Horas antes del fallecimiento de Hugo Chávez, el vicepresidente venezolano Nicolás Maduro hizo una temeraria acusación. De manera indirecta y sin mostrar prueba alguna dijo que los enemigos de la patria le habían inoculado células cancerígenas al líder de la revolución, en clara alusión a los Estados Unidos. «Nosotros no tenemos Ninguna duda, llegará el tiempo indicado en la historia en que se podrá formar una comisión científica que revele que el comandante Chávez fue atacado con esta enfermedad. Los enemigos históricos de esta patria buscaron el punto para dañar la salud de nuestro comandante» Indicó.
El mismo Chávez, en otra ocasión, hizo una acusación parecida al referirse a varios casos de cáncer detectados en algunos mandatarios latinoamericanos diciendo “No sería raro que hayan desarrollado una tecnología para inducir el cáncer”, mencionando a la presidenta argentina Cristina Fernández, el presidente uruguayo Fernando Lugo, la presidenta del Brasil Dilma Rousseff, el ex presidente Luiz Inacio Lula Da Silva. Del mismo modo, el lider iraní Mahmud Ahmadineyad se refirió al caso de la muerte del lider chavista respaldando esta sospecha.
Apenas terminó la conferencia, la revista norteamericana Slate buscó corroborar esta posibilidad y sus investigadores concluyeron que, para que ello ocurra, Chávez debió ser sometido a radiación utilizando aparatos del tamaño de un grano, dispositivo que tuvo necesariamente que ingerir. Otra forma hubiera sido contaminando sus alimentos con dosis de aflatoxinas, ligadas al cáncer de hígado, tarea casi imposible por las extremas medidas de seguridad a las que estaba sometido el presidente venezolano.
Hasta donde se sabe, al menos por las consultas que hice a algunos médicos amigos, es imposible que se pueda inocular células cancerígenas de una persona enferma a otra sana, sea por vía oral o venosa, mucho menos a través de la piel, como sí puede ocurrir con el virus del SIDA, la hepatitis o la tuberculosis. En este mismo sentido coinciden el prestigioso galeno peruano Elmer Huertas y el argentino Adrián Hannois, conocido miembro de la Asociación Argentina de Oncologia. Ambos están seguros que la teoría de la «inoculación» no tiene sentido porque el sistema inmunológico destruiría las células malignas desarrolladas fuera del organismo.
Por tanto, estas declaraciones de Maduro “se caen de maduras”. Sin embargo, en el mundo de la ciencia, especialmente de la medicina, la ingeniería genética está logrando avances tan sorprendentes por lo que, en este caso, merecerían una explicación más convincente via forums y otras mesas de debates, para evitar especulaciones. Hace algún tiempo, Chávez dijo que Fidel Castro le había advertido que tenga cuidado diciendole: «Mira, esta gente (refiriéndose a los EEUU) ha desarrollado tecnologías. Cuidado con lo que te dan de comer. Cuidado con la pequeña aguja y te inyectan no sé qué». Recordemos que unas 600 veces intentaron atentar contra Fidel Castro, por tanto tiene suficientes razones para dudar de todo. Según la presidenta de la Asociación Argentina de Cáncer Bertha Roch, el sarcoma de retroperitoneo que afectaba a Chávez, es causada por la exposición al arsénico o por factores genéticos».
Dicen que tarde o temprano siempre se sabe la verdad. De esta sentencia no se libra ni el Papa, sobre todo después de las últimass revelaciones conocidas como vatileaks. Y, como las dudas matan más que las balas, pienso que sobre esta temeraria declaración de Maduro, el mundo se merece una aclaración.
Para mí esto de la muerte provocada de Chávez es un disparate. Maduro quiso soliviantar a las masas y seguir enfrentando al pueblo chavista contra los Estados Unidos para buscar apoyo popular y afianzarse en el cargo que no lo tiene del todo asegurado a pesar que el propio Chávez se lo entregó como si se tratase de una herencia, zurrándose en la Constitución y sin haber juramentado como presidente por su quebrantada salud. De acuerdo a la Constitución, modificada por el mismo Chávez, a su medida y gusto, la presidencia debe estar en manos del presidente de la Asamblea Nacional Diosdado Cabello quien, en un plazo de 30 días debería convocar a nuevas elecciones.
