La Rebelión de los Insectos

Todo empezó aquel día en que Al Gore, salía de un hotel en Nueva York luego de dictar una brillante conferencia sobre Cambio Climático y fue objeto de un frustrado atentado..
Un francotirador apostado en un edificio ubicado frente al hotel y armado con un rifle provisto de una mira telescópica muy precisa apunto al corazón del defensor de la ecología pero, felizmente, la bala pasó a escasa distancia y se incrustó en la pared.
En medio del caos, el FBI inició un operativo para capturar al autor del atentado. Al subir al sexto piso dos agentes hallaron el arma todavía en su trípode con el cañón dirigido hacia la entrada del hotel. Lo sorprendente, fue encontrar al francotirador tirado en el piso, sin vida, Una araña bananera errante, llamada también en Brasil como “armadeira”, considerada por los estudiosos y por el Libro Guinness como la más venenosa del mundo, caminaba cerca del cuerpo inerte. Se había suspendido desde el techo utilizando su hilo y se posó sobre el cuello del francotirador mordiéndolo en la yugular en el preciso momento que apuntaba su arma al corazón de su víctima, haciéndole desviar la bala. Las investigaciones determinaron que bastaron unas milésimas del veneno del arácnido para matar al sicario.
Entretanto, lejos de allí, en la vivienda de una familia ubicada en el Central Park, la madre se hallaba en la sala viendo televisión, cuando se escuchó un gritó desde la cocina…
– Mamá, ¡una cucaracha!
–Qué asco hijita, llamaré al celular de tu papá para que compre un insecticida. Ahora, por favor déjame ver mi serie en Neflix.
El esposo, que en ese momento retornaba a su casa conduciendo su 4×4 y escuchaba por radio las noticias de Wall Street, ante la llamada de su esposa, no le quedó otra cosa que verse obligado a girar en U para regresar al supermercado y comprar el insecticida más potente porque…
–Para matar a las cucarachas, tiene que ser el mejor insecticida, señorita, por favor.
-Le aseguro que este es el mejor producto, señor. Contiene DDT
-Gracias, me lo llevo.
Y se lo llevó sin tomar en cuenta que el DDT había sido excluido de la lista de sustancias activas autorizadas contra las plagas y pestes todavía en 1969 en varios países del mundo.
Se trataba del Dicloro Difenil Tricloroetano, conocido como DDT, un pesticida que comenzó a utilizarse durante la Segunda Guerra Mundial para controlar las enfermedades transmitidas por insectos a los que se les llamó ‘vectores’, pero ahora su uso en la mayoría de países estaba prohibido.
Al retornar a su carro, el marido visiblemente satisfecho por la compra, nuevamente enciende el radio…
–Usted está escuchando Radionoticias. A continuación les damos a conocer el estado del tiempo en algunas capitales: Washington 35 grados, Londres 33, Madrid 36, Montreal 38, México 37 grados –
-Uff ¡Qué calor! Comenta para sí…
-Y ahora, las noticias…
–La agencia EFE informa que los países de la Comunidad Andina de Naciones (CAN), integrada por Bolivia, Colombia, Ecuador y Perú, tendrán pérdidas anuales de 30 mil millones de dólares en el 2025, debido al cambio climático, revela un informe publicado esta mañana, Los sectores afectados serán salud, agricultura y energía. Y el problema más grave será la falta de agua.
El marido, frunce el ceño y mueve el dial con la intención de salir de las noticias sobre el calentamiento global, que las toma con la misma indiferencia que aquellas informaciones provenientes de Irak donde en la madrugada habían muerto decenas de niños en una incursión equivocada de las fuerzas norteamericanas a una aldea Chiita o la masacre a los monjes tibetanos por el ejército chino.
Para este empresario yuppie, la noticia estaba en Wall Street y en el Departamento del Tesoro. Nada era más importante para él que la crisis hipotecaria y el aumento en los precios del petróleo. El desprendimiento de un gigantesco bloque de hielo de la Antártica por el efecto climático o el deshielo de los glaciares andinos por el calentamiento global, eran noticias banales.
Eso mismo pasaba con la mayoría de ejecutivos de las naciones desarrolladas, como China, EEUU y el Reino Unido. Les importaba un pepino el cambio climático o la depredación de la naturaleza.
