar más seguro que un banco porque los ladrones, que al parecer huelen donde está el dinero, lo pueden visitar en cualquier momento y eso sería una tragedia. En el banco, su dinero por lo menos estará bien guardado porque, según dicen, sus bóvedas están “protegidas por los más sofisticados instrumentos electrónicos de seguridad”.
Otra cosa, si asaltan el banco, tampoco tiene por qué preocuparse porque el seguro de todas maneras se encargará de pagarle hasta el último centavo.
Hasta aquí todo parece una maravilla, ¿Verdad?, porque no hay nada mejor que tener el dinero bien guardado y dormir tranquilo, a pierna suelta y soñando con los angelitos.
Pero, la cosa no termina ahí. El día menos pensado lo llamarán por teléfono, del mismo banco o quizá de otro, (Nadie sabe cómo diablos lo hacen para enterarse que uno tiene plata) y le comunicarán que ha calificado para ser poseedor de una tarjeta de crédito. ¡Oh! Pero que gesto tan lindo, ¡Qué delicadeza! ¡Que fina atención de la entidad financiera! ¿no?. A eso le dicen “atención personalizada”, en reconocimiento a su honorabilidad y solvencia económica.
–Para proceder con los trámites de solicitud (¿Solicitud?) señor Martínez (O como se llame) solo tiene que acercarse a nuestras oficinas y firmar un documento de rutina. Ah, también le cobraremos un “pequeño” costo por la membresía.
Y, cuando usted se anime a ir a la dependencia bancaria, una señorita de cara linda y voz tierna, le entregará el documento que tiene que firmar. Pero, como usted jamás pensó en el tamaño de las letras del contrato, casi se tira de espaldas porque, son tan pequeñitas que no puede ver ni la “o”, siendo la letra más fácil de identificar. Y, para colmo, justo hoy olvidó sus lentes de lectura ¡Qué vergüenza! Y, frente a esa señorita tan amable con cara de ángel, no le quedará otra cosa que firmar nomas. Claro ¿por qué desconfiar de un banco serio con tantos años operando en el país?
Al día siguiente, un motociclista le llevará a su domicilio su reluciente tarjeta de crédito. A eso le llaman delíbery. ¡Qué rapidez y eficiencia! ¿Verdad?
A partir de este momento vivirá usted una gran luna de miel con el banco. Comprará todo lo que quiera y comerá todo lo que se le antoje, sin importarle los precios, los intereses, portes, comisiones y otros cargos ¡Esas son ridiculeces!, lo importante es que usted ya es usuario de aquello que los yuppies llaman “dinero plástico”. ¿Y sabe por qué le dicen plástico? Porque se estira hasta donde usted quiere y se contrae a medida que crece su deuda.
Y pobre de usted si no cancela el monto total del mes porque no solamente se irá acumulando la deuda, sino también los intereses que crecerán hasta la estratosfera, igual que otros costos que aparecerán como granos en la cara de un adolescente.
Recuerde, los bancos nunca pierden, el que pierde es usted.
¿Acaso no los salvan a los bancos cada vez que entran en bancarrota? En cambio a los clientes no hay quién los salve, por eso tienen que seguir remando hasta la muerte. Y, si por desgracia se muere, el saldo de la deuda lo pagarán sus hijos si no compró el seguro de desgravamen. ¿Lo ve?, el banco nunca pierde.
Con motivo de esta maldita pandemia del coronavirus, el gobierno les prestó a los bancos dinero a manos llenas a un interés huevo, menos del 2%, para que lo presten a sus clientes con un interés que, en algunos casos supera el 80%. Ese es el regalo anticipado por navidad del gobierno, a través del BCR, a todos los bancos y a los pobrecitos empresarios que dejaron de ganar por la pandemia.
Antiguamente, los ancianos que desconfiaban hasta de su sombra, eran reacios a acudir a los bancos para depositar sus ahorros. Preferían guardarlos en escondrijos que hacían en las paredes de sus dormitorios, generalmente detrás de la fotografía del abuelo, tomada a propósito con la cara de pocos amigos, o debajo de sus camas, en huecos que hacían levantando una de las losetas del piso.
El problema era que muchos de ellos, por efecto del alzheimer, a veces olvidaban el lugar exacto dónde habían construido su peculiar caja de caudales y tenían que verse obligados a golpear las baldosas del piso con el bastón, que siempre lo tenían a la mano. Si alguna sonaba a vacío ahí estaba escondido su dinero. Para levantar la tapa tampoco se hacían problema, lo hacían con la ayuda de una navaja, que tampoco nunca dejaban de llevar en uno de los bolsillos del chaleco.
