Adalid

En la maravillosa década de los sesenta, mientras la música de la nueva ola nos alegraba el alma y nos hacía cambiar nuestras formas de vida, el invento de los transistores producía una revolución tecnología sin precedente, poniendo de cabeza nuestras sedentarias costumbres de escuchar radio, unas veces recostados en un mullido sillón de la sala y otras, echados a pierna suelta sobre el somier de nuestras camas.

Sin embargo, el viejo y pesado aparato a tubos, con cubierta de finas maderas, se resistía a morir y seguía reinando en un rincón de la sala-comedor de nuestras casas. Empolvado y enronquecido por el paso de los años, ahí estaba el bendito aparato, uniendo a nuestras familias porque, sea en el desayuno, el almuerzo o la cena, lo escuchábamos juntos, hermosa costumbre que se acabó con la aparición de los pequeños radios a transistores porque eran más de uso personal.

A pesar de todo, estos «radiecitos», como despectivamente se los llamaba, poco a poco se convirtieron en parte de nuestras vidas, desplazando a los viejos aparatos a válvulas que tuvieron que resignarse a morir en el mismo lugar donde los habían instalado porque, debido a su gran tamaño y peso, eran difíciles de moverlos.

Lo que si se mantuvo incólume fue la gran pasión por escuchar radio. Todos vivíamos pendientes de esa maravillosa caja de sonido. Cómo disfrutábamos escuchando los maravillosos programas que se transmitían en aquellos tiempos, a través de la radio. Y cómo creíamos en lo que nos decían los locutores con sus voces engoladas y pastosas. Tanto se creía en ellos que, Orson Wells, el famoso director, guionista y actor estadounidense generó pánico en los Estados Unidos interpretando la “Guerra de los mundos” una novela que trataba sobre la invasión de alienígenas a nuestro planeta, porque muchos creían que se trataba de un hecho real.

Y estoy seguro que esa pasión por la radio seguirá por muchos años más, por lo menos hasta que se masifique la televisión digital, sistema que nos permitirá ver imágenes más nítidas en los receptores portátiles y en el lugar que nos encontremos.

Mientras esto ocurra, la radio seguirá siendo el medio que más se acerca a la gente.

¿Será porque la gente sigue creyendo más en la palabra? O es por la forma que tienen los locutores de radio de narrar los hechos, sin necesidad de mostrar la cara de palo con la que a veces se presentan los locutores de la televisión.

Es posible que en esto haya algo de verdad, porque la voz del locutor de radio se parece más a la de un amigo cercano, que nos cuenta las cosas con familiaridad, sin trucajes ni muecas innecesarias, aunque también es cierto que no faltan comunicadores que son expertos en distorsionar los hechos y nos hacen oír solo lo que ellos o sus promotores quieren que oigamos, haciéndonos recordar aquel viejo slogan de la vitrola RCA “La voz del amo” que tenía como símbolo la imagen de un perro. ¿Se acuerdan?

En la década de los sesenta, los espacios de radio más sintonizados eran sin duda los informativos, luego los programas musicales, seguidos por los programas deportivos. Y precisamente hoy quiero referirme de manera muy particular a un programa deportivo del cual tengo muchos recuerdos. Se trata de Adalid, «El as de los programas deportivos” que adoptó como lema la frase “Lucha con dignidad, triunfa sin vanidad y pierde sin rencor”, el mismo que sigue en el aire por más de cuarenta años.

La idea de sacar este espacio nació en una reunión de cinco amigos, casi todos estudiantes de la universidad San Antonio Abad del Cusco. Y fue en una tradicional picantería cusqueña. Alrededor de una mesa enclenque que más perecía de una sesión de espiritistas que de una picantería. Allí estábamos Edmundo Montesinos, Julio Cheverría, Alfredo Febres, Wilbert Pizarro, Percy Vargas, Raúl Herrera y yo, disfrutando de exquisitos platos de la culinaria cusqueña en medio del humo que provenía de la joncha. De rato en rato brindábamos con sendos vasos de frutillada por la vida, nuestras alegrías y algunas penas de amor, que apurábamos primero hasta los portales, es decir hasta las arquerías que tenían como adorno los caporales hechos de vidrio grueso y luego hasta el fondo. Hablábamos de fútbol porque ya se venía el clásico entre el Garcilaso y el Cienciano, los dos equipos más importantes, y rivales a muerte.

La discusión se desarrollaba con tal vehemencia, como si se tratara de la final de un mundial. Y al notar que varios de ellos lo hacían mejor que muchos comentaristas profesionales me permití bromear…

–Si esta discusión la lleváramos a la radio, sería un golazo.

Y en lugar de seguir la broma, todos se quedaron callados y pensativos. En ese momento Edmundo Montesinos, dueño y administrador de radio La Hora, rompió el silencio diciendo…

–No es mala idea. Cuando quieran.

Y así, entre risas, frutilladas, riñoncitos a la brasa, chicharrones y lechones, empezamos a esbozar la idea. Y, no se si entusiasmado por los tragos, Edmundo volvió a ofrecer todo su apoyo al proyecto.