-Al diablo con estas noticias, ¡me importan un bledo! Masculló y apagó el radio.
Coincidentemente, en este mismo instante, en Niza, la Costa Azul, los más altos ejecutivos de la transnacional Loyer Internacional Corporation, la fabricante de insecticidas más grande del mundo, están a punto de reunirse en uno de los salones privados del hotel Negresco.
El Presidente del directorio, que había pasado una noche de perros por el insomnio, revisaba los últimos cuadros estadísticos, cuyas flechas apuntaban al suelo. Lo propio hacía el Gerente General, ubicado en la terraza de su suite. Con los ojos desorbitados miraba en la pantalla de su laptop las cifras en rojo de la compañía. Pero, no obstante de su pésimo estado de ánimo, ambos esperaban la salida del sol, uno de los espectáculos naturales más hermosos de la Costa Azul.
A los pocos minutos, el astro rey empezó a salir de las entrañas del mar contrariamente de lo que ocurre en América donde el astro rey se aparece por el Este. El sol ascendía como una gigantesca moneda de oro en un cielo igualmente azul, como decía el viejo bolero de Los Panchos que transmitía radio Nacional de España en su onda corta…”El mar y el cielo, se ven igual de azules. A la distancia, parece que se unen…
Lo único que no estaba azul era la curva de las cuentas de la empresa…todas tenían el odioso color rojo, ese rojo vivo como la sangre. En un arrebato de cólera, el presidente de la corporación golpeó la mesa con tal fuerza que hasta la taza de café se derramó y algunas tostadas saltaron por los aires. Y, sin probar nada, bajó apurado a la sala de conferencias para no deteriorar su reputación de hombre puntual.
– ¡Las ventas están cayendo! Exclamó, apenas abrió la sesión.
–Esto tiene una explicación, señor presidente, nuestros productos son cada vez menos inocuos contra los insectos –Trató de justificar el Gerente.
–Sí, señor presidente, como dice el señor Gerente y como jefe del laboratorio de la central de Wupertal, le puedo asegurar que los insectos se hacen cada vez más resistentes a nuestros insecticidas. La demanda ha bajado porque las amas de casa están comprando otras marcas que elaboran productos más potentes y eficaces.
–Eso ya lo sé. Eso significa que hay que mejorar el poder de letalidad de nuestro producto. ¿Qué podemos hacer?
-La única forma es aumentar la dosis de DDT, pero no podemos porque está prohibido, eso aumentaría los niveles de contaminación. Explicó otro gerente.
–¡Al diablo con la contaminación! ¡Tenemos que salvar la crisis de la empresa!
-Y ¿cómo? señor presidente.
– Aumentando la dosis de DDT y ¡Matando insectos! Son los que más abundan en el mundo. Y son los que más detestan los agricultores y las amas de casa.
El Gerente de Marketing, que hasta ese momento, se había mantenido cauto, señaló:
-Claro, señor presidente, Voy a ordenar a los creativos del departamento de publicidad que pongan en los recipientes las figuras de insectos muertos.
–Pues, manos a la obra. Estudien nuevas fórmulas aumentando la dosis de DDT, pero, cuidado, no olviden darles buenos regalos a los encargados de los controles sanitarios. Trabajen en la más absoluta reserva, no quiero tener problemas. ¡Tienen plazo de ocho días! Y bien, por ahora es suficiente, doy por concluida la reunión.
Pero, sin que nadie se percatara, un insecto no identificado metido entre las rejillas de los sistemas de aire acondicionado escuchaba atónito las conclusiones del directorio. Y ni bien terminó la reunión, levantó sus alas y utilizando sus antenas trasmitió el mensaje a sus congéneres más cercanos y estos, a su vez, los reenviaron a otros insectos a través de señales imperceptibles por el hombre. El mensaje llegó a Madagascar, la cuarta isla más grande del mundo, después de Groenlandia, Guinea y Borneo, ubicada en el Océano Indico, frente a Mozambique, África, donde se encontraban los insectos más grandes del planeta, entre los que destacaban las cucarachas que controlaban desde allí a toda su especie en el planeta. Se calcula que en planeta hay al menos 750.000 especies de insectos, lo cual es una cifra más que apabullante.
En Madagascar estaban los representantes de los escarabajos, las abejas, las avispas, las hormigas, las mariposas, las polillas, las moscas, mosquitos, cigarras, saltamontes, grillos, langostas, mariposas, libélulas, en fin representantes de la mayoría de especies.