El asunto es que hasta el último minuto se jugó con la enfermedad de Chávez cubriéndola con un grueso manto de misterio. Esto dividió más al país, lo enfrentó, al extremo que, quienes hacían referencia a la gravedad de su salud, se convertían en enemigos de la revolución y eran insultados y tildados como lacayos del imperialismo yanki. Incluso se dijo que su muerte se había producido en Cuba y que se esperó el momento propicio para anunciarla. Se dice que el deceso se habría producido 10 días antes en Caracas y que recién se hizo público por presión de las Fuerzas Armadas, luego que un General que no estaba de acuerdo con este manejo llegó al Hospital Militar y amenazó con decir la verdad a la prensa.
Lo cierto es que Hugo Chávez fue un personaje muy controvertido, venerado por unos y odiado por otros, calificado como dictador por sus contrincantes y como libertador y gran revolucionario por sus seguidores, al extremo de compararlo con Bolívar. Se va luego de una lucha tenaz contra el cáncer, la maldita enfermedad que no respeta a nadie, a demócratas ni a dictadores, a ricos ni a pobres, a malos ni a buenos.
Se aferró al cargo más que a su propia vida. Prefirió la bulla, el halago y la angurria de poder que la tranquilidad del hogar para mitigar su dolor. Confió más en la medicina cubana que en la mano y dedicación que le brindaban los médicos de su país. Adoraba a Bolívar y odiaba a los Estados Unidos país al que insultó en todos los tonos, al igual que a todos los gobiernos que mantenían buenas relaciones con esa nación.
Dividió a su país en buenos y malos. Lo polarizó gritando “Patria socialista o muerte” Y ni dios lo ayudó en su lucha contra el cáncer sin embargo de mencionarlo a cada instante. Tampoco pudo convertir a todo su pueblo al socialismo. Al contrario, deja a Venezuela partida en dos y en un gran desorden político y económico, ahogándose en medio de la corrupción y la delincuencia y con un gobierno inestable en manos de los llamados Círculos Bolivarianos, el Partido Socialista Bolivariano y un ejército politizado y chavista, que regala petróleo a Cuba y Nicaragua y le cuesta un huevo de plata al pueblo (Más de 10 mil millones de dólares anuales).
Su enfermedad se guardó como si fuera un secreto de estado. Para participar en las elecciones se dijo que estaba totalmente recuperado luego de tres cirugías y quimioterapias a las que fue sometido. De la cuarta no se supo nada. Sin embargo por sus complicaciones no pudo juramentar al cargo. Estoy seguro que su muerte se utilizará políticamente para ganar los votos de esa masa dolida y altamente sensibilizada.
A partir de hoy, no volveremos a escuchar sus discursos encendidos que encandilaban a las masas y preocupaban a la intelectualidad venezolana y a los demócratas latinoamericanos. No se le oirá más gritar a los cuatro vientos “Váyanse al carajo yanquis de mierda”, o «Cobarde, asesino,alcoholico» refiriéndose al presidente norteamericano George W. Bush, a quien le decía «Mr. Danger» y, luego de su participación en las Naciones Unidas, el Comandante dijo en público» Este lugar huele a azufre». Al presidente de Colombia Alvaro Uribele lo llamaba de “Cizañero, maniobrero, jefe de una mafia” y al presidente peruano Alan García como un corrupto de siete suelas. «No vamos a tener relaciones con un presidente de esa calaña, con un ladrón, un tahur, A ver si en una cumbre de esas que se dan, viene y se roba este billete. Dios libre al Perú de un truhán como este, de un corrupto de siete suelas» le dijo con todo desparpajo.
No sé si en el cielo o en el infierno, Chávez volverá a encontrarse con su amigo e inspirador Juan Velasco Alvarado, otro soñador que quiso convertir al Perú en un país socialista y terminó llevándolo a la ruina. De lo que sí podemos estar seguros es que desde hoy Chávez descansa en paz y dejará en paz a mucha gente.