Hoy, después de más de cuarenta años me alegra que su ofrecimiento no haya quedado entre las paredes de aquella tradicional picantería, como otras promesas que a veces se lanzan y se las lleva el viento porque, al día siguiente, cuando volvimos a tocar el tema en las oficinas, nos dijo que esa misma noche podíamos hacer los ensayos en el estudio de grabaciones de radio Tawantinsuyo.

Antes de decidirnos por Adalid barajamos varios nombres. No recuerdo de quien fue la idea, creo que fue Wilbert inspirado en el nombre del un equipo de fútbol de Tinta «Los Adalides» el mismo que particularmente a mi me gustó. Lo que hice fue ponerle el lema: “El as de los programas deportivos” y la frase “Lucha con dignidad, triunfa sin vanidad y pierde sin rencor” con la que iniciábamos la presentación del programa.

Después de varias noches de jolgorio más que de ensayos, porque siempre estaban rociadas de tragos, al fin se redondeó la estructura del programa. Y lo primero que hicimos fue grabar las presentaciones y cuñas de las distintas secuencias, con mi voz. Luego, hicimos la distribución de las obligaciones, tarea que no fue difícil porque cada uno escogió lo que más le gustaba hacer. De hecho que Alfredo se ofreció ser el locutor comercial.

Desde el primer programa la salida de Adalid causó gran impacto por su originalidad, la ponderación de sus comentaristas y la habilidad de los redactores para conseguir primicias. En esta tarea de buscar exclusividades y trascendidos destacaba Raúl “Chapu” Herrera, tal como lo sigue haciendo hoy en El Comercio del Cusco, donde continúa laborando.

En poco tiempo, Adalid se consagró como el programa deportivo de mayor sintonía, siendo el primero en transmitir las eliminatorias de Copa Perú desde las provincias más apartadas de los departamentos que conformaban la Región Sur Oriental, siendo esta su mejor carta de presentación porque hasta entonces nunca se habían hecho este tipo de transmisiones. Otra de las locuras que hicimos con Wilbert Pizarro fue transmitir, desde la plaza de Armas y otras calles, las impresiones del público el día que se clasificó nuestra selección en la bombonera, ganándole nada menos que a la poderosa selección Argentina. Repetimos esa modalidad de transmisión cuando la rojiblanca debutó en México-70. La plaza se convirtió en el escenario de una gran fiesta que se expandió a toda la ciudad, generada por Adalid.

Otro acontecimiento inolvidable fue la transmisión de los primeros partidos del Cienciano cuando en 1970, fue invitado al campeonato descentralizado del balompié profesional. Para lograr el enlace se tuvo que alquilar la onda corta de radio Santa Rosa. Y el encargado de narrar estos partidos fue Manolo Salas, quien, ya radicaba en Lima, hecho que facilitó la transmisión.

A propósito de Manolo, desde muy niño tenía habilidad para la narración. Sus papás comentaban que cuando tenía ocho años jugaba transmitiendo partidos imaginarios en Cusco, su tierra natal. Y precisamente su ingreso a Adalid fue como jugando, cuando su promoción de la facultad de Química de la universidad San Antonio Abad decide contratar al Defensor Lima para un encuentro con el Cienciano, con la finalidad de recaudar fondos. A sugerencia de uno de sus compañeros, participa en la grabación del comercial de radio, narrando un supuesto partido. Al escucharlo Edmundo Montesinos lo invita a integrarse al programa.

Recuerdo que su prueba de fuego fue en el partido entre el Mariano Santos de Sicuani y el Manco Cápac de Cusco por la Copa Perú. En la locución comercial estaba Alfredo Febres. Percy Vargas y yo en los comentarios.

A pesar de su inexperiencia, Manolo se desempeñó con soltura y con un estilo propio. De esa manera empieza a ser programado en los partidos más importantes porque su forma de narrar se alejaba de las imitaciones que hacían otros locutores a los narradores de Pregón Deportivo y Ovación.

En Lima, lo escucha el director de Radio Santa Rosa y lo convoca para que transmita el partido entre el Sporting Cristal de Perú y el Boca Juniors de la Argentina por la Copa Libertadores de América. Con el éxito alcanzado en esta transmisión es llamado para narrar el encuentro entre Universitario de Deportes de Perú y Rosario Central de Argentina. Bastó esta carta de presentación para que el director Gargurevich, de la entonces radio Revolución le ofreciera un jugoso contrato que lamentablemente no se pudo concretar porque, coincidentemente, tenía que viajar a Chiclayo, contratado como Gerente de Producción de una importante compañía cervecera. Sin embargo, Manolo nunca se apartó del deporte. Al poco tiempo fue asignado como dirigente de la Escuela de Fútbol San Agustín de Chiclayo y cuando retorna a la Capital para ocupar una gerencia en la Backus, es invitado a integrar la junta directiva del Sporting Cristal. Es así que en representación de este club participa en la Asociación Nacional de Fútbol como miembro titular.

Adalid empezó transmitiendo partidos desde la última grada de la tribuna de oriente del estadio Garcilaso, porque aún no tenía cabina. Igual sucedía en el estadio Universitario, donde teníamos que trabajar a ras del piso. Los espectadores se arremolinaban, no se si para conocernos o para comparar lo que escuchaban con lo que ocurría en el campo. La cosa es que cada día había más personas que querían sentarse cerca de nosotros.