Las cucarachas que habitaban allí eran tan grandes que muchas llegaban a medir hasta quince centímetros de largo y pesaban más de 20 gramos. Pero, por efecto del calentamiento global, su tamaño y peso se habían duplicado. Eso mismo ocurría con los demás insectos.
Fue fácil convocarlos a todos los delegados de los insectos y luego de una tensa reunión se acordó encargar a las cucarachas las primeras respuestas a la agresión humana porque las cucarachas no solamente resistían a todas las adversidades climáticas sino también porque estaban diseminadas en toda la faz de la tierra.
Y, lo más importante, desde el Estado de Tanala, las cucarachas podían comunicarse con todos sus congéneres del mundo porque habían logrado desarrollar antenas más largas y potentes debido a su alimentación con arroz natural y miel silvestre extraída de los bosques malgaches, libres de contaminación.
Su jefe supremo era Ramansoa, la más temida de las cucarachas por su horrible aspecto y ferocidad, quien no tardó en convocar a su estado mayor para estudiar una estrategia que permita contrarrestar los planes devastadores de los humanos.
Lo primero que hizo fue nombrar como jefe de operaciones a Ratsimandrova, una cucaracha mucho más feroz incluso que la misma lideresa. Y como jefe de destrucción masiva fue elegida la voraz Ranavalona.
Las tres, de inmediato pusieron en marcha un operativo de infiltración en las computadoras de los medios de comunicación de todo el planeta contando con la colaboración del resto de insectos, porque sabían que teniendo el manejo de los medios, tenían en sus manos el poder del mundo.
Entretanto, en la sede central de la Loyer Internacional, en Leverkusen, a orillas del Rin, avanzaban los experimentos para crear el nuevo insecticida, más potente y letal.
Las cucarachas que nunca habían sentido temor a los insecticidas por su gran resistencia a la acción del veneno y porque las proteínas de su sistema nervioso tenían la capacidad de mutarse, esta vez sentían que estaban en inminente peligro.
No obstante que eran capaces de soportar grandes dosis de radiactividad y estaban entrenadas para soportar temperaturas extremas porque, a lo largo de toda la evolución de la tierra, habían pasado por los cambios climáticos más severos, esta vez se hallaban aterrorizadas por eso decidieron jugarse la vida.
Como es sabido, las cucarachas fueron los únicos insectos que pudieron sobrevivir al bombardeo atómico en Hiroshima y Nagasaki, a todos los experimentos nucleares en los desiertos de Mojave y Sonora (USA), a las temperaturas más bajas de las tundras de Siberia y a los cambios climáticos. Durante miles de años, nunca habían cambiado de aspecto. Pero un aumento extremo de DDT y los derivados de Cloro, sí podía aniquilarlas. Y con ellas podían desaparecer también todos los insectos del planeta, aves silvestres y todo tipo de vida salvaje.
Había preocupación entre los defensores de la ecología porque los efectos cancerígenos de este potente insecticida también ponían en peligro a los humanos, a través del consumo de los productos vegetales. Está comprobado que el DDT que se acumula en el tejido adiposo de las personas, es causa de enfermedades irreparables, pero como sus efectos son lentos, muchas veces estas dolencias no son relacionadas con este producto y por eso a las autoridades de salud tampoco les preocupa mayormente. Y lo más grave es que el DDT se queda en la tierra por mucho tiempo, para degradarse, requiere de varias décadas.
Los insectos sabían de este peligro y por eso no se quedaron de patas cruzadas. Utilizando la red de comunicaciones satelital de los humanos y un lenguaje a base de sonidos imperceptible, pusieron en alerta a todos los insectos del planeta. Y como ya se habían infiltrado en los transmisores de las principales cadenas de televisión, equipos de radio, teléfonos fijos y celulares, podían emitir señales de muy baja frecuencia, imposibles de captar por el oído del hombre. Solo eran captadas por sus antenas.
Mientras los humanos desparramaban más DDT sobre la faz de la tierra, morían millones y millones de insectos, pero también aves, peces y animales domésticos. A los insectos no les quedó otra cosa que defenderse con todo. Su ataque fue simultáneo, de vida o muerte. Las langostas se devoraban los campos de cultivo. Las hormigas se metían en las viviendas, los zancudos se multiplicaban contagiando el paludismo, los mosquitos afectaban a las frutas y hortalizas. En poco tiempo, volvieron a aparecer enfermedades que ya estaban eliminadas.