Y como en ese tiempo más era lo que metían que lo que sacaban, tenían buenos ahorros. ¿Y saben ustedes cómo mataban el tiempo? No precisamente frente a la computadora, la Tablet o el celular, como hoy, porque aún no los habían inventado, sino contando su plata. Y lo peor que les podía pasar era que se mueran sin revelar su secreto.
Y cuando esto ocurría, sus ahorros se convertían en “tapados”.
La gente que sabía de estas costumbres de los muchachones de la tercera edad, vivía obsesionada por encontrar uno de esos tapados, igual que hoy sueña con sacarse la tinka, que la sigue comprando y seguramente la seguirá comprando hasta que se muera de viejo, si es que antes no lo sorprende un infarto cuando se le ocurra sumar todo lo que gastó desde que empezó a adquirir su primera tinka, y se de cuenta que botó al tacho una millonada.
Los tapados más valiosos provenían todavía de la época de los incas porque algunos súbditos de Atahuallpa, que no fueron tontos, al enterarse que su gran jefe había caído en Cajamarca en manos de los conquistadores, enviaron solo una parte del oro y plata para su rescate y se cree que el resto lo ocultaron en los lugares más inaccesibles del imperio, como Choquequirao, Machupicchu, en las profundidades de las lagunas de Langui, Layo, Urcos, Pacucha y en las montañas más inexpugnables de los andes.
Lo que no sabían es que los conquistadores tenían la consigna de matar a todos los que no se sometían a la corona y no profesaban su religión y, entre estos, cayeron también los únicos que sabían donde se habían enterrado esos valiosos tesoros que, con el tiempo, se convirtieron en tapados.
A partir de ese momento los buscadores de tapados se proliferaron como hongos. Para ubicarlos arrojaban azogue y excavaban en los lugares donde decían que algunos moradores habían visto una luz brillante. Claro, algunos tuvieron éxito y otros se llevaron verdaderos chascos porque en lugar de encontrar tesoros hallaron osamentas de muertos que también producen los mismos efectos luminosos. Cuando esto último le ocurría al buscador, era una fija que se le venía una racha de calamidades. Decían que le había llegado la maldición del diablo.
Un día, un conocido caballero en la ciudad del Cusco, falleció súbitamente por causa de un paro cardíaco. Nadie se explicaba como diablos un hombre próspero, robusto, aparentemente lleno de salud, a quien no le faltaba nada, había terminado sus días de esa manera.
Sus familiares, luego de guardar duelo estricto durante ocho días, recorrieron todas las agencias bancarias para averiguar si toda la fortuna del caballero estaba en alguna de esas entidades. No hallaron ni un solo centavo. Y para matar la pena porque, más se llora por la pérdida de la herencia que por la muerte del padre, el fin de semana decidieron salir de paseo a la casa de un familiar en Calca, provincia ubicada en el Valle Sagrado de los Incas.
En la noche del domingo, una pareja de esposos que vivía en la misma calle del fascinante y antiguo barrio de San Blas, observó que la habitación donde dormía el anciano estaba iluminada. Al principio pensaron que sus hijos habían vuelto y habían encendido la luz, pero eso no podía ser posible porque la casa estaba cerrada por fuera con un pesado candado. Tampoco podía ser el destello de un rayo porque el cielo estaba despejado.
– ¿No será un incendio? – Se preguntó el marido.
– Pero no veo ni huelo humo. Olvídalo, deben ser solo visiones. Intervino su mujer.
– ¿Si es un tapado? – Insistió el hombre.
Y antes que la duda los mate, decidieron ingresar rompiendo el candado de la puerta principal y de inmediato se pusieron a buscar el supuesto tapado durante varias horas, hasta que lo hallaron debajo de una losa del piso del dormitorio del anciano, casi al filo de la madrugada. Se trataba de una olla de barro llena de joyas y libras de oro peruanas. Eran los ahorros del anciano que no tuvo tiempo de entregárselos en herencia a sus hijos porque la muerte lo sorprendió súbitamente.