Cuando se terminó la instalación de la cabina en el estadio Garcilaso, las cosas cambiaron mucho porque los aficionados seguían cerca de la caseta, sobre todo los chiquillos, entre ellos Dennis Vargas, un inquieto y entusiasta estudiante del colegio Ciencias. Pero él no solo se conformaba con ubicarse en los alrededores, sino en la misma cabina, al principio para colaborar identificando a los jugadores o haciendo notar las faltas en el campo, hasta que un día no pudo más y pidió que se le de una oportunidad como narrador.

En vista de su gran interés, acordamos abrirle el micrófono para que vaya puliendo su lenguaje y estilo. Y como una avecilla que solo necesita que le suelte para abrir las alas, Dennis alzó vuelo y no paró hasta convertirse en uno de los narradores principales.

Con la experiencia ganada en Adalid, aquel muchachito que recién empezaba en la locución deportiva, viaja a Lima donde continúa su carrera, ubicándose en una emisora pequeña. Al poco tiempo integra la directiva del Círculo de Periodistas Deportivos del Perú, presidida por Humberto Martínez Morosini, en cuya gestión se adquirió un local propio para la institución.

Dennis empieza a dar saltos agigantados cuando ingresa a RPP convocado por Miguel Humberto Aguirre y termina en la cima. Es luego de su viaje a España 82, en que deja la narración deportiva para dirigir la Rotativa del Aire, el más exitoso y sintonizado de los informativos a nivel nacional, logrando gran popularidad lo que le sirve para ser invitado a incursionar en la política, siendo elegido parlamentario en el Gobierno de Fujimori.

Adalid siempre fue una incubadora de grandes figuras de la radiotelefonía y como promotora del deporte siempre estuvo presente en todas las actividades que se programaban en Cusco, especialmente en el fútbol, básket, atletismo, vóley, box y automovilismo. Nunca dejó de estar en el Gran Premio Nacional de Carretera “Caminos del Inca” cubriendo la tercera y cuarta etapas (Ayacucho-Cusco y Cusco Arequipa).

Para las transmisiones de automovilismo y fútbol, radio La Hora entraba en cadena con radio Tawantinsuyo, por su alcance nacional y mundial. Recuerdo que una de esas transmisiones memorables fue el Rallye Mundial en homenaje al Aniversario del Daily Mirror de Inglaterra que empezó en Londres y recorrió varios continentes, entre ellos América. Aquella transmisión la hicimos de manera casual, cuando una noche después del programa de cabina nos fuimos a cenar al restaurante Azul. Y luego de saborear aquellas sábanas gigantes de milanesas montadas, el plato más solicitado por los comensales, especialmente locutores y comentaristas salimos a dar unas vueltas por la ciudad en la camioneta de Edmundo, quien tenía por costumbre sintonizar emisoras bolivianas. En ese momento escuchamos la transmisión del Rallye, que hacía una radio de La Paz. En sus comentarios el locutor boliviano decía que, de acuerdo a sus estimaciones, antes de la media noche los coches deberían estar pasando por Cusco y si alguna radio de esa ciudad lo transmitía, estaban dispuestos a entrar en cadena para seguir informando a sus oyentes.

Sin pensarlo dos veces, nos dirigimos a los estudios de radio Tawantinsuyo, para entrar en cadena con esa estación, hecho que se cumplió a cabalidad. Y de inmediato, convocamos a los colaboradores entendidos en este deporte, entre ellos a Quique Velarde Pérez, y en menos de lo que canta un gallo, se organizó la transmisión.

El paso de los coches fue espectacular, no solamente por las características de los vehículos y la velocidad que imprimían en la noche, sino por estar equipados con lo último de la tecnología automotriz para este tipo de competencia especialmente los Triumph y Mercedes Benz. La hoja de ruta era computarizada, los coches tenían luces tan potentes que la pista se veía como si fuera de día, las cabinas estaban equipadas con balones de oxígeno, el tablero de control parecía de un avión por la cantidad de instrumentos que tenía, de acuerdo a la descripción que hacían los reporteros apostados en los grifos de Rubén Manga, donde los coches paraban para reabastecerse de combustible.

La aventura duró hasta la madrugada, en una intensa jornada que permitió establecer contacto con varias emisoras nacionales e internacionales.

Sin publicidad para cubrir los más mínimos gastos y sin dar muestras de cansancio, pero llenos de entusiasmo, logramos cumplir con la misión de entregar una información completa a los amantes del deporte de las tuercas Y con pocas horas de sueño, Quique, tuvo que levantarse para estar antes de las nueve en las puertas del Paraninfo Universitario y hacer de paje de Nancy Málaga, elegida como reina del Cachimbo de la facultad de Economía de la universidad San Antonio Abad. Esa misma función tenía que cumplir Peter North con Daysi Luna, otra de las reinas elegidas.

Quique y Peter, todavía soñolientos, salieron volando de sus casas de Mariscal Gamarra porque el tiempo apremiaba. Caía un chaparrón de padre y señor mío y para su mala suerte no se aparecía ningún taxi. Y no encontraron otra solución que subirse a la moto Ducatti de Peter, con los smokin puestos.