No tardaron en ingresar al campo de batalla las cucarachas de avanzada, las devoradoras, aquellas de gran poder de devastación, con la misión de comerse los chips de los sofisticados aparatos de comunicación para enmudecerlos. Las más temidas eran las cucarachas provenientes de la China, por su ferocidad y porque atacaban en masa, sin temor a perder la vida. Precisamente estas fueron instruidas para infiltrarse en las computadoras del Pentágono, la Casa Blanca, los Ministerios de Defensa de Rusia, del Reino Unido, Francia, Israel, Corea del Norte y Canadá, así como en los teléfonos y los sistemas satelitales de la OTAN. No dejaron ningún aparato electrónico fuera de su control.
Entretanto, el Canadá, funcionarios del Departamento de Control fitosanitario, detectan una extrema elevación de DDT en los cargamentos de aerosoles enviados por la Loyer. El producto considerado como altamente nocivo fue requisado en la aduana y de inmediato la autoridad sanitaria se comunicó con su similar de los EEUU para ponerles al tanto del peligroso hallazgo. Los funcionarios norteamericanos derivaron el informe a la Casa Blanca donde los consejeros del Presidente, que tenían oscuras vinculaciones con la empresa Loyer, ocultaron el informe y no se dieron a conocer al mandatario.
El Jefe de prensa de la Casa Blanca insistía:
–Señor Secretario de Estado, solo esperamos su decisión para reunier a la prensa. Pidió.
– ¡De ninguna manera! Perderíamos las contribuciones de la Loyer. Ese dinero sirve para costear las operaciones encubiertas en Irak y Afganistán.
– ¿Y qué hacemos con el cargamento requisado por los canadienses?
–Envíenlo a Centro y Sudamérica, y al África
A las pocas semanas no había lugar en el mundo en que no se utilizaba este insecticida con una alta dosis de DDT para combatir lo que ellos llamaban “Campañas de fumigación contra las plagas”. Miles de avionetas salían a fumigar indiscriminadamente los campos de cultivo, contaminando los campos de cultivo, los lagos y ríos. Y claro, se empezaron a sentir los efectos del potente insecticida en todo el planeta. Millones de insectos, moscas, mariposas, saltamontes, escarabajos, morían con la panza arriba y batiendo sus patas en el aire. Las amas de casa, al enterarse de la eficiencia del producto a través de la publicidad, hacían cola en los supermercados para comprar los rociadores de la muerte.
Se había puesto en marcha el exterminio masivo de insectos jamás visto en la historia de la tierra.
Las cucarachas, que eran capaces de vivir hasta 9 días sin cabeza. Y, si morían, era por inanición, con este potente insecticida volteaban la panza casi de inmediato. Las hormigas que se devoraban a las cucarachas muertas, también expiraban. Las aves que se alimentaban de las hormigas, caían fulminadas.
Por los resultados exitosos del producto, las ventas de la Loyer y de todas sus filiales en el mundo subieron. El exterminio masivo de insectos empezó a alterar de manera dramática el equilibrio ecológico de la tierra. Al desaparecer los insectos no se producía el ciclo de polinización y empezó a disminuir la producción de fruta. Morían los peces de los ríos, bajó la producción de la el volumen de la pesca el litoral peruano. La gente estaba estresada por las alergias y las ulceraciones cutáneas. Y nadie se explicaba qué es lo que estaba pasando.
Tal era la cantidad de insectos que caían muertos que sus restos tenían que ser limpiados de las calles con cargadores frontales y llevados en camiones. El caos se extendía en toda la faz de la tierra. Al no haber insectos las aves, las ranas, sapos y serpientes, también empezaron a sentir hambre y morían y aquellas que se alimentaban de los insectos envenenados también se desplomaban.
Hasta que ocurrió lo que más se temía: por el uso excesivo del DDT se afectó también la salud de los humanos. La utilización de herbicidas en el cultivo de verduras y en las plantaciones de fruta las personas empezaron a sufrir de alergias. Se les adormecían los labios y la lengua. Igualmente, los animales silvestres que consumían el agua contaminada de las acequias morían intoxicados.