Luego de sacar la olla, volvieron a tapar el hueco para no dejar ningún rastro. Pero cuando salían, sintieron murmullos, eran los dueños de la casa que retornaban de su paseo.
Presa de los nervios, para evitar ser sorprendida con las manos en la masa la mujer se sentó sobre la olla para ocultarla bajo sus polleras. No se levantó ni para saludar a sus vecinos, mientras que el esposo trató de explicarles el motivo de su presencia.
–Al escuchar unos ruidos extraños, salimos a ver qué es lo que pasaba y vimos que un ladrón rompía el candado de la puerta… pero, al notar nuestra presencia, fugó.
La explicación les pareció convincente a los vecinos. Luego de constatar que no habían robado nada, les agradecieron por su intervención.
Pasaron los días, y los familiares del difunto seguían rompiéndose los lomos trabajando día y noche para pagar las deudas que habían contraído para enterrar cristianamente al anciano mientras sus vecinos disfrutaban de la vida, derrochando el dinero a diestra y siniestra.
La pareja de esposos lo tenía todo, menos hijos. Soñaban con tener por lo menos uno para dejarle la gran fortuna que poseían. Por recomendaciones de un médico, decidieron viajar a Lima para que ella se someta a un tratamiento de fertilidad. Hasta que por fin, luego de un prolongado y costoso tratamiento, la esposa logró concebir.
El día del parto, el medicó que la atendía no podía salir de su asombro al ver que la mujer había traído al mundo un bebé con horribles deformaciones, falleciendo a los pocos días. El marido casi se vuelve loco, igualmente la madre se afectó y enfermó gravemente, sin poder recuperarse pese a la esmerada atención de los galenos.
Con el paso de los días, su mal se agravaba. Sufría de terribles dolores de cabeza, no podía dormir y hasta quería suicidarse. Todo el tiempo se la pasaba en cama.
El compungido marido solicitó una junta de médicos del hospital Regional para tratar el extraño mal de su mujer. Los doctores, luego de exhaustivos exámenes clínicos diagnosticaron una severa crisis depresiva con complicaciones sicosomáticas y stress. Le recetaron ansiolíticos y un estimulante para abrirle el apetito.
El esposo y la mujer, que no entendían ni jota del lenguaje médico, ni tenían paciencia para esperar que las medicinas hagan efecto, decidieron suspender el tratamiento.
La cosa fue de mal en peor. Entretanto, el desesperado marido se puso a escuchar los programas de los charlatanes de la radio, quienes vociferaban que la única forma de curar los males del cuerpo y del espíritu era acudiendo a un curandero. Hablaban sobre la imposición de manos como un método eficaz para sanar los males imposibles. Todos creían tener la solución para cada caso.
Hasta que un día, no soportó más y se fue a ver a uno de esos parlanchines, quien le recomendó que su mujer se debía hacer “una limpieza con quirquincho vivo” con un curandero recién llegado de Puno y que, además, necesitaba baños de florecimiento contra el daño, la envidia, la maldad y el susto. Lo único que logró fue que le saquen plata leyéndole la suerte en la palma de la mano.
No obstante una vez más llegó a visitar a uno de ellos en el mercado dominado por los mercachifles puneños ubicados en la Av. De la Cultura y, a pesar de haber probado con él todos los métodos y fórmulas, su mujer no solamente seguía igual, sino peor.
Y cada vez que escuchaba la radio, los embaucadores del micrófono le carcomían el cerebro con sus “sabios consejos”. No se daba cuenta que era solo para sacarle dinero. La pareja ya había gastado plata hasta la saciedad pero ninguno de los brujos les había solucionado el problema. Al contrario, los males de la mujer se complicaban debilitando su cuerpo.
Ni los médicos, menos los hechiceros, pudieron sanar a la pobre mujer.
Felizmente que no todos los brujos son malos, también los hay de los buenos, pocos, pero los hay. Y un día se enteraron que en Huasao, se hallaba el mejor de todos: Don Julián Tasayco.
No fue difícil ubicar su dirección porque todo el mundo lo conocía en aquel pequeño poblado. Al llegar a la vivienda el marido tocó la puerta.
-Disculpe, busco a don Julian Tsayco.
–Don Julián Tasayco , atiende solo en las tardes. Tiene usted que volver – Le respondió el ayudante del curandero.