Entretanto, en las puertas del paraninfo Daysi y Nancy, estaban que se comían las uñas por los nervios porque sus pajes no llegaban. Al ver que las otras reinas, entre ellas Peluza Pineda y Marcia Luna, ya estaban sentadas en el estrado, casi estallan por la cólera, pero en ese momento felizmente se aparecieron sus pajes. Al verlos llegar en moto y empapados de pies a cabeza, no sabían si reír o llorar de vergüenza. Pero, dadas las circunstancias, tuvieron que hacerse las zuecas y entrar en medio de los aplausos de sus compañeros de estudio.

En Adalid, a menudo ocurrían anécdotas. En una transmisión del Gran Premio Nacional de Carretera Caminos del Inca, se necesitaba los servicios de un locutor para cubrir un punto intermedio de la etapa Cusco-Arequipa porque todo el personal estable ya estaba distribuido en la ruta. No quedaba otra cosa que llamar a un locutor que no tenía mucha experiencia. El patrocinador más importante era Comercial Rickets y su gerente Jorge Ordóñez se caracterizaba por ser un ejecutivo muy meticuloso, quien personalmente había preparado el texto para promover los famosos pick up marca Philips.

El novato locutor, cada vez que hacía la publicidad pronunciaba el nombre del artefacto tal como estaba escrito. Alfredo Febres, de larga experiencia en la locución comercial, quien se encontraba conmigo en la cabina, cada vez que lo escuchaba se jalaba de los cabellos por la vergüenza. Hasta que no pudo más.

–Atención Sixto, no es “Picup” es “picap”.

–Entendido Alfredo Febres, entendido.

Seguramente por la emoción del debut, Sixto seguía pronunciando el texto tal como estaba escrito. Aprovechando el cambio a otro punto de transmisión intervine para decirle que se olvide de decir “picap” y mencione solo “Tocadiscos”.

–Amigos oyentes, a continuación les damos a conocer la relación de los coches que registraron su paso por Urcos, una cortesía de sus “tocadiscos picup”.

Alfredo casi parte en dos la mesa de la cabina por el golpe tan fuerte que dio y luego se tomó de los pelos. Yo, entre broma y broma le recomendé que para que no se muera de la cólera, tome un sorbito de valeriana.

–Y, no olvides de lavarte la cabeza con champú al huevo para que no te quedes calvo de tanto tirarte de los pelos – Le advertí.

– ¿De gallina o de codorniz? Me preguntó susurrando para que no salga al aire.

– ¡De avestruz!–Le respondí al oído.

En estas transmisiones lo que más se escuchaba eran los gritos de…

–¡Cooooche a la viiiistaaaa!…Atención, Coche a la vista a unos trescientos metros del punto de transmisión de lotería del Cusco, por cortesía de los Servicentros de Rubén Manga…¡Cooooche viiiistaaaa!

…perdón…perdón…información equivocada, no era un coche, sino una llama que corre en medio de la pista. Adelante Cusco… adelante Alfredo Febres.

− Y Para que no le falle la vista…visite óptica Rojas. Contamos con la última tecnología para la medición de su vista y una amplia gama de marcos de metal y carey. Optica Rojas, ¡Para mirarte mejor¡

– ¡Atención Cusco! Transmite Adalid, el as de los programas deportivos, desde Andahuaylas, por cortesía de Super Market El Chinito, donde comprar es ahorrar…

–Adelante Henry Aragón y Quique Velarde en Andahuaylas, los escuchamos…

− ¡Coche a la vista en Andahuaylas! Inca Motors distribuidor de Ford en el Cusco.

–Al parecer es el carro de Henry Bradley junior que viene punteando la carrera…Efectivamente amigos es el Volvo del gringo Bradley…Atención Cusco, coche a la vista en Andahuaylassss…

–Te escuchamos Henry, adelante.

–Tenemos el primer carro por nuestro puesto de control en Andahuaylas…¡Coooche a la viiiista! Inca Motors distribuidor de Ford en Cusco…Pasóooooó Henry Bradley junior…exactamente a las 12 horas con 32 minutos y 27 segundos…hora controlada por Alberto Ochoa Delgado para sus artefactos National…Alfredo Febres…Qué bien le funciona su radio…

–Claro…Con pilas Nacional, porque duran más, mucho más. ¡Nacional!

–Informó, Lubricantes Zorritos de la avenida Tacna en Cusco.

El año que me tocó transmitir desde Abancay, Henry y Quique estaban en Andahuaylas. Cuando ni siquiera habían terminado de registrar el paso de los diez primeros coches por esa localidad, me avisaron que ya habían visto al primer carro bajando por la zona de Alfapata. Yo me hallaba en mi puesto de transmisión ubicado en el balcón de la casa de la familia Urtecho y a los pocos minutos ya estaba anunciando el paso del primer coche que se dirigía raudamente rumbo a Cusco.

Foster, hijo del dueño de la casa de donde se transmitía la carrera, era un adolescente muy perspicaz que estudiaba la secundaria en el Colegio Miguel Grau. Al verlo que observaba nuestro trabajo le pregunté…

− ¿Te gusta la locución?

– Si, me encanta.

–Si quieres ser locutor solo tienes que leer a viva voz poniéndote un lápiz bajo la lengua.

