Locutores peruanos de siempre

Yo todavía era un niño cuando mis padres decidieron renovar el viejo radio Nordmende que se habían comprado apenas contrajeron matrimonio. Por el paso de los años y las inclemencias del tiempo, el vetusto aparato ya padecía de una ronquera crónica y el único que lo hacía funcionar más o menos bien era yo porque sabía de qué tubo cojeaba. En cambio, mis padres en lugar de entretenerse se fastidiaban con los sonidos distorsionados que salían de sus agotados parlantes y con otros ruidos molestos provocados por la estática.

Recuerdo que un día que llegué a mi casa cansado y sudoroso, después de haber jugado al fútbol con mis amigos, lo primero que hice fue abalanzarme sobre la jarra de limonada que nunca faltaba en la mesa del comedor y escuché que mis padres discutían porquer no se ponían de acuerdo dónde ubicar el nuevo radio Telefunken que lo habían adquirido a plazos en la casa Rickets del Cusco a través de un agente vendedor que frecuentemente hacía viajes a Abancay para reemplazar al viejo Normende.

Ambos estaban tan enfrascados en el tema que ni siquiera se dieron cuenta de mis fachas y hasta olvidaron señalarme el camino de la ducha, como todas las veces que regresaba con el polo empapado en sudor.

Mi padre quería que lo instalen en su dormitorio, sobre un mueble tallado en caoba que mi madre lo utilizaba para colocar dos pesados candelabros de bronce que le habían obsequiado sus abuelos el día que se casó con mi padre, con la recomendación que los cuidara como a la niña de sus ojos porque eran parte de la herencia de sus bisabuelos. Es fácil imaginar la cantidad de años que tenían.

–Estos candelabros deben estar siempre aquí para que no le falte velas a la virgen del Rosario, patrona de la ciudad – Nos advertía cada vez que queríamos moverlos.

–Pero, hijita, este es el mejor lugar – Opinó mi padre, mirándola de soslayo y haciendo una mueca amigable para convencerla.

–De ninguna manera. Los candelabros de la virgen no los mueve nadie – Le respondió ella con firmeza.

–Mamá, este cuadro lo podemos colocar en otra parte – Intervine. Pero, como ella seguía en sus trece, ni me escuchó.

En ese momento mi padre sugirió que lo mejor sería que todos los santos y vírgenes que se hallaban esparcidos en varios lugares de la casa sean ubicados en una sola habitación. Para mi que no dejaba de tener razón porque la casa ya parecía un templo.

–Con la condición que también mandes construir reclinatorio – Le advirtió mi madre.

–No es mala idea, de eso hablaremos más tarde porque ahora hay que darle facilidades al técnico.

Y luego se fue a la sala para acomodarse en el sillón donde acostumbraba leer el diario La Patria, después del almuerzo. Rato antes, el vendedor se había ido seguramente para no meterse en la discusión que abiertamente sostenían mis padres, no sin antes recomendarle al técnico que haga bien su trabajo.

El hombre vestido de overol que, en un principio estaba confundido y un poco timorato, empezó a mirar de un lado a otro, seguramente para sugerir alguna ubicación y no perder más tiempo. Hasta que mi madre, que en ese momento salía del comedor, se encargó de aclararle las cosas…

–Maestro, mi esposo insiste que el radio se instale en el dormitorio. Claro, yo hubiera preferido que no esté al alcance de los niños…

–Tiene usted razón señora porque estos aparatos funcionan a electricidad y los tubos calientan que da miedo…!mama mía! Usted sabe mejor que yo, cuando hay niños cualquier cosa puede ocurrir. ¡válgame Dios!

Mientras mi padre leía, o se hacía, no lo sé, escuchaba en silencio la conversación. De pronto se levantó como impelido por un resorte y empezó a caminar de un lado a otro. El técnico, al notar su mortificación por la demora, sin chistar se retiró a cumplir con su tarea.

Mi padre, volvió a sentarse para seguir leyendo por unos minutos más y luego de mirar su reloj subió al dormitorio para chequear lo que estaba haciendo el técnico. Al constatar que el «maestro», como él se hacía llamar, seguía trabajando con la pachocha de una tortuga coja, no le quedó otra cosa que despedirse y retornar a su oficina.

Durante el tiempo que quiso, el hombre del mameluco siguió en lo suyo sin que nada ni nadie lo apuren. El único impaciente era yo. Por eso, para no aburrirme con sus golpes de martillo y el silbido de un huayno que salía de sus labios, decidí irme nuevamente a la calle para seguir jugando con mis amigos.

Cuando regresé, más o menos a las dos horas, ya no se oía golpes ni silbidos, sin embargo, el técnico no salía de la habitación. Me moría de curiosidad por saber que diablos estaba haciendo. Fue entonces que me acerqué a la puerta para catear por el ojo de la cerradura y observé que se frotaba las manos y sonreía de oreja a oreja. Eso me hizo pensar que la instalación estaba concluida. En efecto, a los pocos segundos salió, y sin dejar de sonreír exclamó…

–Los felicito, ahora ya podrán enterarse de todo lo que pasa en el mundo. Y este muchachito impaciente – señalándome con su dedo índice – se pondrá al día con la música que está de moda.

¿Estaba realmente contento o se hacía? Me pregunté. Al parecer sí porque empezó a hablar hasta por los codos – Seguramente que si hubiera trabajado al ritmo de sus palabras hace rato que el radio estaría funcionando – Pensé.

Por lo pacienzudo, me hacía recordar al Cura Mico, un sacerdote muy conocido en Abancay quien, en las misas de fiesta, era puntual, claro, para iniciar el rito pero, ¡Dios te salve María! nunca se sabía cuándo iba a acabar porque sus prédicas eran más largas que los sermones de las siete palabras, en Semana Santa. Ningún chico de mi edad aguantaba estas prédicas, mucho menos yo. Por eso cada vez que el cura estaba por empezar con su perorata, me salía del templo para irme a jugar fulbito con los hermanos Garay, en la plaza de Armas.

Un día, calculando que la misa estaba por terminar, regresé al templo y al darme cuenta que el sacerdote recién estaba en la comunión y, como eran muchos los fieles deseosos de recibir la hostia, me salí nuevamente para seguir jugando pero, lamentablemente, ya no tenía con quien hacerlo porque hasta los hermanos Garay se habían ido a comulgar.

Donde más se demoró el técnico fue en la instalación de la antena. Parecía un empresario de circo armando su carpa. Los curiosos que pasaban por la calle se preguntaban…

– ¿Y que diablos estarán haciendo en la casa de los Castro?

– Ay, Hermenegildo, lonlo tenías que ser ¿No te das cuenta? debe ser un pararrayos ¿Sabías que últimamente varios campesinos han muerto fulminados por el rayo?

– ¡No me digas!…Tienes razón Cleofé, la gente que tiene plata se cuida.

Otra dama que en ese momento retornaba del marcado, portando una canasta llena de víveres, se acercó y, al escuchar la discusión, tampoco se resistió de meter su cuchara.

–No comadrita, debe ser el nuevo aparato que han inventado los alemanes para captar los rayos solares y convertirlas en electricidad, así lo leí en el diario La Patria.

–Claro, con el dinero todo se puede. ¡A quien Dios se la dio, San Pedro se la bendiga!

Quienes sabían que se trataba de la instalación de una antena común y corriente, sonreían. Esto ya no era ninguna novedad porque un año antes el alcalde había mandado instalar una antena en el frontis del mercado para la inauguración del radio que el municipio había adquirido también a un agente vendedor del Cusco.

En ese tiempo todos los chicos soñábamos con tener un radio en nuestro dormitorio. Muchas familias tuvieron que verse obligadas a endeudarse hasta el cuello para comprar el bendito aparato. A partir de ese momento, las antenas se convirtieron en signos exteriores de riqueza. Y como en ese tiempo, tal como sucede hoy, tampoco faltaban aquellos que se mueren por pasar de ricos, hacían instalar en los techos de sus casas solo las antenas, mientras conseguían el dinero para adquirir el receptor.