-Para pasar el tiempo, le sugiero que se de una vuelta por el Parque Arqueológico de Tipón, le aseguro que no se aburrirá.
En efecto, Tipón es uno de los lugares más sorprendentes en el mapa turístico cusqueño. Aquí, los incas rendían culto al agua. Es parte del Qapac Ñan, la famosa red del Camino Inca a Machu Picchu. Tiene 13 terrazas construidas al estilo Inca, donde se puede observar Recintos Reales. Cuenta con fuentes de agua y canaletas que siguen vertiendo agua. Se presume que fue la Casa Real que el inca Viracocha mandó construir para su padre.
El marido, al ver esta maravilla olvidó de todos sus pesares y regresó , en busca del curandero.
Por la gran cantidad de clientes que solicitaban sus servicios, no había duda que Tsayco era el mejor. Acudían a él desde funcionarios públicos, empresarios hasta jovencitas que querían hacerse leer la suerte y pedir un novio apuesto y con buena posición económica. Había que tener suerte para conseguir una cita con él porque viajaba constantemente al Cusco y otras ciudades para limpiar las malas vibras en las viejas casonas coloniales, predecir el futuro, viajes, fortuna, destapar infidelidades, descubrir a los autores de robos y homicidios, curar enfermedades, ganar juicios y mil casos más. Tasayco era el brujo más visitado en la década de los sesenta y setenta en Huasao.
–De acuerdo mi amigo, pero por lo que usted me cuenta, este es un caso muy difícil y delicado que no podré solucionarlo en una sola sesión. Tengo que ir a su casa porque debo verla personalmente a la señora, por consiguiente tendré que dejar de atender aquí y por eso le costará más. Le explicó el curandero.
Al marido no le quedó otra cosa que aceptar sin regateos las condiciones que le planteo el brujo y se fueron a la casa de la enferma.
Apenas llegaron, el personaje místico comenzó con sus ritos de sanación arrojando por los aires hojas de coca y chamico. Luego le pasó a la enferma un cuy vivo por todo el cuerpo, repitiendo la operación durante varios minutos, hasta que el roedor quedó muerto.
–Esto es buen augurio, porque quiere decir que la enfermedad ya esta cediendo – Explicó el curandero muy entusiasmado.
–Ojalá, porque veo que mi mujer sigue igual
+Paciencia caballero, si no tiene fe, por favor salga por unas horas de la casa.
Al día siguiente Tasayco la hizo poner en cuclillas a la señora y la bañó con agua de ruda sin importarle que, de tanto estar en esa posición, la pobre mujer comenzó a entumecerse. Luego, sorbió una copa de aguardiente, una parte se lo engulló y el resto se lo roció a la cabeza de la enferma. Y mientras rezaba en quechua, mirándola fijamente en los ojos, le dijo…
–Repite conmigo: ¡Mis males ya han desaparecido! ¡Estoy sana, ya no tengo nada!
Al tercer día las cosas habían cambiado diametralmente. Por primera vez, luego de varios meses la mujer se sentó a la mesa para disfrutar de un suculento almuerzo…
–Mi amigo, parece que lo logramos. Esta fue una maldición muy difícil de curar. La señora tiene que seguir el tratamiento tomando los brebajes que le he preparado. Otra cosa, como todo esto ocurrió por haberse sentado en la olla que encontraron, antes de irme haremos una sanación espiritual. Usted sabe, para todo mal siempre hay remedio.
–Cualquier cosa por favor con tal que se salve mi mujer.
Tasayco, conocido por su honestidad, recomendó que devuelvan el dinero sustraído de la casa de sus vecinos y que hagan una “velación” en el dormitorio del muerto. No podían creerlo, pero ante los graves problemas, no les quedó otra cosa que acceder. Inmediatamente el marido se dirigió a la casa de sus vecinos para pedirles perdón y devolverles la olla con el dinero. Finalmente les solicitó autorización para hacer la velación en el dormitorio del anciano, ceremonial que se cumplió derramando pétalos de rosas, encendiendo velas y quemando incienso.
A las pocas horas, increíblemente, la mujer comenzó a mejorar como si hubiera ocurrido un milagro. La devolución del dinero y la reconciliación con sus vecinos le habían dado paz espiritual.
Con el tiempo, llegó a tener dos hijos sanos y robustos. Hoy disfruta de la compañía de ellos y sus cuatro nietos.
Nunca se supo si su sanación fue por sugestión o por efecto de la brujería.