Esto no le importaba un bledo a la Loyer. Al contrario sus ejecutivos se frotaban las manos por las ventas espectaculares que estaban logrando.
En Puerto Rico, las dos únicas cucarachas que lograron resistir a los terribles dolores en sus panzas por efecto de los insecticidas, a duras penas llegaron a comunicarse con la central de Madagascar para advertir a sus jefes del peligro mortal del nuevo producto creado por la Loyer.
Indignado, Ramansoa, el jefe supremo de estos insectos, ordenó a su lugarteniente Ratsimandrova para responder la agresión humana,
-Hay que darles un escarmiento a esos malos empresarios que han provocado este caos. Tienen que darse cuenta que están atentando contra la existencia misma del planeta.
Las cucarachas que por naturaleza llevan en su cuerpo organismos causantes de diversas enfermedades, entre ellas la gastroenteritis, infectaron los alimentos de varios gerentes de la compañía, enviándolos a la clínica con una diarrea incontenible. Igualmente, el excremento y vómitos de las cucarachas, dejados en las cocinas de otros altos ejecutivos, les producían enfermedades cutáneas.
Y como aparentemente esta advertencia no fue suficiente porque la Loyer y otras compañías seguían con la producción masiva del potente veneno, Ramansoa, decide enviar a las cucarachas portadoras de la bacteria de la lepra, la temible enfermedad bíblica, para contagiar a los ingenieros químicos que habían participado en la elaboración del insecticida letal.
Apenas les salieron los primeros granos en el cuerpo, más rápido que inmediato, los ingenieros fueron reemplazados y enviados a un campo rural para leprosos donde terminaron sus últimos días con la piel que se les caía en pedazos.
Igualmente, los técnicos que habían sido visitados por las cucarachas portadoras de hepatitis, salmonela y tuberculosis, corrieron la misma suerte, fueron echados a la calle como si fueran piezas de recambio, porque la compañía, que no tenía otro interés que ganar dinero, seguía produciendo más veneno y acumulando más ingresos, sin tomar en cuenta los irreparables daños a la ecología por la masiva muerte de insectos.
Pero esto no quedó allí, los funcionarios y empleados de la Loyer que habían sido infectados con diversas enfermedades, contagiaron a sus familiares y y estos males se convirtieron en una pandemia.
Como si esto fuera poco, en algunas zonas ya se sentían los primeros efectos del calentamiento global. Los huracanes azotaban el trópico de manera devastadora. En Alaska, algunos edificios se caían por el deshielo. En la amazonia se aceleraba la extinción de especies animales y vegetales.
Y en la medida que se calentaba la tierra aumentaba también la evaporación causando torrenciales lluvias que inundaban poblaciones enteras, mientras que en otras zonas crecían los desiertos. Empezó a escasear el agua potable en las ciudades y se achicaba la frontera agrícola. El CO2, cada vez en aumento, estaba atrapando el calor dentro del globo terrestre.
Los científicos predecían que si se mantenían estos niveles de contaminación, era inminente el fin de la humanidad como consecuencia de la hambruna y la falta de agua potable. Y que las próximas guerras serían por el control del agua y la agricultura.
Ante esta catástrofe ecológica, a los humanos no les quedó otra cosa que migrar a las zonas más frescas del planeta. Igualmente lo hicieron los insectos y aves pero lamentablemente portando graves enfermedades, como la gripe aviar, la malaria, la fiebre amarilla y el dengue.
A pesar de las amenaza una gran mayoría de los humanos no tomaba en cuanta esta calamidad. Por esa razón Ramanansoa ordenó a las cucarachas infiltradas en las computadoras de Rusia y Corea del Norte, para que activen los misiles de ojivas nucleares que apuntaban a los Estados Unidos. Los satélites espías americanos que detectaron la amenaza hicieron sonar la alarma en las oficinas de seguridad del pentágono. El jefe, de inmediato cogió el teléfono rojo para comunicarse con la Casa Blanca y solicitarle permiso al Presidente para activar el paraguas nuclear, pero, ¡oh sorpresa! Las computadoras no funcionaban porque las cucarachas, bajo las órdenes de Ranavalona, las habían inutilizado comiéndose los chips.
Fue cuando el gobierno de Irán, que tenía un espía en las oficinas de la CIA, no tardó en poner en alerta a su descomunal ejército.