Los primeros aparatos costaban un ojo de la cara pero había que comprarlos de todas maneras porque era la más rápida y valiosa fuente de información, cultura y entretenimiento. Y, como sucede con todos los inventos que se ponen en el mercado, con el tiempo bajaron de precio. Es cuando, en los hogares más humildes, podía faltar cualquier cosa menos un receptor de radio y una colección completa de la enciclopedia “El Tesoro de la Juventud”. De esa manera las casas empezaron a dividirse en dos grupos: las que tenían antena y las que no la tenían.

–Disculpe señora, ¿Me puede decir dónde queda la tienda del turco Catule?

–Aquicito nomás, joven. Al lado de la casa que tiene antena.

Las casas con antena eran generalmente de maestros de escuela, empleados de bancos, pequeños empresarios y servidores públicos, porque en esa época estos trabajadores sí tenían capacidad para adquirir un radio, un escarabajo VW y construir su casa. Algunos hasta se daban el lujo de viajar a la capital para disfrutar del verano en compañía de su familia.

Apenas se terminó de instalar el nuevo radio en mi casa, lo primero que hice fue contárselo a mis compañeros de la escuela. Unos me felicitaron y otros se mataron de la risa creyendo que solo era un cuento chino.

–Señorita, mi amigo es un alabancioso, dice que tiene un nuevo radio en su casa.

–No me digas. Si miente vamos a tener que castigarlo dejándolo sin recreo

Algunos hasta me conminaron a que les muestre el aparato. Por supuesto que gustoso acepté el reto. A la salida, medio salón estaba conmigo. Pero cuando llegamos, Almudena, la empleada de la casa, mirándonos de pies a cabeza, me dio la impresión que se preguntaba…

– ¿Y ahora que tramarán estos angelitos?

Con el rostro imperturbable y en un tono, entre persuasivo y amenazador, me recordó que las indicaciones de mi padre eran definitivas, que mientras él no esté nadie podía tocar el radio. Y como Almudena era una mujer que cumplía las órdenes a rajatabla, sin dudas ni murmuraciones, haciéndome recordar a una disciplinada soldado de un cuartel, se paró en la puerta del dormitorio y con la frialdad de aquellas madres espartanas que despedían a sus hijos cuando partían a la guerra diciéndoles: “Con el escudo o sobre el escudo”, nos advirtió que si queríamos pasar al dormitorio sería solo sobre su cadáver.

–Pero, si desean mirar el aparato pueden hacerlo desde la puerta-Nos invitó a manera de consuelo.

Fue entonces que mis compañeros empezaron a mover sus cabezas de un lado a otro, como reflectores de la torre de un presidio, en su afán de buscar con la mirada el radio. Hasta que lo ubicaron. Pero tampoco podían verlo porque estaba cubierto con una funda que mi abuela Adelina le había obsequiado a mi madre para que lo proteja del polvo.

Yo, para no quedar mal parado con mis amigos, me vi obligado a poner en práctica una treta que no me podía fallar. Disimuladamente me fui a la cocina y desde allí grité:

– ¡Se rebalsa la leche!

Almudena salió disparada de su puesto de vigilancia como si hubiera sentido un temblor o haber visto un ratón, olvidando que no habia leche en la hornilla. Aprovechando la confusión, de un solo tirón retiré la funda y, mis amigos, como muñecos manejados por un mismo control remoto, dirigieron sus miradas hacia el aparato, quedando por supuesto boquiabiertos. Y en los pocos segundos que lo hice funcionar hasta nos pusimos a bailar una guaracha. Los que no pudieron ingresar también se dieron por satisfechos escuchando los comentarios de mis compañeros.

Antes de retirarse, unos cuantos se quedaron mirando la antena que se extendía sobre dos postes de madera, porque les hacía recordar los cordeles para tender ropa que muchos de ellos tenían en sus casas, lo que motivó algunas burlas que no me gustaron nada.

Hacía muchos años que había concluido la segunda Guerra Mundial, sin embargo, en las radios parecía que seguía el conflicto porque las discusiones eran cada vez más candentes ¿Por qué entonces la llaman Guerra Fría? Me preguntaba. Y claro, tampoco estas eran las únicas noticias que nos mantenían en vilo…

–Esta es la voz de los Estados Unidos. Aquí las noticias en habla hispana. Desde Montgomery -USA- se da cuenta de la detención de la modista negra Rosa Parks, por haberse negado a ceder el asiento a un pasajero blanco, desatándose una ola de protestas de la comunidad negra. El joven activista Martín Luther King, conocido por sus encendidos discursos pro-Derechos Humanos, se hizo cargo de la defensa de la humilde trabajadora. El Dr. Luther King, siguiendo el ejemplo pacifista de Gandhi, exhortó a la población negra a no utilizar los autobuses y otros servicios públicos en los que se segregaba a los negros. Se teme que esta forma de boicot haga quebrar a muchas empresas.

A los pocos días, para ser exactos el 4 de abril de 1968, y a solo cuatro años de haber recibido el Premio Nobel de la Paz en reconocimiento a su grandeza humana, Martin Luther King era asesinado. El magnicidio del hombre que decía “No me preocupa el grito de los violentos, de los corruptos, de los deshonestos, de los sin ética, lo que más me preocupa es el silencio de los buenos”, ocurrió en Menphis, luego de haber pronunciado un vibrante discurso en un mitin de los recolectores de basura, donde dijo: “No importa el color de nuestra piel, riqueza o tipo de empleo. Todos tenemos los mismos derechos”.

Y cuando se aprestaba a cenar en su hotel en compañía de sus colaboradores para preparar la llamada “marcha de los pobres”, un francotirador le disparó desde un edificio ubicado frente al pensionado en momentos que salía de su habitación para dirigirse al balcón. La bala le destrozó la mandíbula derecha y el cuello.

En Perú, radio nacional fue la primera emisora en transmitir la noticia apenas recibió el cable de la UPI. Y en Abancay, las personas empezaron a agolparse en los restaurantes y otros locales públicos que tenían sus receptores encendidos, haciendo recordar los años en que la gente hacía lo mismo para escuchar las noticias en el radio de la municipalidad, donde algunas damas aprovechaban la ocasión para cuchichear sobre temas menos trascendentes, mientras sus manos apuraban las agujas del tejido. Los caballeros, en cambio, escuchaban la noticias en silencio, con tal atención que, cuánto quisiera el señor cura en sus sermones. Los ancianos lo hacían fumando como chinos en quiebra y hurgándose de rato en rato los oídos con el dedo meñique, sobre todo cada vez que las interferencias hacían menos audible el sonido que llegaba a través de la onda corta.

Después del fallecimiento de mi padre, yo escuchaba las noticias en el viejo radio Nordmende que, seguramente por ser yo el único que conocía de sus fallas, me lo habían dado. El radio Telefunken se quedó con mi madre y mis hermanos menores.

Desde aquel día, no me perdía el informativo de radio América, “La voz del Nuevo Mundo» y al medio día escuchaba «El Reporter ESSO, el primero con las últimas”, a través de los cuales seguía paso a paso los acontecimientos del Perú y el mundo porque los diarios no llegaban a Abancay el mismo día, sino al siguiente.

Para estar al tanto con la música de la nueva ola, que recién empezaba a sonar, sintonizaba “La canción del medio día” conducido por Emilio García Lara por radio El Sol. Y en las mañanas, cuando me hallaba de vacaciones, no me perdía el programa de Pepe Gallegos Fuentes que se transmitía por radio Continental de Arequipa. Y al medio día escuchaba a Pepe Jarufe en su programa “El Tocadiscos”, por esta misma estación.

Me encantaba recorrer el dial buscando novedades en la onda corta porque no solo disfrutaba con los interesantes programas que se difundían sino también con los ingeniosos comerciales de la época…

–Amigo oyente, si padece de coqueluche, bronquitis o insomnio, no dude en aplicarse la infalible pasta Zed, que contiene codeína con tolú. Y para la tos nerviosa de los tísicos no hay nada mejor que el jarabe Zed. También es bueno para los catarros. Atendemos sus pedidos en las farmacias de Lima.

