Como no podía ser de otra manera, el juez Miguel Quevedo decretó el encierro del ex presidente de Gracias Presidenciales Facundo Chinguel comprometido con los narcoindultos, mientras se realicen las investigaciones.
Ni la bulla aprista frente al juzgado pudo torcer la decisión del magistrado. Tampoco los carteles que aparecieron una vez más en contra de la “reelección conyugal”, tratando siempre de distraer a la opinión pública, alteró esta decisión.
La cosa está que arde porque Facundo Chinguel, en mi concepto, es solo la punta de la madeja. Detrás de él están otros personajes más gordos que deben estar poniendo las barbas en remojo porque, si las investigaciones se hacen bien, tendrán que desfilar por los pasillos del Palacio de Justicia desde el ex delegado general del penal de Lurigancho Carlos Butrón Dos Santos hasta el ex presidente Alan García, pasando por su ministro de Justicia Aurelio Pastor, donde sus vínculos con las cosas nada santas no son de ahora. No olvidemos las denuncias sobre sus famosas gestiones para revocar alcaldes o mantenerlos en el cargo, según sus intereses. El fiscal Walter Delgado ya abrió una investigación al ex Ministro por el caso de los narcoindultos, un colaborador eficaz lo señala que, a través de su asesor José Marrufo, participó en los trámites para la conmutación de pena en favor de varios narcotraficantes de alto vuelo. No olvidemos que Facundo Chinguel no es un pobre desconocido. Fue el abogado de Alan García en los casos que el ex mandatario enfrentó por vilaciones de derechos humanos. Denunció a varios personajes, entre ellos a Fernando Olivera, Julio Quintanilla y Francisco Soberón para neutralizar las investigaciones por los casos de Accomarca y Cayara. García lo nombró como Secretario Ejecutivo del Consejo Nacional de Derechos Humanos y posteriormente como presidente de la Comisión de Gracias Presidenciales. Por tanto no es un NN. Al contrario está muy vinculado al ex mandatario.
En su desesperación por librarse de las investigaciones García, quien no hace mucho decía muy orondo que él no se defendía con acciones de amparo o con llantos, ahora corre al Poder Judicial para presentar una medida cautelar contra la megacomisión planteando la nulidad de todas las acciones realizadas «por afectar sus derechos de defensa». ¡Qué tal caradura! Pero no es solo por los narcoindultos que debe estar preocupado porque tampoco ha terminado el caso del espionaje telefónico conocido como «business track» donde hay indicios de su participación. Todo dependerá de la canción que canten los autores ante los jueces. Igualmente está con el agua en el cuello por los excesos cometidos en «Agua para todos» y en la Contraloría todavía no cuadran las cuentas en la remodelación del estadio Nacional, menos en la reconstrucción de Ica y Chincha.
Entretanto, Facundo Chinguel, considerado por Alan García como “un hombre probo” tendrá que permanecer en la cárcel por lo menos 9 meses mientras duren las investigaciones y si se le encuentra responsabilidad puede pasar gran parte de su vida entre rejas.
Pero, como decíamos, él no es el único implicado. De acuerdo a las primeras indagaciones fue el operador de una mafia que tiene ramificaciones más importantes. Por eso, será necesario que las investigaciones no se politicen, como ya algunos apristas lo están intentando. Aquí no se trata de ninguna persecución política, sino de una cacería de delincuentes. Por tanto mal hacen en querer entorpecer la labor de la megacomisión y de los jueces.
Si realmente queremos librarnos del cáncer de la corrupción las autoridades tienen la obligación moral de extirpar estos tumores antes que hagan metástasis.
Y es la prensa la que tiene que jugar un papel importante en esta tarea porque no se trata de escandalizar la noticia para conseguir más lectoría o rating, sino de apoyar a las buenas autoridades que se han propuesto moralizar el país. O estamos con la ley o contra la ley. Aquí no caben las medias tintas.