–Si claro. El tratamiento estuvo correcto.

Y se fue.

Ya de retorno en Cusco, el Doctor Fernández se reincorporó a su trabajo en el hospital Regional donde tenía el turno de la mañana y en la tarde, como de costumbre se fue a Huasao para convertirse en el brujo Julián.

2 respuestas to “El tapado”

  1. herberthcastroinfantas Says:

    Llegado a mi E-Mail

    Los Bancos privados, son esclavos de la codicia y la usura, y no tienen límites, solo satisfacen su insaciable gula económica. El dinero es su manjar, cual adicto, solo dependen de él, y cada vez quieren más y más, hasta que colapsan, como la historia lo ha demostrado, ya antes, y la actual crisis del mundo capitalista altamente sistematizado lo demuestra una vez más, pero hasta hoy siempre salen triunfantes, porque le pasan la factura al Estado, con Grandes Rescates Financieros (porque los Banqueros son los verdaderos gobernantes del Mundo), a todos los contribuyentes, quienes somos los que cargamos con el pasivo, a costa de la pérdida de nuestros empleos, de nuestras hipotecas y de onerosas deudas nacionales sin tener responsabilidad alguna.
    Y solo es producto de la Naturaleza Humana, de su egoísmo natural, donde solo aquellos que tienen poder, como las pequeñas élites de poder económico global, corrompen autoridades de todo color ideológico y político, para que les permita desarrollar sus actividades sin control y sin un marco regulatorio, que establezca límites a sus apetitos de acumular más y más riquezas.
    En conclusión, el ser humano, no está preparado ni es capaz, de auto controlar sus ambiciones, y se comporta solo como un animal irracional y salvaje, para satisfacer sus bajos instintos. Por tanto el ser humano, tiene que estar siempre sujeto a límites racionales, en defensa del bien común y de la preservación de la especie humana. Lo triste, es que estas pequeñas élites de poder (0,00001% de la población mundial), tienen el control de la economía global (FMI/BM), amparados en el control de todo el poderío nuclear mundial, bajo siete llaves, que al final esclavizará a todo ser humano, sobre nuestro amado planeta.
    Saludos.
    ________________________________________
    De: Jose C. Pomalaza

  2. rosa Says:

    Quede gratamente impresionada con la intervencion del senor Jose C.Pomalaza me resulta tremendamente extraordinario mi correo es rosalinda3777@hotmail

Deja un comentario