Lo que no entendían las autoridades iraníes era cómo diablos habían sido disparados sus misiles contra los EEUU si el Primer Ministro no había dado la orden. Apenas se enteró del error, el mandatario iraní pidió comunicarse con el Presidente norteamericano para decirle que se trataba de un accidente inexplicable. No pudo hacerlo porque sus sistemas de comunicación no funcionaban, las cucarachas las habían inutilizado. El Primer Ministro ruso, al principio creyó que era un sicosocial de los EEUU, pero cuando fue informado que en la misma Rusia se había producido un desmadre, juraba que él tampoco había ordenado abrir las compuertas de su arsenal nuclear.
Utilizando el teléfono satelital rojo para casos de extrema gravedad, Vladimir Putin llamó a la Casa Blanca para explicar que no se trataba de un ataque deliberado, sino de un lamentable y extraño accidente. Trump que no sabía nada de ruso y lamentablemente su traductora no se encontraba en ese momento por la diferencia de horario, amenazó al jerarca ruso con borrarlo del mapa si no desviaba sus misiles teledirigidos. Como Putin tampoco entendía muy bien el inglés le respondió que “le agradecía por su colaboración”.
En Nueva York, el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas se declaró en sesión permanente. Y después de amplias deliberaciones, acordó emitir un comunicado pidiendo a la comunidad mundial se mantenga en calma mientras se buscaba una solución. Fue cuando las secretarias se dieron cuenta que sus comunicaciones también estaban cortadas. Eso mismo ocurría con las señales de las grandes cadenas de televisión. Luego de estar interrumpidas por algunos minutos, sorpresivamente apareció en las pantallas la transmisión directa de los satélites espías norteamericanos, que mostraban el avance de los misiles hacia las principales ciudades, provocado un pánico generalizado.
Cosa distinta sucedía con las comunicaciones de los insectos. Intercambiaban mensajes con suma facilidad porque solo podían ser captados por sus antenas.
De pronto, inesperadamente las computadoras del Pentágono empezaron a mostrar imágenes del paraguas antinuclear desviando los misiles hacia zonas desérticas del globo. Todos los empleados estallaron en aplausos, hasta que un operador aclaró que el desvío de las ojivas no era porque los paraguas los estaban dirigiendo sino que algo o alguien estaba manipulando las computadoras para que las cabeza nucleares estallen en los desiertos del Medio Oriente, África, Afganistán y América del Norte, es decir en las zonas más polvorientas del planeta, más no en las ciudades.
Lo que querían las cucarachas era provocar una descomunal polvareda para impedir el ingreso de los rayos solares sobre la faz de la tierra y se congele.
Efectivamente, por el súbito descenso de la temperatura los seres vivientes buscaron los refugios y las zonas más abrigadas. Y hasta las cucarachas buscaron refugio. Y desde allí empezaron a dominar el mundo. Y lo celebraron con una farra de alimentos que saquearon de los grandes almacenes y centros de producción. Durante varios días se alimentaron opíparamente, hasta que comenzaron a escasear las reservas alimenticias.
En medio de ese caos, Ranavalona, la cucaracha que no había tenido un ápice de misericordia con los humanos, estaba a punto de ser madre. Buscaba un lugar cálido para ovar, que por supuesto no era fácil de hallar.
Ranavalona, podía vivir en climas extremos, pero a punto de ovar era casi imposible. Sus patas largas y espinosas se debilitaban por el esfuerzo que hacía para expulsar los huevos. Mordisqueaba todo lo que hallaba a su alrededor, pero le faltaba lo principal, alimento para recuperar sus energías. Hasta que felizmente halló restos de una lata de conserva y se la engulló. Apenas se restableció, se fue en busca de su jefe, el temible Ramasoa, para hacerle conocer de las dificultades que había pasado.
Le explicó que solo había podido expulsar media docena de huevos, cuando lo normal era entre 18 y 48 unidades. Y no solo eso, se quejó que se había demorado más de cuarenta días para ovar cuando lo habitual era entre 19 y 20. Le aclaró que ella no era la única que sufría los estragos del clima y la falta de alimentos, sino todos los insectos que se hallaban en los refugios.
De pronto se escuchó una voz muy conocida por la comunidad mundial.