Otro conocido comercial de la época decía…

–Ahora, amigo oyente, para saber qué hora es ya no tiene que mirar el sol. Controle el tiempo en un reloj Omega, de níquel, oro, plata o acero. Con cadena y tapa. Del tamaño preciso que ni lo notará en el bolsillo del chaleco. Omega el reloj premiado con Medalla de Oro en la Exposición de Ginebra de l896. Y, no olvide que Ginebra es el centro de la relojería fina. Unicos Agentes e importadores en Perú, O. Katz. De la calle Espaderos número 233 Teléfono 104 Lima.

–A continuación, por fina cortesía de Píldoras Moussette, ideal para las neuralgias, jaqueca y la molestosa ciática, les informamos que el precio de la plata se mantiene igual que la semana pasada. En Nueva York se cotiza a 61 centavos la onza”.

Y lo que más me impresionaba era la forma cómo hablaban los locutores quienes,para diferenciarse del común de los mortales, recurrían a la impostación. Parecía que sus voces salían de un socavón y no de sus gargantas.

Entre los legendarios hombres del micrófono que más destacaban en esos tiempos estaban Juan Fernández Stoll, el primer locutor que tuvo radio Nacional del Perú, Juan Sedó en radio El Sol y América, Juan Felipe Montoya la gran figura de radio Nacional, quien ya se había hecho famoso en la emisora de Eduardo Cavero Dubois diciendo: “Transmite…Radio Victoria”, con la Quinta Sinfonía de Bethoven como fondo musical.

Otros excelentes locutores eran Oswaldo Vásquez Buitrago, narrador de noticias de radio América. Arturo Pomar, otro excelente narrador de noticias fuera de serie y una de las mejores voces comerciales que tuvo el Perú. Francisco Pardo de Zela, quien, luego de sus notables éxitos en las radioemisoras limeñas, se fue a trabajar en el Servicio de Informaciones de la embajada de los Estados Unidos. Johnny Salim, el popular Tío Johnny. José Delgado Goyzueta, conocido más como Pepe Delgado y Luis Diez Canseco, ambos narradores de noticias en “Radioperiódico Antena” de radio América. César Negreyros Pascua conducía el programa “Fin de Semana en el Perú”, Juan Domínguez Buiza, uno de los mejores locutores de planta que tuvo Panamericana Televisión, a quien le tomé la posta a finales de los setenta para popularizar la frase “En nuestro próximo, próximo…”. Otros famosos hombres del micrófono fueron Raúl Ferro Colton, José Gonzáles Menacho, Reynaldo Aragón (Padre), Juan Montes de Vila, José “Pepe” Ludmir Grimberg, inolvidable y talentoso locutor de Panamericana radio y televisión, conocido por su programa “Un momento con las canciones del momento” y por sus transmisiones desde los Angeles de los famosos Premios Oscar, Carlos Alfonso Delgado, el popular “Hermanos míos”, Carlos Rojas y su inolvidable «Feliz Amanecer» en radio América, los hermanos Fidel y Juan Ramírez Lazo, Nelson Arrunátegui “El maestro de la palabra”, Alfonso del Carpio López, locutor de planta de radio América y conductor del programa romántico “Canciones para el corazón”, Víctor Dongo Casalino, conductor de “Así es mi tierra”, Lucho Muro Fuentes, animador de “La Escalera del Triunfo”, producido por Guido Monteverde, que luego se convirtió en “Trampolín a la fama”, animado por Augusto Ferrando. Los hermanos Carlos y Luis Flores Ledesma, el primero fue contratado por la ONU y, a su retorno, se hace cargo del espacio “Canto Rodado” de Sol Armonía, Ernesto García Calderón, caballeroso médico y locutor de Panamericana radio y Televisión. Humberto Martínez Morosini, voz e imagen de panamericana radio y televisión. Guillermo García Chacón empezó en radio Reloj y al graduarse de abogado se fue como jefe de programación de radio Nacional. Los hermanos Misés, Miguel y Carlos Sobenes Desmé, de amplia trayectoria. Carlos junto con Oswaldo Vásquez fueron los primeros Maestros de Ceremonias que tuvo América Televisión, Miguel Sobenes tuvo una destacada labor en centroamérica conduciendo el programa de Televisión ” Domingos Gigantes ” a fines de los años 60 y principios de los 70. Adolfo Sobenes fue conductor por muchos años del espacio “Música para Enamorados” que se inicó en radio Miraflores y después pasó a RPP, en la misma época que se difundían ”Lo que el Mundo Necesita es Amor ” de Juan Carlos Cobas y ” Eva y Yo “de Iván Márquez. Nieri Basigaluoo, excelente locutor de radio Nacional. Manuel Obregón, locutor también de radio Nacional, nacido en Pomabamba-Huaráz.

Entre otras luminarias de la radio, cabe mencionar, asimismo, a José «Pepe» Hermoza, los hermanos Carlos y César Cerván Meza, de amplia trayectoria en Canal 4 y radio Nacional, respectivamente. Rómulo Flores Campaña, Enrique Llamosas y Pedro Roncallo narradores de noticias de radio Miraflores. Augustín Vásquez Haro, una de las voces extraordinarias que no se supo aprovechar en la radio, quizás porque era imitador del estilo de Carlos Montalbán, la voz que le puso señorío a los comerciales de los cigarrillos Marlboro, Angel Tacchino del Pino, brillante locutor de televisión de estilo sobrio y ponderado, Ernesto Hermoza Denegri, de amplia trayectoria en radio y conductor de un espacio cultural en el canal 7 de televisión, José Carlos Kovaleff del Castillo, como ya dijimos ampliamente conocido por su programa “Lo que el mundo necesita es amor” de gran audiencia en radio América. Antonio Boza Flores, de gran trayectoria en radio y televisión, Reynaldo Aragón (Hijo), Augusto Ferrando, extraordinario narrador hípico, director de la Peña Ferrando y popular animador de televisión. Robalca, un sobresaliente comentarista hípico, quien llegó a ocupar merecidamente la presidencia del Jockey Club del Perú. Juan Silva Vidaurre, entrañable voz de radio América. Igualmente Juan Silva Villacorta, Alfredo Carrión Villa, narrador de noticias del Canal 4, Armando Ortíz Lamberg, José Lárazo Tello, Carlos Alfonso Delgado, Pedro Silva, Salvador Otoya, Mario Ramírez, Víctor Torres Leihton, voz y jefe de programación de radio Omega. Anteriormente desempeñó ese mismo cargo en radio Unión. Alfonso del Carpio, otra voz de América radio y TV, Osman Hernández, Santiago Salcedo, promotor artístico y luego se convirtió en empresario radial. Jaime Pizarro, Felipe Pacheco Barreto, conocido por la conducción del programa «Habla el pueblo» de radio Star.

Otro locutor peruano de gran trayectoria fue Hugo Guerrero Marthineitz, conocido en Argentina como “el peruano parlanchín” quien, según la Agencia de Noticias EFE falleció en Argentina a los 86 años en un hospital de Buenos Aires, por un paro cardíaco. Dueño de una voz grave y una risa inconfundible, Guerrero Marthineitz fue considerado como uno de los locutores más importantes de la radiofonía argentina, con programas de gran éxito como “A solas” y “Splendid show”. Inició su carrera profesional en Perú y tras haber trabajado en Chile y Uruguay, se radicó en Buenos Aires, donde logró gran fama, aunque en los últimos años estuvo ausente de los medios argentinos y cayó en una terrible penuria económica.

Con la salida al aire de radio Mar, se consagró Wilmer Salgado Bedoya, dándole esa línea informal a la radio en AM, conocida como “La inolvidable”, nombre que dio origen a una nueva emisora en FM. Con el “ronco” Gámez la emisora se afianza logrando los primeros lugares de sintonía. El operador era Koki Salgado, hijo de Wilmer, hasta que un día el ronco le dio la oportunidad de hablar en el micrófono y se quedó como locutor hasta el día de hoy. Su especialidad es la música de la nueva ola. Koko Giles, es otra de las figuras de esta emisora que luego pasa a la televisión, viaja a Miami donde trabajó un buen tiempo y finalmente incursiona en la política para convertirse en alcalde de Huánuco.