– ¿Y si me atraganto? Me preguntó, haciendo gala de su picardía.

–Fácil, cambiamos de practicante.

Y desde aquel día Foster se preparó para ser locutor hasta lograr su ingreso a Adalid. En un principio le encantaba imitar a Oscar Artacho y luego creo con su propio estilo. Su dedicación y constancia, le valieron para progresar rápidamente y convertirse en locutor titular de Adalid. Y luego de estar trabajando un tiempo en Cusco viajó a Lima y fue incorporado al elenco de Pregón Deportivo de Radio Unión como narrador, haciéndose realidad su sueño de trabajar junto a Oscar Artacho.

Otro narrador de Adalid, a quien recuerdo con aprecio es a Nico Nico Moscoso, por su sobriedad, elegancia y responsabilidad en el desempeño de su trabajo. Lo de “Nico Nico” se lo puse como un seudónimo para diferenciarlo de otras personas conocidas que tenían su mismo nombre. Eso mismo hice con “Charles Charles” Aragón, para diferenciarlo de otros homónimos que abundaban en la ciudad.

En Los Caminos del Inca, Adalid hacía un extraordinario despliegue de equipos y personal, sobre todo en la tercera etapa entre Ayacucho y Cusco y muy particularmente en el punto donde se bajaba la bandera a cuadros, llamado Puquín. La bandera blanca estaba más arriba, en El Arco, donde Adalid también tenía un reportero para dar cuenta de la aproximación de los coches, lo que nos permitía anticiparnos a los colegas de otras radios.

En estas transmisiones, tanto se mencionaba el nombre “Puquín” que la iglesia y algunas autoridades saltaron hasta el cielo porque sin querer queriendo, como dice el Chapulín Colorado, se estaba haciendo propaganda gratuita al prostíbulo ubicado en ese mismo lugar.

– ¡Cambian el punto de llegada, o mudan el burdel!

Gritaban los puritanos. Pero las chicas dedicadas al oficio más antiguo del mundo no querían saber nada con el cambio de ubicación de su “centro de trabajo”. Hasta amenazaron con desfilar desnudas por la plaza de Armas. A los pocos meses, no sabemos cómo, pero la municipalidad las convenció y fueron reubicadas en Santutis, una zona más discreta entre San Sebastián y San Jerónimo.

– ¿Cómo se habrán sentido San Sebas y San Jicho? – Se preguntaban las beatas refiriéndose a los santos del Corpus Christi.

–Ay hija, seguramente ruborizados.

Todo esto era parte de la fiesta de las tuercas que se vivía intensamente en la semana que duraba la carrera Caminos del Inca, evento que reunía a millones de personas a lo largo de toda la ruta desde su inicio en 1966, año en que ganó Henry Bradley (Jr) en su poderoso Volvo “huevo”, llevando como copiloto a César Vidaurre.

El equipo de Adalid vibraba de emoción transmitiendo el paso de aquellas legendarias estrellas del volante como Arnaldo Alvarado, ganador del gran premio de carretera edición 1967 con su poderoso Mustang, quien, luego de estar un tanto retrasado hasta Arequipa, apretó el acelerador en la última etapa y no hubo quien le pise el poncho, demostrando que, a pesar de su avanzada edad, seguía siendo el rey de las curvas.

En la edición 1969 Adalid hizo una de sus mejores transmisiones, no solamente porque logró formar un gran equipo de locutores, comentaristas y personal que manejaba las estadísticas, sino porque tenía un número extraordinario de puestos de transmisión. Coincidentemente, fue una de las carreras más espectaculares por la participación del piloto inglés Tony Fall al mando de su Ford Scort y llevando como copiloto a Gunnar Palm. Su llegada al Cusco, batiendo todos los records de velocidad, concitó la máxima atención de los aficionados. Y claro, como siempre el plantel de Adalid estaba en Puquín junto a las decenas de periodistas que habían llegado de Lima, Arequipa, Huancayo, así como del extranjero Y todos, ávidos de lograr una entrevista con estos fenómenos del volante. Adalid tuvo el privilegio de lograr la primicia con ayuda de Set Itsman, un miembro del Cuerpo de Paz y profesor del Instituto Cultural Peruano Norteamericano del Cusco.

Al día siguiente nos trasladamos al parque cerrado del club internacional y luego a la factoría de la distribuidora Ford para entrevistar a Fall. Allí tuvimos la oportunidad de conocer el scort. Los pilotos peruanos se quejaban porque había un abismo de diferencia entre este y sus coches como consecuencia de la crisis automotriz propiciada por el gobierno revolucionario de Velasco que prohibió la importación de vehículos. Otra novedad del coche de los suecos era la hoja de ruta computarizada, los asientos ergonómicos y la jaula de protección hecha de una aleación muy resistente y liviana.

El solo hecho de ver el carro ya era una experiencia inolvidable. Adalid tuvo la oportunidad de informar sobre los detalles de este y otros coches con la colaboración de Henry Bradley (Jr.) quien se comportó como un gran caballero, explicando a los oyentes las características de todos los carros sin excepción, dejando de lado los celos propios de una competencia de este nivel.