–Sea quien sea haya provocado esta catástrofe, debe tomar consciencia que todos estamos perdiendo. ¡Tenemos que restaurar el clima!
Ramasoa, a sabiendas que las cucarachas tenían un promedio de vida de solo un año y ya estaba por cumplirse su ciclo evolutivo, llamó a su estado mayor y luego de una prolongada discusión, llegaron a la conclusión que, sin los humanos, las cucarachas no podían vivir, porque ellos eran los únicos generadores de basura orgánica, base de su alimentación.
Fue cuando desesperada se metió en un viejo CPU y se comunicó con la única persona que confiaban los insectos y habían escuchado su voz: Al Gore, el defensor del medio ambiente. Al instante el angustioso mensaje, era decodificado por la computadora de Gore.
-¿Es una broma? ¿Me habla en nombre de los insectos?. Los insectos no pueden comunicarse con los humanos.
-Sí lo podemos, a través de las computadoras. Prueba de ellos es este chat. Estamos siendo exterminados. Si morimos, también desaparecerán los humanos.
–Un momentito, ¡No podemos desaparecer! Sería el fin de la humanidad. Tenemos la obligación de salvar nuestra especie, ¿Qué propone? Preguntó Al Gore.
-Solo queremos vivir en paz. Queremos que se restablezca el equilibrio ecológico
–Y ¿por qué me lo piden a mí? No tengo el poder.
-Si lo tiene por eso le salvamos la vida. Los insectos enviamos a la araña Armadeira y evitamos que usted muera en el atentado de Nueva York. La araña se sacrificó por usted, fue ella quien hizo desviar el disparo.
– ¿Entonces, todo este caos también lo provocaron ustedes? ¿Por qué?
–Porque alguien tenía que darles un escarmiento a los humanos.
-Comprendo su reacción, es una lucha por la supervivencia y también de la nuestra, pero eso no lo entienden muchos. La extrema contaminación con DDT está destruyéndonos. Si sigue la contaminación todos perdemos.
Al día siguiente Al Gore se presentó en la Organización de las Naciones Unidas y en un brillante discurso planteó un mayor respeto por la naturaleza, la eliminación de productos químicos en la agricultura, en la industria y el hogar. Su discurso fue tan convincente que sus planteamientos fueron respaldados por el pleno de la Asamblea. Desde el Vaticano el Papa Francisco, también se unió a la campaña y en una histórica homilía condenó la destrucción progresiva del planeta por los malos humanos y ordenó que esta campaña se siga en todas las parroquias del mundo. Otros prestigiosos ecologistas también se unieron a la campaña, entre ellos los seguidores de aquellos que dieron su vida por proteger la naturaleza, científicos que han descubierto aspectos claves del medio ambiente, divulgadores que nos han concienciado al acercarnos las maravillas de nuestro planeta, estadistas que han contribuido a incluir el medio ambiente en la agenda política, ecologistas que han creado importantes movimientos sociales como Charles David Keeling, científico que nos recordó que la concentración de dióxido de carbono (CO2) en la atmósfera «son una de las pruebas de que el calentamiento global es de origen antrópico».
-Chico Mendes, «el seringueiro de la Amazonia” que murió asesinado por los terratenientes al defender una forma sostenible de vivir y trabajar sosteniblemente mediante la obtención del caucho natural en los árboles amazónicos.
-Daniel H. Janzen, un ecólogo que en los últimos 40 años ha trabajado en investigación y conservación de selvas tropicales y recuperación de ecosistemas degradados, como Guanacaste (Costa Rica).
– Gerd Thielcke, creador de la Federación Bund für Umwelt und Naturschutz Deutschland de Euronatur, y la Fundación Global Nature. Revitalizó el conservacionismo alemán e irradió su influencia a toda Europa.
– Gro Harlem Brundtland, coordinó el informe «Nuestro futuro en común», donde se define por primera vez el concepto de desarrollo sostenible. Es una de las pioneras en introducir el medio ambiente en la agenda política.
– Henry David Thoreau, autor de la obra ‘Walden’, es el precursor de los derechos civiles, la no violencia, la desobediencia civil y el respeto al medio ambiente.
– Jacques Cousteau (1910-1997), pionero en la divulgación científica y un camino para los divulgadores actuales: «Sus obras (más de 115 documentales y películas) sobre el mundo submarino son de una enorme belleza y rigor.