Al no existir un registro completo de locutores es muy difícil recordarlos a todos, porque son muchas las generaciones que han desfilado por la radio. Sin embargo, gracias a la colaboración de agunos colegas como Carlos Castro y Raúl Vargas he podido rescatar algunos nombres más: Mario Jiménez a quien conocí cuando trabajaba todavía en radio 1160. Ahora es el locutor de planta de América Televisión y Canal N. Aurelio Fidel Cruzado, Alberto Icaza Sánchez, locutor de radio San Isidro, Nacional y en un programa que tenía Fernando de Soria en Panamericana Televisión, Carlos Hurtado trabajó en radio Z, Studio 92 y Miraflores , Guillermo Llerena Godoy, Carlos Palá, Roberto Saravia, Juan Alberto Espinoza, Hermógenes Salamanca, Jorge Eduardo Bancayán, Wilder Orbegozo Velezmoro, Ramiro Arriarán Giles, Antonio Cárdenas Dávalos, Nilo Vargas Palomino, locutor que conducía el espacio político «Pregunte Ud.» en radio Unión y se hizo conocido por sus intervenciones en «Pregón Deportivo». Raúl Infantes Campos, Julio Carazas, conocido más como Julio Mayo, Neptalí García Mogollón y Humberto Sarmiento, quien falleció de un paro cardíaco al día siguiente de su salida de radio Nacional, su centro laboral por muchos años.

Del mismo modo destacan Hugo Salazar Marquina, Dante Capella Pinasco, Gonzalo Iwasaki Cauti,carismático animador y locutor de radio y televisión, Ramón Alfaro Remón, Guillermo Rosemberg Gonzáles, Salvador Jesús, Héctor Gonzáles, Andrés Rodolfo Yactayo Padilla, Henry Edwin Venegas Montoya, locutor de planta de Andina de Televisión (Canal 9) y ultimamente en Panamericana Televisión, Severo Dante Casanova Sánchez, Dennis Alberto Contreras Rodríguez, conocido más como “Randy Calandra”, Eduardo “Lalo” Archimbaud García, la voz del deporte y del estadio del Alianza Lima, Miguel Eduardo Bustamante Chávez y Luis Honores Ramírez.

En este listado tampoco pueden dejar de estar mis entrañables compañeros de trabajo en radio Unión, Carlos Alberto Sosa Sierra de amplia trayectoria en la radiodifiusión peruana, fundador de Ecos del Deporte de radio Victoria, espacio que lo dirigía Juan Velarde Grabulosa. Fue también narrador de noticias en Radio Periodico El Mundo y locutor de Ovación y luego Pregón Deportivo hasta 1974, Emerson Vela, de voz sobria y locutor muy responsable en el desempeño de su trabajo y actual puntal de la Oficina de Información del Ejército, Alberto Cuya Rivera, que luego de un tiempo en radio América pasó a integrar el equipo de narradores del Diario de Unión y en RPP donde actualmente sigue llaborndo. Hacíamos en radio Unión el informativo más sintonizado del país. Sin pecar de exagerado, puedo asegurarles que fue el mejor entre los mejores noticieros de esa época.

Otros destacados locutores son Antonio Sobrado Migueles, Carlos Alberto Labó, Elejalder Godos, Dante Javier Mateo Cadillo, Juan Hidalgo Arévalo (Stereo Lima 100), Carlos Paccini Ureta, Anibal hugo Gonzáles Nicho, Pedro Alfredo Carrión, Manuel Zeña Nazario, los cusqueños Luis y Juan Sotomayor y Edmundo Samanez, experimentados locutores que se iniciaron en la cadena Tawantinsuyo del Cusco. Edmundo es la voz comercial de las transmisiones deportivas de RPP. Carlos Ernesto Gassols Eyzaguirre, Juan Fredy Caballero Malpartida, Antonio «Toño» Vargas Carrillo, Mario Liberty Murua, Henry Lértora Rozas, Bruno Fernando Odar Galindo. Posteriormente aparecen José Alberto Briones, Fredy Cavero, Hugo Díaz, Manuel Bejarano, Jhonny Sántos, Pedro Julca, Walter Fernández, Aldo Fernández, Jesús Ríos, César Tovar, Raúl Cajas, Luis Infantas y Luís Rodríguez.

(Vala la pena aclarar que la mayoría de locutores de programas deportivos figuran en la página «La radio, hechos y protagonistas» de este mismo blog).

Cuando ya me hallaba trabajando en Panamericana Televisión, un día de esos me llamó la Srta. Elena Lizárraga, una de las accionistas de radio Cusco, para decirme que el directorio le había entregado la conducción de la radio y necesitaba de mi apoyo para reflotarla.

Luego de hacer un diagnóstico, le presenté un plan y me dio libertad para convocar a un equipo de profesionales con el fin de poner en el aire una programación local más atractiva. Lo primero que hice fue llamar a mi primo Gustavo Infantas, un joven economista de mi entera confianza, egresado de la universidad San Antonio, para que se encargue de la Gerencia. Tarea que supo cumplir a cabalidad. Posteriormente Gustavo llegó a ser ejecutivo de varias empresas públicas y privadas, entre ellas el Instituto Peruano del Deporte en Cusco. Fue teniente Alcalde del Cusco y actualmente es propietario de tres emisoras de radio y una estación de televisión.

En este plan, de seleccionar a los mejores, fue invitado José Palomino Cortéz, ex Jefe de RRPP de la compañía Cervecera del Cusco, amante de su tierra y excelente comunicador, para conducir los programas que más le gustaban, uno de tangos y otro de diálogos, porque él siempre fue un gran conversador. En la actualidad, Pepe radica en Buenos Aires conduciendo un programa de gran sintonía por radio Nacional de Argentina. Como actor ha participado en varios filmes y telenovelas. Quizás el jale más importante que hicimos fue Hugo Viladegut, un joven locutor que hacía sus pininos en radio Apurímac, emisora integrante de la cadena de radio Tawantinsuyo. No fue fácil convencerlo porque se hallaba trabajando como profesor en uno de los alejados distritos de Abancay y su cambio a Cusco no era muy fácil. Sin embargo logramos contratarlo.

El único programa que se salvó de la reestructuración a la que fue sometida la radio, fue el informativo Clarín, el histórico y el mejor programa periodístico de radio Cusco, dirigido por Efraín Paliza Nava.

Para dirigir los noticieros del medio día y la noche fue convocado Carlos Cuaresma, un joven periodista abanquino recién egresado de la facultad de Ciencias de la Comunicación de la universidad San Antonio Abad. Años después, Carlos llegó a ser Congresista de la República y Presidente Regional del Cusco. Actualmente tiene varias emisoras y se ha dedicado a su profesión y a lo que más le gusta, el periodismo.

En Radioprogramas del Perú, la figura legendaria fue sin duda David Odría, el locutor que le dio prestancia a la radio y quien popularizó el lema “Una sola voz para todo el Perú”. Después de él llegaron otros locutores igualmente de gran prestigio como Américo Pachas Lévano, quien se inició en 1968 cuando juntamente con Wilbert Pizarro Unda sacaban el informativo escolar «El Carbajalino» en la Gran Unidad Escolar Melitón Carbajal, luego pasa al Canal 9 para conducir también con Wilbert el programa «Cita con los niños», posteriormente se va a radio Expreso y de esta emisora a RPP. Actualmente trabaja en radio Morena de Guayaquil (Ecuador). Otro de los conocidos locutores de RPP son Alberto Cuya Rivera quien, antes de laborar en esta importante cadena, estuvo en radio América y radio Unión. Hugo Almanza Durán (locutor, poeta y compositor) es otro de los ejes importantes de esta cadena radial en la que también trabaja su hijo Hugo Almanza (Jr). Y, junto a ellos, destaca Hugo Viladegut Bush, otra de las excelentes voces que identifican a RPP.

Viladegut es un caso único. Desde un principio logró impresionar por su peculiar voz y estilo tanto para leer las noticias como para grabar las identificaciones, Su ascenso fue vertiginoso hasta convertirse en narrador de la Rotativa del Aire, en la actualidad el noticiero más escuchado del país. Y en sus horas que no trabaja en radio, se dedica a la docencia universitaria. Actualmente es decano de la Facultad de Ciencias de la Comunicación y Educación de la Universidad Alas Peruanas.