La cabeza de las transmisiones la tenía Radio Tawantinsuyo, por el alcance de su onda corta, y entraban en cadena Radio La Hora del Cusco, Radio Apurímac de Abancay, Radio Collasuyo de Juliaca y Radio Maldonado de Madre de Dios, así como algunas emisoras de Arequipa y otras ciudades que no tenían enviados especiales para esta etapa.

Los colegas de Lima que nunca faltaban eran César Matías y Antonio Cárdenas, locutores de larga trayectoria en el deporte automotor, con muy buenas vinculaciones en el Automóvil Club del Perú. Su labor era valiosa y sacrificada, porque con mucho esfuerzo armaban sus equipos y contrataban espacios generalmente en radio Victoria, Santa Rosa y El Pacífico, emisoras que tenían onda corta. En Cusco gozaban del apoyo sus colegas de radio Tawantinsuyo y La Hora, a través del programa Adalid.

Estas transmisiones eran muy emocionantes, no solamente por la narración de los detalles, sino por la presencia de legendarias figuras como Henry Bradley, hijo del “avispón verde”, Nicky Alzamora, Lucho Alayza, Eduardo Dibós, Arnaldo Alvarado, Emilio Fort, Raúl Orlandini, Bratzo Vicich, Peter Kube, Kurt George, Dennis Gonzáles, Neto Jochamowitz, Teodoro “Zorro” Yangaly, Julio César de las Casas, Eduardo Malachowski, Herbert Grimm, Chabuca Martell, la primera dama que participó al volante de su NSU, acompañada de su esposo Gabriel Martell, Pity Block, Jubisa Nadramia en su Toyota Corona, y, sobre todo, por la presencia de los volantes cusqueños quienes, haciendo mil sacrificios no dejaban de participar representando a su tierra, entre ellos Abelardo Caparó (Padre), que no solamente llevaba la membresía del Cusco, sino de su entrañable Calca, Juvenal Flores, notable corredor que manejaba un Toyota Corona, Aquiles Chacón (Edición 1973), Ricardo Pérez, el abanquino Willy Laurentz y tantos otros que brillaron con luz propia en las polvorientas carreteras de las primeras ediciones de los Caminos del Inca, competencia creada por una comisión visionaria conformada por Román Alzamora, Emilio Bellido y Pedro Roca, cuando presidía la entidad Eduardo Chachi Dibós, ex alcalde de Lima.

A nivel local, Adalid también fomentaba y apoyaba la organización de competencias automovilísticas en coordinación con el Automóvil Club del Cusco, como aquella que se llevó a cabo entre Cusco y Abancay, con motivo del Centenario de Apurímac, la Cusco- Sicuani-Cusco, o las carreras que se programaban para unir las ciudades de Cusco y Quillabamba. Adalid también estuvo presente en las transmisiones de los circuitos de Sacsayhuamán y del antiguo aeropuerto Velasco Astete, donde la revelación fueron los Mini Minors de los pilotos arequipeños y un Dodge Charguer de Lima.

Tampoco dejó de estar en el circuito Valle Sagrado de los Incas, donde participaron representantes de Lima, Arequipa, Apurímac y Puno y los animadores más calificados de estas competencias fueron Abelardo Caparó, Juvenal Flores, Willy Laurentz, Ricardo Pérez, Rubén Manga, el Chutas Luna, los hermanos Barbieri, Quique Pérez, Aquiles Chacón y otros amantes de la velocidad, cuyas huellas en las pistas fueron seguidas por las nuevas generaciones, entre ellos el hijo de Abelardo Caparó, quien lleva su mismo nombre.

Recuerdo que en la carrera Cusco-Sicuani-Cusco a alguien se le ocurrió premiar, además de los que hagan los mejores tiempos, al que llegue a la meta en el último lugar, con la finalidad de incentivar la participación de los aficionados. Lo anecdótico fue que el ganador de este original premio fue Pepe Tévez quien, el día anterior, junto con Wilbert Pizarro fueron a comprar el trofeo. Y por supuesto que escogieron el mejor provocando la sorna de algunos pilotos ganadores quienes confesaban que hubieran preferido perder para llevárselo.

Adalid, fomentaba el deporte de las ruedas en todas sus modalidades y categorías, incluso entre niños, quienes participaban al mando de sus poderosos cochecitos a pedal y triciclos. Esta carrera se desarrollaba entre la plaza de Armas y los estudios de radio Tawantinsuyo, como un número más del programa de celebraciones por su aniversario. Para darle mayor realce a la competencia era transmitida por todo el plantel de Adalid como si se tratara de una carrera profesional, haciendo entrevistas a los niños, dando la partida a los coches, informando de las incidencias en la ruta y dando la llegada en las puertas de la radio, con bajada de bandera a cuadros incluida. Tal era la expectativa, que hasta las casas comerciales colocaban publicidad y daban regalos a todos los participantes.

Claro que los más entusiastas eran los padres. Y la competencia se hacía más interesante por la rivalidad que existía entre los jardines de infancia. Los más aplaudidos eran los niños del jardín 88, de Limacpampa, por ser la delegación más numerosa.

En Cusco siempre hubo una gran afición por el deporte de las ruedas. Desde muy niño Roby Garmendia era muy imaginativo. Llegó a construir una carreta de madera a la que le acondicionó un motor. Igualmente le adaptó un timón de carro a su bicicleta. Por eso cuando la gente lo miraba pedaleando por las calles comentaba…

–Mira hijito, esas son las nuevas bicicletas para aprender a manejar carro.