– Masanobu Fukuoka, agricultor, biólogo y filósofo japonés creador de la «agricultura natural» basada en la observación de los ciclos naturales y en la aplicación a las plantas de la huerta, que crecen mejor con intervenciones humanas puntuales.
– Max Nicholson (1904-2003), fundador del British Trust for Ornithology, director de Nature Conservancy, uno de los principales fundadores en 1961 de WWF y promotor de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza
– Naomi Klein, periodista de gran influencia en el movimiento antiglobalización. Ha escrito diversos libros,
-Remí Parmentier, fundador de Greenpeace International, que dirige desde 2003 el Varda Group, consultora internacional solicitada por entidades de todo el mundo para temas ambientales.
Despues de estas manifestaciones, los insectos iniciaron el proceso restauración del ecosistema, volvió la polinización y las plantas empezaron a dar frutos. Nuevamente la maquinaria del planeta comenzó a moverse, las corrientes de agua de la cordillera y lagunas de los Andes se empezaron a limpiar. Al reglamentarse el respeto al medio ambiente por las fábricas y empresas mineras, el aire se purificó, bajó el CO2 y bajaron las muertes por enfermedades cancerígenas, así como los casos de alergias.
Y apenas el mundo volvió a la normalidad, los dueños de la Loyer fueron denunciados, Sin embargo, los jueces sobornados por la empresa, bloquearon la demanda. Los ejecutivos se frotaban las manos por su triunfo, pero no contaron con la actitud responsable de la población que al enterarse de la amañada sentencia a favor de la Loyer, dejaron de adquirir sus productos y la hicieron quebrar. Eso mismo hicieron con los productos de otras empresas, dejaron de comprarlos. Asimismo, por recomendación de las NNUU, se prohibió el uso de DDT.
Y lo mejor que le pudo ocurrir al mundo fue la conciencia que adquirieron los habitantes para entender que la Tierra es única casa grande que tenemos para vivir, al menos por ahora y hay necesidad de cuidarla.
A los pocos días, cuando Al Gore se hallaba solo en su oficina, vio entrar por la ventana a una hermosa libélula que le dejó una nota sobre su escritorio. En el mensaje se podía leer claramente: “Gracias a nombre de todos los insectos y de la Tierra”.
Finalmente, Al Gore fue galardonado con varios premios, incluido el Premio Nobel de la Paz, «por sus esfuerzos para construir y diseminar un mayor conocimiento sobre el cambio climático causado por el hombre y poner las bases para la toma de las medidas que sean necesarias para contrarrestar ese cambio» el premio se le entregó en 2007.
Del mismo modo, recibió el Primetime Emmy Award en 2007, un Webby Award en 2005 y el Premio Príncipe de Asturias de Cooperación Internacional. También fue protagonista del documental “Una verdad incómoda” (2006), que ganó el Óscar al mejor documental en 2007 y al mismo tiempo escribió el libro “Una verdad incómoda: La crisis planetaria del calentamiento global y cómo afrontarla”, que ganó un premio Grammy.
Albert Arnold Gore, también conocido como «Al» Gore Jr, nació en Washington D. C. el 31 de marzo de 1948. Es un político, abogado y filántropo estadounidense que sirvió como el 45° Vice presidente de los Estados Unidos (1993-2001) bajo el mandato del presidente Bill Clinton. Fue el candidato del Partido Demócrata para la elección presidencial de 2000 y perdió contra George W. Bush, a pesar de ganar el voto popular. Ha fundado varias organizaciones sin ánimo de lucro, incluida la Alianza para la Protección del Clima, y ha recibido el premio Nobel de la Paz por su activismo sobre el cambio climático.
Gore es el fundador y actual presidente de la Alianza para la Protección de Clima, el cofundador y presidente de la Generation Investment Management y miembro del Consejo de administración de Apple Inc. y un asesor sénior de Google.
Gore es también socio de capital de riesgo de Kleiner Perkins Caufield & Byer y encabeza su grupo de soluciones de cambio climático. Ha servido como profesor invitado en la Universidad Estatal de Tennessee Central, la Escuela de Posgrado de Periodismo de la Universidad de Columbia, la Universidad Fisk y la Universidad de California, Los Ángeles. Sirvió en el Consejo de administración de World Resources Institute.

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