Hubo una época en que radio Panamericana se convirtió en la mejor emisora de Sudamérica. Fue cuando logra juntar a un envidiable equipo de locutores de primera línea como Manuel Ñique, Rodríguez Andrade, Humberto Martínez Morosini, la locutora uruguaya Chela Herrero, Ernesto García Calderón y Antonio Boza. Era impresionante escucharlos, sobre todo a la dupla formada por Manuel Ñique y Chela Herrero, por su elegancia y armonía.

Ohh, ¡qué tiempos aquellos! Fue muchos después que Héctor Béjar diera sus primeros pasos como locutor en radio Central, haciendo publicidad para la gaseosa Uvital y a quien muy pocos lo conocían en esta actividad por haberse hecho más famoso como guerrillero. Sus convicciones políticas terminaron por sacarlo del fascinante mundo de la radio para llevarlo por el camino de las armas, de donde no pudo salir más.

La mayoría de estos locutores se caracterizaba por la gravedad de sus voces. Cuanto más graves eran, más se los admiraba. Aunque, muchas veces estas no correspondían al aspecto físico que los oyentes, sobre todo las damas, imaginaban, quienes los creían altos y con una pinta de artistas de cine, atléticos y distinguidos, cuando en realidad eran todo lo contrario: bajitos, bigotudos, gorditos, flacos o narigones.

Uno de esos locutores que no era muy alto ni tan atlético como Charles Atlas, pero tenía una voz extraordinaria, fue José Gonzáles Menacho, nacido en la calle Constitución de Andahuaylas pero, según él mismo me reveló en la entrevista que le hice, pasó sus mejores días de su infancia en Abancay, donde le pusieron el apodo de Sisi (pequeña hormiga), por su talla.

Poseía una voz tan grave que no necesitaba impostarla. Su padre, José Gonzáles Castañeda, fue quien se encargó de formarlo y entrenarlo hasta lograr templar sus cuerdas vocales «para que tengan la fortaleza del huarango» como decía pepe, «porque como amante del tango, me hacía cantar a orillas del Mariño los inmortales temas de Carlos Gardel, el zorzal de América».

Por razones familiares regresó a Andahuaylas, su tierra natal, y siguió sus estudios secundarios en el Colegio Nacional Mixto Juan Espinoza Medrano. Fue cuando sus profesores descubren las bondades de su voz y lo llaman para participar en las actuaciones escolares.

Cuando viaja a Lima para terminar la secundaria en el Colegio Guadalupe, participa en las actuaciones del plantel, pule su oratoria y tiene su primer contacto con la radio, porque estas actuaciones se transmitían a través de un espacio cultural que tenía radio Central.

Al terminar la secundaria no logra ingresar a San Marcos y viaja al Cusco para seguir la carrera de Ciencias Biológicas en la universidad San Antonio, donde se encuentra con sus amigos de infancia de Abancay, entre ellos los hermanos Jorge y Hernán Infantas, estudiantes también de la misma universidad, quienes tenían un radio receptor en su cuarto donde el Sisi escuchaba los noticieros y las transmisiones de los partidos de fútbol.

En 1951, un año después del terremoto, los hermanos Infantas escuchan en radio Cusco que se estaba convocando a un concurso de locutores y lo animan para que se presente. Y en la prueba a la que fue sometido deja gratamente impresionado al Ing. Carlos Lizárraga, propietario de la emisora, por su timbre de voz y su forma de leer las noticias. Más que el broadcaster, quedaron impresionadas sus hijas, porque cuando su padre les pidió una opinión para decidir entre otros candidatos seleccionados, ellas ya lo habían escogido y de inmediato fue contratado como locutor de cabina y como presentador de las actuaciones que se hacían en el auditorio.

A su retorno a Lima, el Sisi inicia su carrera de locutor leyendo noticias en radio Sucesos, emisora que tenía sus estudios en la calle Amargura, detrás del Teatro Colón. Luego gana un concurso en radio Nacional convocado por el sub-Director Octavio Cabada Dancurt, en la época en que Javier Montes de Vila era el locutor oficial y como locutor de planta estaba Juan Felipe Montoya. Otro de los miembros del jurado era Guillermo Lecca, entonces director de teatro de la emisora del estado.

Es precisamente en esta radio que la voz del Sisi se hace conocida a nivel nacional y mundial. Naturalmente que este hecho fue celebrado por los habitantes de Andahuaylas y Abancay, porque se trataba del primer locutor apurimeño que había conquistado Lima. A los pocos meses se convirtió en el locutor oficial. Y a partir de ese momento su participación se hace indispensable en casi todos los actos presidenciales, desde Odría hasta el segundo gobierno de Belaunde.

En aquellos tiempos los locutores eran personajes muy respetables porque ponían mayor celo en su trabajo y porque antes de expresar una frase en el micrófono lo pensaban bien. Como la publicidad no estaba grabada, tal como sucede ahora, no podían darse el lujo de equivocarse y tenían que intervenir después de cada disco. Por esa razón muy pocas veces se programaban los llamados popurrís de 15 minutos de duración, para poder colocar más avisos.

Todos los programas tenían presentación y despedida, con efectos sonoros espectaculares, donde los locutores se lucían engolando la voz. Era un privilegio intervenir en estas cuñas de presentación porque no todos tenían condiciones para hacerlo. Uno de los formatos tradicionales era más o menos así…

–J.Menéndez y Cía. Importadores de cigarros y cigarrillos de La Habana, Calle Mantas 38 Lima, Presenta : Jarananísima.

–En radio Central les hemos presentado “La hora del Mambo” con el auspicio de agua de mesa Chuquitanta. Para el hambre pan, para la sed, Chuquitanta”.

Otro locutor con una brillante carrera profesional es Antonio Boza. Se inicia en Huancayo, a donde viaja de niño acompañando a su madre porque había quedado viuda y necesitaba trabajar. Era el tercero de cuatro hermanos, vivaz, optimista y resuelto. Le gustaba cantar en las actuaciones escolares y en las reuniones familiares. Recuerda que fue Don Aurelio Costa Vaccaro, un hombre de éxito y sentimientos nobles, propietario de varias salas de exhibición de películas en Huancayo, quien le dio la primera oportunidad de ganarse algunos soles y así poder ayudar a su madre.

Hasta que un día se le presentó la oportunidad que esperaba cuando radio Mundo convoca a un concurso de canto. Sus compañeros de estudio que conocían de sus condiciones artísticas lo empujaron a presentarse y sorpresivamente gana el certamen cantando el vals Embrujo de Luis Abelardo Takahashi Núñez. Empezó ganando cincuenta soles semanales, cantidad que no era mucha pero sí lo suficiente para equilibrar el presupuesto familiar.

En 1956, se convoca a Elecciones Generales y los correligionarios de Hernando De Lavalle, candidato a la presidencia, contratan a un grupo de jóvenes para pegar afiches y perifonear su publicidad a través de altavoces en varios pueblos del valle del Mantaro. Por sus condiciones de locutor Antonio es seleccionado para ocupar el cargo de ayudante del encargado del perifoneo, un hombre egoísta y con un pésimo carácter que creía que solo él tenía derecho de usar el micrófono y además tenía un gran defecto, le faltaba coraje para enfrentarse al público en circunstancias difíciles. Por eso el día que fueron a un pueblo alejado y eran atacados por los seguidores de Manuel Prado, otro de los candidatos a la presidencia, este se escondió en su alojamiento, muerto de miedo, mientras que Antonio se defendió como un león en medio de la batalla campal.

