El laureado escritor peruano Mario Vargas Llosa, fue galardonado con el Premio Nóbel de Literatura 2010 por “Su cartografía de las estructuras de poder y sus imágenes mordaces de la insistencia, la rebelión y la derrota del individuo», según reza el texto del anuncio oficial, dado a conoce en la voz del secretario de la Academia Sueca, Peter Englund.
Cuando escuché la noticia me dije “por fin” y creo que es el sentimiento general porque cada año los peruanos sentíamos que algo raro tenía que estar ocurriendo para que se vaya alargando este reconocimiento mundial a uno de los literatos más leídos de los últimos tiempos. Gracial a él, el Perú alcanza notoriedad y, al mismo tiempo, se eleva el nivel de nuestra cultura.
Es la primera vez que un escritor peruano logra este galardón, quizás, el más codiciado por los hombres que se esfuerzan para sobresalir en los distintos campos de la vida humana, en este caso de la Literatura.
En la madrugada de hoy jueves 7 de octubre, Mario ya estaba levantado y trabajando en su escritorio de su vivienda de Nueva York cuando su esposa Patricia recibió una llamada telefónica de una persona que le hablaba en inglés y pedía comunicarse con el escritor. Y cuando Mario tomó el fono su interlocutor lo felicitó y le dijo que había ganado el premio Nóbel de Literatura 2010 y se cortó la comunicación. Pensando que era una broma, ya que en la lista de nominados ocupaba el puesto 16, en un principio, su agradecimiento fue también en broma, hasta que su interlocutor volvió a llamar y se identificó como Secretario de la Academia Sueca y lo invitó a escuchar el anuncio oficial en 14 minutos a través de la televisión o la Internet. Y así fue.
Esta es una distinción que nos enorgullece a todos los peruanos porque no es solo para el escritor sino para la nación entera. Es un premio que lo sentimos nuestro y lo disfrutamos con emoción. Es también un reconocimiento para la lengua española, tan rica y expresiva, a través de la cual podemos transmitir con claridad nuestros sentimientos, nuestras ideas y nuestra cultura.
Tantas veces nominado y tantas veces postergado, Vargas Llosa por fin fue reconocido por la Academia sueca del Premio Nóbel y encumbrado hasta sitial donde se encuentran los mejores talentos del planeta. Se lo merecía desde hacía muchos años, por eso nadie podrá objetarlo, nadie podrá sentirse defraudado, porque su premiación estaba cantada y solo era cuestión de tiempo.
El autor de La casa Verde, Conversación en la Catedral, Pantaleón y las Visitadoras, La fiesta del Chivo, La Guerra del Fin del Mundo, la Tía Julia y el Escribidor y tantas otras obras, nacido en Arequipa 1936, está ya en la gloria y desde hoy es un personaje universal. Nacido para ser grande, Mario se consagró como novelista y ensayista desde que estudiaba en el Colegio Leoncio Prado de Lima con “La Ciudad y los perros”. En 1990 incursionó en la política como candidato del FREDEMO a la presidencia de la República sin lograr el triunfo, pero dejando un vacío muy grande, un sabor amargo, porque el país se perdía la gran oportunidad de ser conducido por un hombre demócrata, preclaro y honesto.
Esta premiación, además, es la mejor reinvindicación para quien estuvo a punto de perder la nacionalidad por el odio de una dictadura corrupta que tanto daño le hizo al país, por lo que tuvo que verse obligado a pedirle al entonces mandatario Felipe .
Gonzáles la nacionalidad española, sin perder la peruana. Y se la concedió y en nombre de la nación le abrió los brazos, lo acogió y adoptó como uno de hijos más queridos y distinguidos. Por eso hoy, en la Península Ibérica, también se vive una gran fiesta y el Rey Juan Carlos fue uno de los primeros en felicitarlo.
La justicia tarda pero llega. Por lo que, este premio largamente esperado, no es más que un demorado reconocimiento al talento y espíritu democrático de tan insigne escritor, ensayista y político y un gran honor para el Perú.
Y este día, de fiesta y de tantas emociones, debe servirnos a los peruanos para unirnos y hacernos reflexionar en la necesidad de convocar a nuestros mejores talentos, casi siempre desaprovechados, para construir un futuro mejor.
Felicitaciones Mario y gracias por darnos tan inmensa alegría.