– ¿Y dónde las venderán?

–Seguramente que el Ing. Roberto Garmendia la trajo de la Argentina, para su hijito Roby.

Cuando fui elegido como presiente del Círculo de Periodistas Deportivos del Cusco, organizamos el primer “Mundialito de fulbito” en una cancha de la urbanización Santa Rosa, para unir a todos los hombres de la radio, prensa y televisión, quienes por la rivalidad propia del trabajo andábamos un poco distanciados. El evento resultó todo un éxito porque fue un buen motivo para limas asperezas. En la cancha, ese día confraternizaron periodistas de líneas informativas antagónicas y de características físicas diferentes. Allí estaban frente a frente desde el más gordito como Ernesto Ramos Fanola y el más flaquito como “el chapu” Raúl Herrera, el más experimentado como Efraín Paliza Nava y más joven Carlos Del Pozo, este último defendiendo el arco del equipo de Adalid. A propósito de Carlos, paralelamente a su ingreso a Radio La Hora con sus espacios de la Nueva Ola fue invitado a formar parte de Adalid como narrador de noticias en los programas habituales de las noches y luego como comentarista en las transmisiones de campo. Fue el único que viajó a casi todas las transmisiones, incluyendo el partido Perú – Bolivia, que recuerda al tristemente célebre árbitro Chechelev. Estuvo también en casi todas las versiones de la Copa Perú, así como en aquellas transmisiones que se hacían desde Sicuani, Quillabamba y Calca. Seguramente que ningún otro comentarista del programa tiene semejante record.

Otro buen locutor de Adalid fue Miguel Ruelas un estudiante universitario puneño que tenia velocidad en su narración, conocimientos y muy buena voz.

En los «mundialitos», los espectadores que nos alentaban, unos avergonzados y otros muertos de la risa por nuestras jugadas que terminaban generalmente en porrazos, eran los empleados de las empresas periodísticas y los familiares de los participantes.

He querido recordar estos hechos como un homenaje a los cuarenta años de Adalid y en reconocimiento a su gestor Edmundo Montesinos. Es pues buena la ocasión para felicitarlos a los antíguos y actuales colegas y espero que sigan enarbolando el lema: «Lucha con dignidad, triunfa sin vanidad y pierde sin rencor».

6 respuestas to “Adalid”

  1. Ernesto Ramos Fanola Says:

    Este año el Mundialito del CPDP cumplira 30 años. Un recuerdo a Herberth Castro Infantas.

  2. Dino Says:

    Entrando en el you tube encontré unos huaynitos lindísimos del conjunto Apurímac, que hicieron estremecer mi corazón. Los Apurimenos debemos sentirnos orgullosos de la familia Garrafa Valenzuela de Chuquibambilla por su calidad humana y tanta sencillez y porque son auténticos representantes de nuestra musica.