Los pradistas prácticamente habían copado la pequeña plaza. Y como los lavallistas ya habían pagado la propaganda, no les quedó otra cosa que cumplir con el contrato. Los equipos de sonido ya estaban instalados pero el pregonero seguía con el rabo entre las piernas y no quería asomar ni las narices por temor a las pifias. En ese momento, Antonio se acercó al balcón para catear lo que estaba ocurriendo en la plaza. Sus compañeros de trabajo, que hacían lo mismo, observaron que la plaza estaba repleta de manifestantes y curiosos. De pronto, a uno de ellos se le ocurrió decirle a Antonio que salga a cantar para calmar los ánimos. Este no se amilanó y salió a enfrentarse a la multitud. Felizmente su presentación fue todo un éxito porque, en lugar de salir pifiado por los pradistas, ambos bandos lo aplaudieron y de esa manera pudo cumplir con la propaganda a favor de Lavalle.

Contento con la faena, al día siguiente, salió temprano de su alojamiento en busca de un buen desayuno. Pero, cuando se hallaba en la plaza, le llamó la atención que no hubiera nadie y la única entrada por donde había ingresado se empezó a cerrar. Fue cuando advirtió que algunos curiosos oteaban desde sus balcones con una sonrisita burlona. Y, al ver un poste de eucalipto a un costado pensó – Debe ser para izar la bandera – En ese instante se escuchó un sonoro olé que provenía de los balcones y vio que un toro se dirigía hacia él, arrojando espuma por la boca y con todas las intenciones de llevárselo de encuentro. Antonio corrió despavorido buscando una salida pero todas estaban cerradas. Entretanto, los espectadores que habían salido a sus balcones empezaron a gritarle entre bromas y risas…

– ¡Al poste!

– ¡Súbete al poste!

Creyendo en la buena fe de los espectadores, Antonio corrió hacia el poste, no sin antes hacer quites al animal para no ser envestido. Y cuando empezó a trepar ¡oh sorpresa! el poste estaba encebado.

Las carcajadas de los espectadores llenaban la plaza cada vez que él resbalaba. Hizo un último intento, pero más demoró en poner sus manos en el poste que en caer al piso. El toro, que ya estaba detrás suyo lo golpeo en las nalgas todas las veces que pudo. Recién se dio cuenta que el animal tenía los pitones cortados. Los espectadores deliraban de júbilo, hasta que abrieron una puerta por donde Antonio salió despavorido y tras él el toro.

Luego de esta broma, Antonio se retiró a su alojamiento maldiciendo a los mil demonios y en lo único que pensó fue en marcharse a Huancayo lo más rápido posible, claro,no sin antes echarle cruces a ese pueblo para nunca más volver.

Un día, mientras se hallaba en la calle Real de Huancayo, se encontró con unos amigos, quienes le presentaron a un locutor de apellido Montenegro que se caracterizaba por ser muy conversador, hablaba sobre todo de sus viajes y éxitos y se jactaba de haber trabajado en varias radioemisoras de Lima y Chile. Decía que había viajado a Huancayo a solicitar el puesto de locutor, en concurso, porque él ya no estaba para pruebas…

–Como comprenderán, yo no me presentaré al concurso. Solo he venido a discutir el monto de mis remuneraciones y las condiciones de trabajo. Se jactaba.

De esa manera Antonio se enteró que había un concurso de locución y se inscribió. El día que se presentó, había una fila interminable de postulantes, sin embargo esto no lo desanimó. Pacientemente y con mucha fe logró salvar las pruebas de lectura, cultura general y dicción.

Como ya habían transcurrido varios días, y los ejecutivos de la emisora se demoraban en dar los resultados, Antonio esta vez sí decidió tomar al toro por las astas y se fue al local de la radio para averiguar cómo había quedado en el concurso. Preguntó por el propietario, un caballero distinguido y elegante, que vestía siempre de terno, bastón y sombrero.

–Disculpe señorita, busco al señor Pedro Elejalde.

– ¿Es algo personal?

La secretaria hablaba tan bajito que Antonio le entendió como que le decía ¿Es sobre el personal? Y le respondió que sí. Después de consultar con el dueño lo hizo pasar a la gerencia.

– ¿En qué lo puedo servir joven?

– Vengo para averiguar por el resultado del concurso de locución.

–Con que usted es uno de los postulantes. Mire jovencito, si está muy apurado le recomiendo se busque otro trabajo porque esto lo estoy viendo con paciencia. Me doy cuenta que los locutores por naturaleza son impacientes. Acabo de hablar con un locutor profesional de apellido Montenegro y, por más experiencia que decía tener, tuve que deshacerme de él. Le respondí que si no se presentó al concurso mejor se regrese a Lima.

Con semejante respuesta del broadcaster, Antonio se retiró desilusionado y se puso a caminar por el centro de la ciudad. Había pasado casi una hora de su conversación con el dueño de la radio cuando se encontró con el hijo de su padrino y se fue con él a tomar un café con leche en la tradicional pastelería Susuky. Coincidentemente, en ese momento, ingresó al local el Sr. Elejalde, propietario de la estación de radio. Y, como se trataba de una persona conocida, la mayoría de clientes lo saludó.

–Hola Pipe.

–Hola Perico. Te presento a Antonio, es el ahijado de mi padre. Me dijo que se presentó a un concurso en tu radio.

–Si claro, ya nos conocemos. A propósito amigo Boza escuché la grabación de prueba ¿Qué hace por aquí? Ya debe estar usted en la cabina, el micrófono de la radio lo está esperando.

Antonio, sorprendido por la forma tan peculiar de decirle que había ganado el concurso, no le quedó otra cosa que dirigirse a la estación. Pero, cuando ingresó a las oficinas, el operador le dijo que no sabía nada y que no tenía ninguna orden para hacerlo pasar a la cabina.

–Pero, si el mismo señor Elejalde, me acaba de decir que…

En ese momento sonó el teléfono, cortando la discusión. Antonio miraba cómo el operador tenía el rostro de sorprendido.

–Si señor. Lo que usted diga señor. Si claro, no se preocupe, les diré a los demás postulantes que la vacante ha sido cubierta. Hasta luego señor.

Antonio, se había ganado el puesto, no solamente por sus relaciones sino por sus excelentes condiciones para la locución y su afición por la lectura porque, cuando el dueño de la radio le preguntó si le gustaba leer, Antonio le comenzó a hablar de una serie de autores, desde Dumas hasta Vargas Llosa. Esto le agradó al broadcaster, un hombre que se caracterizaba por su cultura. Consideraba a la radiodifusión no solo como un medio de comunicación sino como una valiosa fuente de educación y cultura, por eso tenía especial preocupación por seleccionar a los locutores. Fue uno de los pocos propietarios de radio que tuvo el acierto de instalar una biblioteca en los estudios. Era además un maniático por el orden y la limpieza.

Cuenta Boza que un día, el locutor Julio Girón, quien también se desempeñaba como administrador de la radio, le pidió que lo reemplazara en la presentación del famoso trío Los Panchos que había llegado a Huancayo como parte de una extensa gira por Sudamérica porque, según le confesó, tenía una cita impostergable con su enamorada.

Feliz por la oportunidad que le daban, Antonio se presentó en el Cine Central vestido de terno y corbata. A su llegada, lamentablemente encontró que las puertas estaban atiborradas de cientos de fanáticos que pugnaban por entrar. Los vigilantes, que no lo conocían, no lo dejaron pasar. Tuvo que verse obligado a convencer a una persona corpulenta para que lo ayude. Para facilitar su ingreso, el fortachón se abrió paso entre la multitud como un tractor en la carretera en medio de un huayco. Detrás del telón ya estaban los integrantes del famoso trío mexicano. Antonio los saludó y el único que le respondió fue Chucho Navarro, en cambio Hernando Avilés y Alfredo Gil ni siquiera lo miraron porque estaban distraídos templando sus guitarras.

El teatro reventaba.

Para apaciguar los ánimos del público, se estaban presentando algunos teloneros locales, quienes eran pifiados porque los espectadores no soportaban más la demora. Decían que habían pagado su plata para ver a Los Panchos y no a aprendices. Fue cuando el empresario le pidió a Antonio que se acerque al micrófono para calmar los ánimos anunciando que en breves minutos se presentaría el mejor trío romántico de todos los tiempos. Pero apenas Antonio entró al escenario lo silbaron y no lo dejaron ni hablar pensando que era otro de los teloneros que quería distraerlos, ya que muchos lo habían escuchado cantar en otras actuaciones. Desilusionado, se retiró y se sentó detrás de las cortinas sin saber qué hacer. Al verlo preocupado Chucho Navarro se le acercó y le dijo que ya podía anunciar su presentación, pero Antonio no podía ni pararse por los nervios.

–No puedo. No me siento seguro – Le confesó.

–No te preocupes hijo. ¡Vamos! Ingresaremos todos juntos y tú haces la presentación.

Dándole una palmada en el hombro, Chucho lo animó entrar. Ya más suelto de huesos, Antonio hizo el anuncio. Y cada vez que era necesario entraba al escenario para presentar algunos temas y el público lo aplaudía por su sobriedad y su voz.

A partir de ese momento la carrera de Antonio saltó de éxito en éxito. Su voz se hizo familiar especialmente en los comerciales de publicidad, convirtiéndose en uno de los más solicitados por las agencias de mayor prestigio y por las mejores emisoras de radio y televisión.

Tuve la oportunidad de trabajar con él en radio Unión, Panamericana Televisión y Canal 13, alternándonos en el micrófono y más que eso, supimos cultivar una buena amistad.

Otro de los conocidos y apreciados locutores de la época de oro de la radio es Raúl Vargas Bouquesne, que vio la luz por primera vez al pie del Misti, en Piérola 110 Arequipa. Vivía al frente de la casa de Ivan Márques, otro de los históricos locutores arequipeños, hijo de un conocido operador del Cine Victoria.

Raúl recuerda que la casa era antigua, de tres patios, conocida como “La casa de las abriles”, por el apellido de las propietarias, las hermanas Sara y Tránsito Abril. Como estaba cerca a los estudios de radio Continental nunca se perdía los programas de auditorio, donde los animadores eran verdaderos maestros de la locución entre ellos Ignacio Cané Pardo, Gustavo Luza, Nico Martinez y Alfredo Bernal Murillo.

Cuando Raúl decide viajar a Lima, coincidentemente, su pensionado estaba ubicado en la esquina de Colmena con Wilson, cerca a los estudios de varias estaciones de radio y al estudio de grabaciones de Humberto Mirenghi, propietario también de radio Excelsior, emisora que alcanzó notoriedad cuando Augusto Ferrando conducía el programa concurso “La Polla Regal”.

Mirenghi realizaban los mejores jingles de la época, producidos por el popular Jorge “pato” Alvarez. Esto era antes que entraran a competir en el mercado Pedrín Chispa y Humberto Maldonado.

Pedrín, se inició en esta actividad cuando ni siquiera contaba con un estudio de grabaciones. Para desarrollar su trabajo tenía que alquilar la sala de grabaciones de radio Panamericana. Con el apoyo de sus hijos Elías y Pepe, alquila un local de la avenida República de Chile, donde instala un moderno estudio que se caracterizaba por tener los equipos más sofisticados para la época y con hermosas secretarias que parecían modelos de televisión.

La primera vez que solicité estos servicios fue para la producción y realización de unos jingles de publicidad de Lotería del Cusco y las grabaciones para el montaje del Informativo de radio Tawantinsuyo. Años después, con Elías hicimos varios jingles y comerciales para Importaciones Hiraoka.

Cada vez que visitaba estas oficinas, eran interminables las charlas de café con los hermanos Ponce, Arturo Pomar, Lucha Ravina y otros locutores que llegaban por turnos, donde no solamente hablábamos de publicidad, sino de todo ese fascinante mundo de la radio, la televisión y la farándula.

Posteriormente, Pepe, el menor de los hermanos se casó y se separó de la compañía para poner su propio estudio.

Actualmente Elías posee la mejor empresa productora de sonido del país en un edificio propio ubicado en la Av. Salaverry, donde se realizan los mejores comerciales de radio y televisión y hasta donde acuden de manera obligada todos los publicistas que quieren un servicio de calidad.

A finales de los años cincuenta, en el Jirón Ocoña estaba radio América, una de las pocas emisoras de alcance nacional e internacional, en cuyo auditorio se presentaban las mejores estrellas de la música. Cuando la empresa construye su propio local en Montero Rosas, le deja las instalaciones a radio Reloj, estación en la que trabajaban como locutores, Jorge Rivera, Juan Domínguez y Carlos Casapía, este último compañero de carpeta de Raúl Vargas B. en el colegio nacional de la Independencia Americana de Arequipa, fundado por Bolívar en 1827.

Un día, Raúl se encuentra con sus compañeros de colegio, entre ellos Pepe Hermoza y Pepe Sagar, y deciden hacerle una visita a Carlos Casapía en las instalaciones de radio Reloj, quien, medio en broma y medio en serio, los invita a someterse a una prueba de locución. Cuando Raúl sale de la cabina lo primero que le sugiere Carlos es que mejor se dedique a cualquier otra cosa menos a la locución porque no tenía condiciones.

Sin embargo, Raúl, en lugar de amilanarse siguió practicando. A los pocos meses sorprende a todos sus amigos haciendo locución en radio Victoria. Pero su triunfo no quedó ahí, a sugerencia de Pepe Giraldo se presenta a un concurso convocado por radio Panamericana donde se había producido una vacante por el viaje de Manuel Ñique a México. Entre los finalistas para ocupar el puesto quedaron Richard Muller y él. Los ejecutivos decidieron darle el puesto a Raúl y como un gesto de buena voluntad le ofrecen a Muller el cargo de redactor, función que en un principio no le gustó pero tuvo que aceptar para no desvincularse de la radio. Y así se convierte en un excelente periodista de radio y televisión.

Con el paso de los años, Raúl se abocó a organizar la Asociación de Locutores del Perú. Al materializar sus sueños fue elegido como primer presidente, juramentando el 8 de abril de 1978 en una gran ceremonia que tuvo lugar en el hotel Crillón.

En Cusco, la aspiración de los aficionados a la locución era trabajar en OAX7A-6650 kilociclos, radio Cusco, no solo por el prestigio que tenía la emisora, sino por ser toda una escuela de locutores. Años después los jóvenes aficionados soñaban con trabajar en radio La Hora, por ser la emisora juvenil de mayor sintonía.

Desde su salida al aire aquel 11 de abril de 1936, el propietario de radio Cusco, Carlos Lizárraga, tuvo especial cuidado en seleccionar a los mejores locutores y establecer un servicio noticioso de calidad. Para esto convoca a los hermanos Luis Angel y Gerardo Aragón quienes, para trabajar de una manera mucho más profesional deciden fundar su propia agencia de noticias a la que denominan Aragón Press, encaragada de proveer el material periodístico que requería “Radio Cronista”, el primer informativo que sacan al aire.

La programación periodística de la emisora se enriquece con el ingreso de Luís Nieto Miranda y su esposa Bertha Degregori de Nieto encargados de sacar un espacio cultural. Mientras que Miguel H. Milla toma a su cargo el radioperiódico del medio día y Luís Barrera Murillo, quien recién había llegado de Puno, se incorpora como comentarista deportivo.

Lucho, como se le conocía más a Barreda, además de comentarista, era un empedernido radioaficionado, técnico en mantenimiento de transmisores de radio, Antropólogo, Catedrático Universitario y parasicólogo.

En esa época, en nuestro país y en general en todo el mundo, eran muy pocas las damas que trabajaban en radio, igual que en la mayoría de la actividad empresarial. Por eso resultó toda una novedad escucharla por primera vez a Isabel De la Cuba por las ondas de radio Nacional del Perú. Igualmente sucedió con Delfina Paredes en radio Cusco donde dio sus primeros pasos como locutora apenas salió del colegio María Auxiliadora donde terminó sus estudios secundarios. Luego pasó a radio Nacional. Pero donde Delfina tuvo notable éxito fue en el teatro y el cine.

Hay muchas damas como ellas que destacaron en esta profesión, entre ellas María julia Venegas Salinas, conocida más como Maruja Venegas, con sus 95 años hasta el 2010 era la locutora en actividad más antigua del mundo. Su programa “Radio Club Infantil” a través de radio Santa Rosa y siempre en el horario de 4 a 6, era imperdible. De allí salieron grandes artistas como Lucía de La Cruz y también excelentes locutores como Arturo Pomar.