    Para su blog aquí les alcanzo una entevista que le hice al señor Edwin Garrafa…

    – Señor Garrafa, ¿desde cuándo toca usted mandolina?
    – Yo aprendí a tocar a los 8 años de edad.
    – ¿Usted también compone, no?
    – Si, así es.
    – En sus videos veo también el nombre de su esposa, ¿ella también compone?
    – Si, ha sido ganadora de concursos a nivel regional y nacional.
    – ¿Ella es Wilda o Gilda?
    – Wilda, con w. A mi me nació la música cuando tenía 8 años de edad, empecé a tocar la mandolina.
    – Por lo visto es usted mandolinista por excelencia.
    – Exacto. Yo no soy de los que aprende por necesidad, sino porque Dios me dio ese don.
    – Además de la mandolina ¿qué otros instrumentos musicales más toca?
    – La guitarra y charango. A veces toco también el rondín.
    – ¿Y en qué circunstancias usted se integra al grupo musical Los Chankas?
    – El año 1971 cuando estuve por Lima y Los Chankas iban a grabar el segundo LP. Y me llamaron…
    – ¿Se refiere usted a las señoras Julia y Dora Valenzuela?
    – Si, ellas me llamaron. Fue cuando buscaban entre los residentes grauinos de Chapimarca un buen mandolinista y una tarde me ubicó el señor Caytuiro y me dice: “Están llamando de Cusco, no sé si podrás tocar con Los Chankas.
    – Bueno, habría que conversar. Le dije, aunque hasta ese momento yo no había tenido experiencia en grabaciones. Y apenas llegaron Los Chankas del Cusco me llamaron. Recuedo que tuvimos un día de ensayo y al día siguiente ya estuvimos gabando.
    – ¿Y a partir de ese evento usted quedó incorporado al conjunto?
    – Si, desde el año 71, hasta el 94.
    – A propósito, recuerdo que por esa época yo escuchaba a dos conjuntos apurimeños, Los Campesinos y Los Chankas, y la verdad que no imaginaba que usted fuera uno de los integrantes de este último grupo.
    – Así es.
    – ¿Quién era el director?
    – Gabino Valenzuela
    – Supongo que era pariente de su esposa.
    – Si, por ese entonces no era Julia la segunda voz, fue después. En los 23 años que estuve con Los Chankas siempre hubo desaveniencias, por eso nos separamos.
    – ¿A qué atribuye usted esas desavenencias?
    -A problemas económicos. Yo ganaba poco, lo que recibía era como una propina, pese a que era el personaje principal. Eso no me gustó. Y por esos pleitos mi esposa también se retiró. Aunque ya no quiero tocar este tema, terminamos mal. La última presentación fue en junio en el Festival internacional de Asia. Yo me regresé y ya no me llamaron para el Festival de Arequipa.
    – ¿Veía en sus hijos cualidades para el canto?
    -Si, por supuesto.
    – ¿En qué momento descubrió estas cualidades en sus hijas?
    – Cuando tenían 5 y 7 años, respectivamente. La segunda voz cantó directamente, entonces yo dije: “Ella va a ser la segunda voz”. Ella ha sido considerada por la prensa cuzqueña como la mejor segunda voz de los últimos tiempos”.
    Ese ha sido el motivo para que yo me enraíce en mi propio grupo y me esfuerce. Me retiré de Los Chancas con mi propio estilo, el estilo que le ha dado mi mandolina. Por eso hay una gran diferencia entre la primera mandolina del primer Long Play y la mandolina que sigue después de mi. Yo llevé a Los Chankas a la cúspide. Ese estilo no lo puedo olvidar porque es mío.
    -¿Cree usted que se pueda recomponer el grupo?
    -No, para nada. Tengo esperanzas en el éxito de mis hijas. Han participado y ganado en concursos nacionales.
    – ¿Cuántos hijos tiene usted?
    – Tengo cuatro hijos. El primero es abogado, se llama Edwin Junior; la segunda es arquitecta, Deyanira y es la primera voz; la tercera es contadora, Rocío y es la segunda voz del conjunto y el último es Ingeniero Civil. Se llama Erwin y toca guitarra y otros instrumentos musicales.
    – ¿Cuándo funda usted el Conjunto Apurimac y qué le llevó a ponerle este nombre?
    – Fue después de haberse producido la ruptura con Los Chankas ¿Por qué le pusimos Apurímac? Porque cuando el Perú se dividió en Regiones y se dejó de lado a los departamentos (en la época del Gobierno Revolucionario) temí que el nombre de Apurimac desapareciera como consecuencia de su incorporación al Cuzco, junto con Madre de Dios para nformar la Región Inca. Y así nació la idea.
    (Por razones de extensión y estilo la entrevista fue recortada y corregida)

  3. Carlos Aceituno Says:

    FELICITACIONES POR LA NARRACION DE ADALID. SIENTO ALEGRIA LEYENDO ESTA HISTORIA NO CONOCIDA PORQUE RECIEN LLEGUE AL CUSCO EN 1982.
    FALTA UNA DECADA (LA DE LOS AÑOS 70), PORQUE DE AHI EN ADELANTE CARLOS GAMARRA ES EL AS DE LOS PROGRAMAS DEPORTIVOS, LEASE LA TESIS DE MAESTRIA DE JORGE PUELLES
    SALUDOS

    • herberthcastroinfantas Says:

      Hola Carlos: La historia de Adalid, a partir de 1975, la tienen que contar las nuevas generaciones de colegas que nos siguieron. Y a tí te corresponde mostrarla a partir de 1982. Para que no se extravíen esos datos, te pido que me los hagas llegar para que los incluya en mi blog. Les deseo suerte a todos los colegas y espero que sigan manteniendo en alto el lema «Lucha con dignidad, triunfa sin vanidad y pierde sin rencor». Un abrazo.

  4. CARLOS GAMARRA MOSCOSO Says:

    Quien escribe estas letras es el Lc. Carlos Gamarra Moscoso. ADALID tuvo tres epocas: La de los fudadores, de Fernando rojas y la de quien escribe. Estuve 28 años en ADALID. Me dio mucha pena retirarme de radio La Hora porque Don Edmundo Montesinos alquilo la FM a terceras personas y nos quedamos con la AM. Y claro, quien no opera en FM no tiene mucha publicidad. Sin embargo, ADALID bajo mi direcccion trabajó con puntualidad, respetando a personas e instituciones y por muchos años teniamos la señal de onda corta en la banda de 60 metros, sintonia regional en el horario de l8 a l9 horas, de lunes a sabado, con trasmisiones desde el estadio Garcilaso, con la narración de Percy ALmanza, solo los domingos. Me parace que Adalid es el único programa que hasta ahora sigue siendo bandera de RADIO LA HORA. Recuerde Ud. Sr. Castro que nos encontramos en la capillla del Parque Zonal en el IPD y el sacerdote le dió la bendición a petición mía porque me moría de ganas de conocerlo y saber que Ud. fue el fundador de ADALID. Un abrazo de Golllllll.

  5. Werner Schreiber Schialer Says:

    Que alegria leer todas esas lineas y recordar todo eso que me contaba mi padre hasta ahora me lo recuerda en algunas de sus anecdotas cuando corrio con Virgilio Luna y con Wiliam O’brien y leer todos esos nombres que estan dentro de las anecdotas de mi viejo (Werner Schreiber Ladrón de Guevara) me llena de alegria… 🙂

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