Otra destacada dama del micrófono fue Rosa Wünder, madre del actor Gustavo Bueno quien destacaba por su vasta cultura y extraordinaria voz, dándole prestancia a la radio y al teatro, otra de sus principales actividades.

Igualmente sobresalen en la locución Violeta Burguett, actriz y locutora, Yolanda Parodi, conductora de música clásica en radio Pacífico, Manie Rey, talentosa y extraordinaria locutora de radio y televisión, Amanda Barral, otra de las magníficas damas del micrófono de radio El Pacífico y el noticiero 24 Horas de Canal 5, Ina Barúa Aragón, periodista y locutora también de Panamericana Televisión, Serafina Quinteras, compositora y locutora, madre de la galardonada poetiza Blanca Varela. Ana maría Alvarez Calderón y Lucy Cerf quienes, según nos contaron algunos colegas de aquella época de oro de la locución, hacían suspirar a los oyentes con su dulce y melodiosa voz. Lucy logró conquistar el corazón del mismísimo Pedro Infante, uno de los mejores cantantes que tuvo México, fallecido en un accidente aéreo el 15 de abril de 1957 a la edad de 40 años. Eran los tiempos en que Nelly Calderón, ex Fiscal de la Nación, trabajaba como coordinadora de los radioteatros auspiciados por Sydney Ross, en Radio Nacional.

Enma Cabrera García, es recordada por la presentación de “La hora del Angelus” por radio Unión, tenía una de las voces más lindas de la época, asimismo, Nelly Rojas Vargas, Hilda Bravo Ríos, Linda Izquierdo Ramírez, Teresa Bolívar Fernandini, Zenaida Solís, Elena Guevara, Diana García, Rosa Lozano, el rostro dulce de las noticias de la televisión quien en 1981 empezó a trabajar al lado de dos experimentados y excelentes locutores: Rómulo Flores y Ernesto Hermoza, en Canal 7, Marina lópez Loli, Zoraida Arias, Elena Pasapera Seminario, ¡Qué tal trío de locutoras! Nella Lazarte la voz de RPP, Zarela Solís, Lina Agurto, María Antonieta Fon Burgos, Susi Sato, las hermanas Ivonne, Claudet, y Miryam Dávalos Velásquez, la cusqueña Margarita León, de excelente trayectoria en el INTE, Carmen Silvia Pitot Guzmán, Lourdes Gabriela Melgar y Socorro Sampén en radio Nacional.

Una de las damas que batalló por más de 35 años en un campo esquivo para la radio, como es la música clásica, fue Martha Miflin, a quien la conocí en radio Unión cuando hacía su histórico programa «Musiciana» y se presentaba como Martha Barrón, apellido de su esposo. Con su voz cálida y natural subyugaba a los oyentes durante los sesenta minutos que tenía para hablar de la vida y obra de los más destacados cultores de la llamada música culta. Estuvo en varias emisoras, entre ellas radio Selecta, pero es a través de Unión que se hace conocida internacionalmente. Por mérito propio logra ocupar la dirección de radio Filarmonía, la única emisora cultural del país, donde actualmente sigue laborando.

Elena Guevara, una de las más bellas voces del Perú quien, junto con Nella Lazarte son las voces más destacadas que identifican a RPP, nos contó que hizo sus primeras prácticas de locución cuando todavía era una niña –Fue por castigo – Bromea.

–Cada vez que hacía una travesura, mi madre, Rosa Cernaqué me obligaba a leer en voz alta un periódico o una revista, sin pensar que estaba formando una locutora.

En el colegio, su profesora Lucinda Tuesta, al darse cuenta que tenía buena lectura y mejor dicción, le hace hablar por primera vez en un micrófono. Sin embargo, Elena se inclinaba más por la música. Tocaba el acordeón en las actuaciones de su plantel. Hasta que le robaron el instrumento y es cuando se anima a incursionar en el canto, haciéndose acreedora a un diploma “Por su destacada participación artística”.

También le gustaba leer mucho. Era su pasión. Pero cuando tuvo que escoger una carrera, dice, se equivocó. En lugar de postular a periodismo lo hizo a la facultad de Psicología de la universidad Ricardo Palma donde, siendo aún muy jovencita se enamoró y se casó, truncando sus estudios. Convertida en madre, decide matricularse en un Instituto Superior dirigido por Blanca Palacín, donde se capacita en locución bajo la orientación de sus profesores Ricardo Palma Michelsen, Linda Guzmán, Carmen Pitot, Victor Manuel Avendaño y Juan La Madrid, este último en impostación de voz.

A solicitud de Carmen Mena Guerrero, hace sus prácticas en el Canal 7, radio La Crónica y Nacional. Precisamente en esta última emisora que el sociólogo Jaime Salas le presentó a Zoraida Arias y fue ella quien la inscribió para que participe en un concurso de locución convocado por RPP. Y a pesar que no se presentó en la fecha señalada por haber equivocado el día, posteriormente rindió su examen ante el jurado integrado por Chicho Ferrando, Américo Pachas y Carlos Pastor. Recuerda que, como operador estaba Guillermo Farro. Por mérito propio es seleccionada como finalista junto con Dante Mateo y Gaby Velásquez, hija de la conocida actriz Delfina Paredes y empieza a trabajar en RPP grabando los informativos de las madrugadas.

Elena, fue corresponsal de radio América de Washington y galardonada con el premio “La voz de América”, trofeo que le fue entregado por el Cónsul de Perú en los Estados Unidos. Pero, a pesar de haber recibido ofertas para quedarse allá, se regresó. Más pudo su amor por su familia y su país que las tentaciones del tío Sam. En RPP se consagra como la estrella del programa de concursos “Los que más saben”, trabajando al lado de Alvaro Ugáz fallecido en un lamentable accidente de tránsito.

Son pues muchas las damas del micrófono que prestigian a la radio. Entre las locutoras comerciales, sobresale nítidamente Lucha Ravina, por algo es una de las más solicitadas por los publicistas. Hubo un tiempo en que permanecía más en los estudios de Elías Ponce que en su propia casa. Desde hace muchos años es la voz que identifica a Frecuencia Latina, Canal 2.

En la década de los setenta, fue una sorpresa la súbita aparición en la pantalla de la joven modelo Sonia Oquendo conduciendo el noticiero central de América Televisión al lado de Arturo Pomar. Y no lo hizo mal. Pero donde logra más éxitos fue en el teatro, actuando junto a su esposo Luis Angel Pinasco, otra de las figuras históricas de la televisión. Rulito, como se le conoce más, es un legendario locutor polifacético, que destaca igualmente como maestro de ceremonias, narrador de noticias y locutor deportivo. Se inició como animador en el Canal 2 de televisión, cuando el propietario era entonces Eduardo cavero Dubois.

La lista es interminable. Y, aún así, seguramente qe muchos locutores no figuran porque sencillamente escapan a mi memoria o porque mis indagaciones no llegaron hasta ellos pero, de ninguna manera, es porque hubo un afán de excluirlos. Al contrario me gustaría que me ayuden a enriquecer esta relación haciéndome llegar más nombres porque las páginas no están cerradas, seguirán abiertas mientras hayan hombres dedicados a esta privilegiada profesión.

Lo sorprendente de esta historia es que la mayoría de las figuras del micrófono fueron autodidactas porque antes no existían institutos o centros especializados para la formación de locutores. Sin embargo, estos maestros de la palabra daban una verdadera cátedra en su trabajo porque nunca utilizaban el micrófono para hablar tonterías. Se preparaban antes de ingresar a la cabina de locución porque tenían conciencia que, siendo la radio el centro de la atención familiar, su trabajo tenía que ser impecable y su locución debía ser elegante, distinguida y amable. Por eso gozaban del respeto y credibilidad de los oyentes y con justicia e les dedicó un día especial para homenajearlos y reconocer sus méritos. Cada 8 de diciembre se celebra en Perú el Día del Locutor y la única entidad que los agrupa es la Asociación de Locutores del Perú ALP que, por cierto, necesita revitalizarse, tarea pendiente que nos compete a todos.